No es verdad nº 921 - Alfa y Omega

Es curioso: prácticamente al mismo tiempo que tenía lugar, en el centro de Madrid, la multitudinaria manifestación antiabortista en la que cientos de miles de personas gritaban: ¿Dónde están, no se ven los valores del PP?, y pocas horas después de que se publicara, en ABC, la viñeta que ilustra este comentario, leía yo, en uno de esos confidenciales digitales tan de moda hoy, que Arriola estaría ultimando los detalles de su jubilación anticipada. La manifestación fue masiva y ejemplar, por mucho que El País haya querido esconderla en un rincón de una página par y camuflarla de protesta de unos colectivos. A la vista de ella, y a la triste, penosa, efímera y cutre luz de la urna de las firmes convicciones de la viñeta, pensaba yo que algunas jubilaciones anticipadas –más de una, desde luego– deberían ser obligatorias. Infinitamente más luminosas me parecían las palabras de una madre que, en medio de la manifestación antiabortista, respondía así a las preguntas de un periodista: «El amor que te da un hijo compensa cualquier problema que pudiera suponer su nacimiento».

Es más que curioso también el espeso silencio que ha vuelto a caer de nuevo, en los medios, sobre la manifestación antiabortista. El aborto no es cuestión de ideología política; es cuestión de conciencia bien formada, es cuestión de moral, de ética elemental. Puebla ha pintado, también en ABC, a una madre que le dice a su pequeño en su regazo: Aposté por ti, y la familia nos dio de lado. Mi vida es increíblemente más dura e incierta que antes… y ni por un segundo me arrepiento. En esta sociedad del malestar por dentro, maquillado de bienestar por fuera, las separaciones matrimoniales afectan cada año –y ¡de qué manera!– a más de cincuenta mil menores. Las demandas de ruptura matrimonial han aumentado en un doce por ciento; en 1986, después de la primera ley de aborto, fueron perpetrados 467 crímenes por aborto; en 1996, más de cien mil, y el año pasado, ciento veinte mil. Como se ve, las leyes abortistas no pueden ser más pedagógicas y represoras de lo que casi todo el mundo todavía tiene la vergüenza de reconocer que es un mal y un drama humano. Casi dos millones de seres humanos, españoles, han sido aniquilados en prácticamente un cuarto de siglo. Si esto no es un holocausto y un genocidio, aparte de un ciego suicidio generacional, venga Dios y lo vea. Ahora, eso sí: el crimen del aborto mueve millones y millones de euros al año, y mientras una anciana pregunta, delante de mí, a la dependienta de una panadería si no tiene pan más barato, porque no le llega lo que cobra de pensión, en España, 198 centros privados de exterminio humano pasan sus facturas a la Seguridad Social, o sea, a usted y a mí, y a esa señora también. Y la fiesta de la democracia de este año electoral nos va a salir por unos quinientos millones de euros, millón más bien arriba que abajo.

Mientras todo esto, tan absurdamente cruel como impune, sucede, los asesinos etarras se fugan o salen de la cárcel y nuestros intelectuales, o no se enteran de nada, o hacen como que no se enteran y, ajenos a la menor hermenéutica sobre la retranca gallega, se divierten, en cambio, preguntando por ejemplo: «¿Cuál es el mecanismo mental por el que un jefe nombra aspirante a un cargo importante a su peor enemigo?»; o escriben que «al liberalismo le importa mucho más el ser que el tener», pero se abstienen de explicar o responder a la pregunta: ¿Ser qué? Eso sí: adoctrinan, aquí, con toda clase de explicaciones, que «no es liberal la persona que pretende poseer nada más y nada menos que la verdad absoluta –incluyendo las posiciones religiosas–, porque ésa es la actitud que impide el diálogo –clave de la convivencia en desacuerdo– y conduce a formas de fanatismo y de fascismo». No falta nada políticamente correcto en el parrafito: ni convivencia, ni diálogo, ni fascismo, ni, por supuesto, ¡no faltaba más!, eso de incluyendo las posiciones religiosas. ¿Tiene algo de particular que los mindundis populistas y vendepeines para calvos se constituyan en la única oposición real y, sin recordar el refrán Cuando seas padre, comerás huevos, empiecen a hacer su agosto, no ya económico, que ése es previo y ya se lo aseguran de antemano, venga de donde venga, sino electoral, democrático, clave de la convivencia en desacuerdo…, bla, bla, bla…?