Un periodista fiel a la Iglesia - Alfa y Omega

Tenía 90 años cuando nos ha dejado para ir a la casa del Señor: su puerto de llegada tras una larga y fecunda travesía. Su vida tuvo algo de aventura, que relató muy bien en un precioso libro. Era un periodista de raza, pero, como buen periodista, fue algo más. Vicente Alejandro era el amigo generoso, el incansable idealista con iniciativas que siempre tenían un afán: mejorar las cosas, porque la realidad nunca le gustaba. No le gustaba la España que vivió en su niñez y juventud, la dura España de la guerra y la posguerra. Se fue de voluntario a Melilla a hacer el entonces largo servicio militar. Allí hizo sus primeras armas, no solo con el mosquetón, sino con la pluma. Su vocación periodística la convirtió en profesión, tras superar el entonces difícil ingreso en la Escuela Oficial de Periodismo. Fue un gran periodista en la Agencia Efe. Pero no le bastó. Colaboró en el semanario Signo (¡qué gran función desempeñó en el mundo católico de aquellos tiempos, porque allí se escribía con más libertad!). Fue director de Vida Nueva, a donde le llevó el obispo don Antonio Montero. Colaboró en otras muchas publicaciones. Fue sindicalista. Se dejó la piel en la clandestina Federación Sindical de Trabajadores. Sus dos grandes ideales eran la libertad y la justicia social. Los consideraba inseparables.

Pero, sobre todo lo dicho y mucho más, Vicente Alejandro Guillamón fue, durante toda su vida, un hombre fiel a la Iglesia. Su arraigado cristianismo no lo podía concebir sin un compromiso, pleno y desbordante, con la comunidad que fundó Jesucristo para continuar su tarea salvadora. La Iglesia era su hogar. Allí donde creía que podía servirla mejor, allí estaba Vicente Alejandro. En 1983 formó parte del grupo que refundó la UCIP (Unión Católica de Informadores y Periodistas). Creía que era bueno que el periodista católico sintiera el calor de la Iglesia para que su tarea fuera mejor, para compartir andanzas y desafíos. Tenía razón. Sufrió durante la pandemia, al final de su travesía. Nos hemos perdido lo que nos habría dicho sobre la España de la pandemia. Pero no el ejemplo de su vida. Descanse en paz.