«La pobreza empieza a tener cara de niño»
La red de Cáritas en España atendió, durante 2011, a más de un millón de personas. Ha pagado facturas, evitado desahucios, alimentado familias, conseguido empleos…, es el colchón de la sociedad para sobrevivir a la catástrofe. Ésta es la radiografía de la pobreza en nuestro país, según datos publicados por las 68 Cáritas diocesanas
La red de Cáritas en España ha sobrepasado el millón de personas atendidas durante 2011; cantidad de la que, una tercera parte, es la primera vez en su vida que acude a la institución en busca de ayuda, fundamentalmente, en materia de alimentación, vivienda y empleo. Éstos son algunos datos que se desprenden del nuevo informe del observatorio de la Realidad Social de Cáritas, que se publicará en breve, en el que también se refleja que el 44 % de las personas acogidas llevan, como promedio, tres o más años recibiendo ayuda de la entidad. Cifra global que se rescata de los datos concernientes al ejercicio del año 2011 de cada Cáritas diocesana, que coincidiendo con la celebración, el pasado día 10 de junio, del Día de la Caridad, han hecho públicos. En ellos se observa cómo la institución se ha dirigido, especialmente, a paliar las necesidades más urgentes de cada rincón de España.
Más enfermedad mental
Así, por ejemplo, en Guipúzcoa se incrementan los nuevos pobres generados por la larga situación de paro y los desahucios, además de personas jóvenes y mujeres solas con niños a su cargo. «La pobreza empieza a tener cara de niño» en Occidente, dijo monseñor José Ignacio Munilla a este respecto. Cáritas Guipúzcoa ha dirigido a este perfil un gran número de proyectos, como el de apoyo escolar, educación en valores y hábitos de higiene o alimentación.
En el conjunto de las Cáritas de Vascongadas, sus responsables han llamado la atención sobre las 42.000 personas atendidas, y sus responsables señalan que «las situaciones de pobreza que tienen que atender son cada vez más complejas, entre ellas la presencia de la enfermedad mental en casi todos los grupos que atienden, incluida la infancia». Es la segunda fase de la crisis, la que afecta no sólo a las necesidades básicas de los afectados, sino a sus condiciones psicológicas, autoestima y relaciones familiares.
Lorca y los inmigrantes
En la diócesis de Cartagena, Cáritas se ha volcado con el economato social Mambré, de Lorca, que cerró mayo con 216 familias ayudadas —compuestas por 752 personas—, y estima llegar a 500 a finales de junio, todas víctimas de la catástrofe de los terremotos del 11 de mayo de 2011. En el economato, que se inauguró en enero para poder ayudar a estas familias, una familia que hace una compra de 200 euros, paga 60, y los otros 140 corren por cuenta de Cáritas.
En Baleares, la situación de las personas inmigrantes es cada día más precaria. Por eso, Cáritas Mallorca atiende a un 75 % de personas inmigrantes, de 77 países diferentes. Es significativo que los autóctonos aumentan —este año, un 24,6 %—. El perfil es el de personas que han perdido el trabajo durante un largo período de tiempo, y, por tanto, han perdido el NIE y su situación regular; o el de hombres inmigrantes, solos, mayoritariamente nigerianos y senegaleses, en situación irregular y con cargas familiares en su país de origen.
Peticiones concretas
Como en Cataluña uno de los grandes problemas a los que se enfrentan las familias es el de los desahucios, el arzobispo de Barcelona, cardenal Sistach, ha propuesto que los alquileres sociales sustituyan a los desahucios, y que a las familias desahuciadas «se les ponga un alquiler social y se les dé la oportunidad de recuperar la vivienda a un precio razonable si mejora su situación económica». Es ésta una lacra en Cataluña, a la que Cáritas Barcelona ha dirigido una gran parte de sus esfuerzos. El cardenal Martínez Sistach también apeló, con motivo de la presentación de la memoria de Cáritas diocesana, a la justicia distributiva en una sociedad en la que «no hemos sabido distribuir la riqueza, y ahora unos pocos disponen de muchísimo, y muchísimos de muy poco».

Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir: Éste es el mensaje elegido por Cáritas, con motivo del Día de Caridad, celebrado en la solemnidad del Corpus Christi, una invitación con la que la institución lanza a toda la sociedad la propuesta de «caminar juntos hacia un nuevo modelo social más humano y más justo».
Muchos obispos españoles han secundado, en sus cartas pastorales, esta invitación. Por ejemplo, el obispo de Zamora, monseñor Gregorio Martínez Sacristán, pedía a sus fieles no estar «indiferentes, pasivos ni resignados» ante la crisis. Y, aunque hay que revisar y regenerar el modelo económico, es importante que cada uno revise su modo de vida, «en el que ejercitemos una austeridad responsable y solidaria», con un modo de vivir «en el que sepamos diferenciar lo que son realmente nuestras necesidades, de las que debemos atender, y lo que propiamente son nuestros deseos y caprichos, a los cuales podemos renunciar por ser superfluos».
Así, se pasa «de la compasión a la acción», como señalaba el obispo de Santander, monseñor Vicente Jiménez Zamora, quien ha animado a sus diocesanos a «no caer en la fatalidad y el lamento».
Y es que todo el mundo puede aportar su granito de arena, si se lo propone. Para ello, monseñor Gerardo Melgar, obispo de Osma-Soria, ha pedido a los fieles sorianos que entreguen a Cáritas «la cantidad correspondiente a un día de sueldo al mes durante todos los meses del año». Algo que, primeramente, hicieron los sacerdotes, que han donado, en los últimos tres años, cerca de 90.000 euros.
También el obispo de Ávila, monseñor García Burillo, ha pedido a «las personas de buena voluntad» que donen a Cáritas la paga extra de junio, total o parcialmente.
«Que las familias se mantengan unidas, que permanezcan estructuradas», es la petición del obispo de Málaga, monseñor Jesús Catalá, quien ha asegurado que, «en casos de necesidad, han sido las familias con coherencia de unión y comunión, entre ellas, las que han sostenido a sus seres más queridos».