Pactos para caminar
Llevamos años intentado dar respuestas parciales e insuficientes a las migraciones
Los días 10 y 11 de diciembre se han ratificado en Marrakech el Pacto Mundial para una migración segura, ordenada y regular. constituye el primer acuerdo global de la ONU sobre un enfoque común de la migración internacional en todas sus dimensiones. El pacto global no es legalmente vinculante. Se basa en los valores de la soberanía del estado, la responsabilidad compartida, la no discriminación y los derechos humanos, y reconoce que se necesita un enfoque cooperativo para optimizar los beneficios generales de la migración, al tiempo que se abordan sus riesgos y desafíos para las personas y las comunidades en los países de origen, tránsito y destino. Lo vivido en estos últimos días en Marruecos, refuerza una mirada sobre la realidad migratoria como una de las encrucijadas más importantes de nuestra historia contemporánea.
Para la preparación de esta cumbre se ha realizado una serie de sesiones temáticas informales, consultas regionales y con diversos organismos internacionales, gobiernos nacionales, aliados de la sociedad civil, incluyendo a organizaciones de Iglesia y expertos universitarios. El Pacto Global comprende 23 objetivos para gestionar mejor la migración a nivel local, nacional, regional y global. El Papa Francisco se ha involucrado muy activamente en este proceso y ha instado a la Iglesia y a la ciudadanía en este empeño
Desde algunos ámbitos, el documento ha sido criticado por acercarse a un acuerdo de mínimos, tildándolo más como un texto de respuesta más que de propuesta. En el otro extremo, algunos países ven en el documento elementos inaceptables que atentan contra su soberanía nacional. En el camino, algunos países como Estados Unidos, Israel, Hungría, Austria, Bulgaria, Polonia, República Checa, República Dominicana, Eslovaquia y Australia se fueron desvinculado. En las últimas horas otros países advirtieron de su retirada y en otros casos, aunque lo ratificaron están tenido serios problemas internos, como ha sido el caso de Bélgica. Ante este panorama, ¿Hay alguna posibilidad de que los pactos salgan adelante no sólo como una firma para la galería o un brindis al sol?
Como decíamos anteriormente, nos encontramos ante un acontecimiento único en la historia, pues nos sitúa ante el primer acuerdo global de la ONU sobre un enfoque común de la migración internacional en todas sus dimensiones. Algo nunca acordado hasta la fecha. Una gran oportunidad. Evidentemente, aunque hubiera sido deseable que el 100 % de los países firmaran los Pactos, la gran comunidad internacional (164 países) está de acuerdo en tener un marco común en el campo de las migraciones. Podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío. Creo que necesitamos apostar por avanzar en una respuesta común ante un reto que necesita de una mirada integral y transformadora.
Llevamos muchos años intentando dar respuestas parciales y en algunos casos insuficientes. Hoy vivimos una actitud defensiva, que sitúa la seguridad y el control de flujos como el eje central en el debate migratorio. Algo tremendamente interesante de los Pactos Mundiales es que ayudan a poner un marco integral a la realidad migratoria mundial, planteando las distintas dimensiones que envuelve este fenómeno, tanto en las causas que las generan, como en la gran importancia de los procesos de integración, de recreación de la identidad y de la gestión de la diversidad.
Desde nuestro país, Sánchez ha alabado en Marrakech el esfuerzo que España ha realizado en las últimas décadas en la acogida e integración de personas migrantes. Para paliar una de las grandes lagunas que España estaba viviendo, Sánchez se ha comprometido a dotar un fondo de integración para inmigrantes que se articulará junto a comunidades autónomas y ayuntamientos, y un plan de ciudadanía e inclusión. Asimismo, criticó duramente la utilización de la instrumentalización de la migración desde el ámbito político.
Hoy más que nunca el Pacto Mundial para la Migración segura, ordenada y regular puede ayudarnos a tener un marco global en el cual apoyarnos y construir espacios de diálogo, de cooperación y de integración, que favorezcan la cohesión social y que den respuestas reales a millones de personas que se ven obligadas a dejar su hogar, junto a otros pueblos que buscan una sociedad justa y prospera. En la implementación de estos pactos deberemos empeñar buena parte de nuestro esfuerzo y compromiso tanto a nivel intergubernamental, como en el ámbito regional y local.
Alberto Ares
Director del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas