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El Gobierno plantea ampliar la edad de jubilación más allá de los 67 años, para asegurar la sostenibilidad de las pensiones. En España, la pirámide de población es cada año más estrecha en la base, y más ancha en la cúspide, pues, junto a la mayor esperanza de vida, desciende el reemplazo generacional, que, de 2,1 hijos por mujer como mínimo, se sitúa en la cola de Europa con el 1,36. Es cierto que la inmigración maquilla estas cifras, pero también lo es que un país no puede mantenerse a expensas de los movimientos migratorios. Somos séptimos por la cola en ayuda económica a la familia, y este honroso título lo arrastramos desde hace muchos años, sin que ningún Gobierno –en penuria o en abundancia– tuviera la valentía de afrontarlo, tal vez porque haya quien opina que eso de las familias numerosas es cosa de la Iglesia… Algunas ayudas en Europa son: en Luxemburgo, por el primer hijo, 181 euros; por el segundo, 430 euros; por el tercero, 783; a partir del cuarto, 1.136 euros. En Alemania, 154 euros al mes, por hijo; en Austria, 121 euros al mes, por hijo; en Bélgica, de 75 euros al mes, por un solo hijo, a 209, por el tercer y cuarto hijo. En Finlandia,151 euros al mes, por cada hijo; en Francia, de 100 euros al mes por un solo hijo, a 412 por el cuarto. En Irlanda, de 117 a 147 euros al mes por cada hijo… ¿Y en España? 24,2 euros al mes, por cada hijo. En tanto no se ayude a la familia a mitigar el elevado coste que supone cada hijo, veremos cómo la pirámide se vuelve del revés, lo que resultaría ser la peor inversión de nuestra historia reciente.

Desde hace tiempo, acudo a Misa de niños los domingos, y allí asisto al regalo de la transmisión de la fe a los pequeños (y humildes) que participan y responden, con espontaneidad y sencillez, al mensaje de Jesús. Al tiempo, los adultos vamos formándonos (sencillo no es lo contrario de profundo), y no deja de sorprenderme que, sin querer, acabamos participando de la alegría y del amor de Cristo, con una atención que ya quisiéramos para nuestros momentos de oración. Quiero rendir homenaje a esos sacerdotes que preparan, con fidelidad al Evangelio, con tanto cariño y tan acertadamente, esas homilías y explicaciones sobre la Eucaristía para los niños. En mi caso, doy las gracias a Lorenzo, a Sebastián, a Guillermo y a Máximo (cada cual tendrá sus propios nombres), pues hacen realidad la frase de las Escrituras: «Dejad que los niños se acerquen a mí», y a la vez nos recuerdan a los adultos que tenemos que hacernos como niños para que, aquí y ahora, vivamos el Reino.

Estoy totalmente de acuerdo con la carta de Charo Bovio, que apareció en el número 830 de Alfa y Omega, sobre don Manuel Pizarro y su sublime pregón de Semana Santa. Con un puñado de políticos de su categoría moral, intelectual y humana, España llegaría a ser el país que todos los españoles querríamos tener, y los demás países imitar. Gracias, don Manuel, por el ejemplo y la labor en bien de todos. ¡Que Dios le bendiga!
Varios sacerdotes de la diócesis de Tarazona han determinado donar a Cáritas un mes de sus retribuciones, para contribuir a minorar la desesperación de aquellas familias que se encuentran en una situación social insostenible. Tras la debacle laboral en Calatayud y Ateca, adoptaron esta medida que traspasa la mera solidaridad, acercándose al prójimo más desfavorecido con la práctica de la indulgente caridad. Una vez más, la Iglesia católica interviene silenciosa, pero contundentemente, contra el menoscabo que sufre nuestra deteriorada sociedad. Pero no solamente compete a la Iglesia estar cerca de los demás. Deberían tomar nota toda la casta política, para que la gestión del erario público sea ecuánime y justa, asegurando a todos lo que nos pertenece por dignidad: el pan nuestro de cada día.
En respuesta a la cuestión que planteó don Fernando Martínez, en una carta publicada en el numero 831 de Alfa y Omega, sobre que el Santo Padre haya animado a que siempre haya disponible un sacerdote para escuchar confesión, me es grato comunicar la inicitaiva que puso en marcha, el año pasado, su excelencia el arzobispo de Sevilla: facilitar la presencia de sacerdotes para atender confesiones, desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche, todos los días del año, en la Capilla de Adoracion Perpetua al Santísimo Sacramento, en el céntrico templo de San Onofre. Esta magnífica iniciativa debería de implantarse en aquelllas ciudades y pueblos de España que ya disponen de un lugar donde poder estar con el Señor las 24 horas del día, para que, en el caso de que un feligrés tenga necesidad, pueda confesarse.