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Hace meses que he propuesto a varios obispos españoles, a algunos conventos de religiosas de Valencia, a ciertas parroquias y amigos en toda España, que iniciemos una campaña de rezo del Rosario, con el fin de pedir la ayuda de María de la Inmaculada Concepción para recuperar los valores éticos y morales en España.
Nuestro país está en peligro, así que pidámosle a Dios, a través de la Virgen Inmaculada, que tengamos trabajo para toda persona, una economía estable y una convivencia cristiana. Contra la crisis económica y financiera que sufrimos, contra la falta de valores éticos y morales que padecemos, en busca de un bienestar realmente estable, en busca de trabajo digno para todos, y en busca de una buena y cristiana convivencia social, hagamos que todas las familias católicas de España, en sus parroquias o en sus propios domicilios, recen un Rosario por España y sus necesidades, el próximo día 13 de mayo –festividad de la Virgen de Fátima, un pequeño pueblo de Portugal donde María se apareció a tres pastorcitos, y pidió por su medio, al mundo entero, el rezo diario del Rosario por la salvación de las almas, la conversión de los pecadores y el triunfo de su Inmaculado Corazón–.
No permanecerá por siempre mi espíritu en el hombre; porque no es más que carne: Con estas palabras, empezaba Dios la alocución que dirigió a Noé cuando decretó el diluvio. ¿No es esto lo que promueve ahora gran parte de la Humanidad? Se busca el placer de la sexualidad, sin aceptar sus consecuencias. Son muchos los que resisten ante estas aberraciones y levantan protestas, como ha sucedido recientemente en Francia, con respecto al matrimonio entre homosexuales. Ya en España tuvimos algo parecido. Y no hace falta decir que Dios puso en nosotros la sexualidad para la continuidad de la especie (y para el amor), no para jugar con ella. Al hablar de Francia, cito un caso que pone de relieve la fe de nuestros pueblos: la Patrona de Sevilla es llamada Virgen de los Reyes. Este título se debe a que fue un regalo que el rey san Luis (de Francia) le hizo a su primo español, el rey san Fernando, cuando éste preparaba la conquista de esta ciudad y, cuando fue tomada Sevilla, puso dicha imagen en lugar eminente donde el pueblo sevillano le rindió culto y devoción, llamándola, con elogio y cariño, Virgen de los Reyes, pues pasó por las manos de los dos monarcas, que después fueron declarados santos.
Escribo a propósito de las declaraciones del Papa Francisco para que haya un sacerdote disponible para confesar en cada parroquia. En las Misas, se observa que son muchos los que comulgan, pero parece que son pocos los que se confiesan. Es lo que destacados teólogos han denominado pérdida del sentido del pecado. Jesucristo vino para redimirnos de nuestros pecados. En ningún momento menciona la liberación del yugo romano, ni del sistema social o político que han de adoptar. Animo a los católicos a que se acerquen con frecuencia al sacramento de la Reconciliación, y a los sacerdotes a que los exhorten a ello y se lo faciliten. El apóstol san Juan escribió: «Si decimos que no tenemos pecado, la verdad no está con nosotros».
Hace unos días, y tras sufrir una dolorosa enfermedad, el Señor llamó a su presencia a nuestro padre, Emiliano. Durante los últimos meses, toda la familia hemos ofrecido a Dios el dolor, el sufrimiento, la compañía y todas las fuerzas hasta el desvelo, sabiendo que, aunque humanamente no había esperanza de curación para él, el Señor acogía este ofrecimiento que se asociaba a su sacrificio redentor de la Humanidad. Detrás de este sufrimiento, hemos buscado al Señor, sabiendo que Él es ese recipiente de esperanza que acoge nuestro dolor hasta hacerlo suyo, y que, en la vivencia del misterio del dolor, nos ayuda y conforta la contemplación de nuestro sufrimiento desde su corazón traspasado por nuestras culpas. Hoy, sólo podemos agradecer en su nombre a tantas y tantas personas y familias que le han acompañado y rezado en su despedida de esta vida, con la confianza de que, por la intercesión de María, nuestra Madre, el Señor, que ha conocido e iluminado su vida, le tiene descansando en paz, en la gloria de su Presencia. ¡Gracias, papá!
Los dos últimos Papas han sido dos gigantes. Un polaco y después un alemán: ninguna cabeza humana hubiera elegido esta sucesión tan cerca del siglo XX. Juan Pablo II era polaco. Decir polaco y decir mártir es casi lo mismo, sólo hay que ver cómo ha sido la historia de Polonia. El Espíritu eligió a este hombre para demostrar que, ayudado por Él, se puede morir mártir sin martirio. Benedicto XVI es alemán, un chispazo de la Inteligencia de Dios, que cree en Dios y lo ama. Alguien que está tan en contacto con Dios como Benedicto XVI, debe sentir el peso de los pecados del mundo como no podemos imaginar: mira a los países subdesarrollados y se le parte el corazón. Mira a los desarrollados y debe sentir un desgarro insufrible. Mira dentro de la Iglesia y… su agotamiento no es sólo físico, aunque también lo sea. Pidamos por el Papa Francisco y por Joseph Ratzinger, al que el demonio tentará. Yo, que no soy nadie, le apoyo y me propongo encender mi velita.
Concepción López-Jurado Romero de la Cruz
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