¿Qué está fallando en España para que seamos uno de los países con más paro joven de Europa? «Hace falta conciencia de país y un proyecto colectivo»
Un sistema educativo deficiente, una política económica que derrocha en lugar de generar empleo y una absoluta irresponsabilidad de los jóvenes, inmersos en la cultura del derecho a, sin dar nada a cambio, son algunos de los factores que han provocado que España esté a la cola de Europa en empleo juvenil. La solución pasa por tener un proyecto colectivo de país, y por aportar trabajo, esfuerzo y participación
Teresa es madrileña, de 30 años. Está licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, domina el inglés y, ahora, estudia francés. Ha trabajado en empresas de renombre, hecho decenas de cursos, y se ha formado en todo lo que un joven activo puede abarcar para engrosar un currículo cercano a la perfección. Hace un año que, en su última empresa, recortaron plantilla, y ella fue una de las personas despedidas. «Me levanto a las ocho de la mañana cada día para enviar currículos, pero no me llaman de ningún sitio. Están muy selectivos y han bajado los sueldos notablemente: lo normal es encontrar ofertas de puestos complejos en los que te pagan 600 euros, y ni para esos te llaman», afirma. En una situación similar se encuentra Álvaro, un joven cordobés de 28 años que cursa un máster, tras licenciarse en Ingeniería de Telecomunicaciones. «Después de estudiar y trabajar durante 9 años como camarero para pagarme la carrera, me encuentro con casi 30 y una realidad que no es la que me gustaría», señala.
Como Teresa y Álvaro, se encuentran la mitad de los jóvenes españoles. La tasa oficial de paro juvenil en el país es del 53,2 %, según los últimos datos recogidos por Eurostat. Un porcentaje que, en Europa, sólo se asemeja al de Grecia. «Que tengamos un 30,4 % más de promedio de paro juvenil que la UE-27 –que está en el 22,8 %– no es una cuestión únicamente coyuntural, sino estructural», afirma don Leopoldo Gonzalo, catedrático de Hacienda Pública en la UNED y Vicepresidente del Foro de la Sociedad Civil. A este dato habría que sumarle que el escaso empleo juvenil que tenemos es de pura temporalidad, con una cifra del 61,4 %, mientras que la media de la OCDE está en el 25,3 %.
La estampa, que ha empeorado significativamente desde el inicio de la crisis en 2007, cuando el porcentaje de paro juvenil estaba en el 18,2 %, evidencia, además de los fallos del mercado laboral, las carencias del sistema educativo español. «Hay una gran distancia entre el sistema educativo y las necesidades de la economía española», advierte el catedrático de Hacienda Pública.
La Universidad, para don Leopoldo Gonzalo, es una de las grandes piedras en el zapato del sistema educativo. Cuenta el catedrático que su función genuina «no es formar a profesionales, cosa que trata de hacer Bolonia. La Universidad es científica, es investigación. La profesión se aprende después». Es un dato llamativo que, en España, «más del 40% de la población entre 30 y 34 años tenga estudios superiores», afirma el catedrático, que compara la cifra con Alemania, «que tiene el 32 %, un 8 % menos, y una tasa de paro juvenil del 8,1%». La consecuencia de esta sobredosis de titulaciones es que la economía española no puede asumir «ese nivel de profesionales, sumado a que las enseñanzas están desconectadas de las necesidades de las empresas españolas, y que el nivel ha bajado muchísimo». La solución no es difícil: «Hay que articular una reforma educativa radical y apostar por abrir el mercado del trabajo», afirma don Juan Carlos Jiménez, profesor de Pensamiento e Historia de los Movimientos Sociales en la Universidad CEU San Pablo.
Consecuencias de la inmadurez
Para el profesor Jiménez, el problema es bilateral. «Tenemos un sistema educativo donde los niveles de exigencia son muy bajos y, además, han aumentado los niveles de fracaso escolar –casi el 30 % de los alumnos no termina los estudios–. Esto es un problema de los propios jóvenes y de su sistema de valores», afirma Jiménez, quien alude al «marco de irresponsabilidad absoluta en el que están inmersos», porque se han bajado todos los niveles de exigencia «para que no se frustren».
Esto ha provocado una cultura del derecho a, sin realizar esfuerzos a cambio. «España es el país de Europa donde la gente más confía en el Estado: que él resuelva, que él provea», afirma don Alejandro Navas, profesor de Sociología de la Universidad de Navarra. «Esto es una flagrante contradicción sobre todo en la gente joven, que rechaza la política radicalmente, pero, a la vez, le piden soluciones para todo», añade. «No acabamos de aprender que una sociedad que se hace depender del sistema de ayudas y de prestaciones, sin asumir un compromiso de iniciativa, es una sociedad que acaba estancándose en una permanente minoría de edad», completa F. Medina, funcionario del Ministerio de Economía.
La solución pasa «por el deseo de construir una sociedad solidaria, capaz de dialogar y de tener responsabilidad política, de aportar trabajo, esfuerzo y participación», afirma Medina. Pero, para eso, «hace falta tener conciencia de país y un proyecto colectivo», añade don Leopoldo Gonzalo, algo que no coincide con el panorama actual: «Autonomías enfrentadas, políticas económicas que derrochan dinero a espuertas, jóvenes desconfiados que emigran a otros países», y miles que se quedan, esperando.