Apenas conoce personalmente al Papa, pero el Papa sí tuvo claro desde el primer momento que le quería a él como su mano derecha –Francisco reveló incluso su nombre al cardenal Rodríguez Maradiaga durante un almuerzo el 17 de marzo, sólo cuatro días después de su elección–. El hasta ahora nuncio en Venezuela se convertirá, el 15 de octubre, en Pro Secretario de Estado. Se le describe como un brillante diplomático y como un hombre de profunda oración. En sus últimas entrevistas periodísticas, el arzobispo Pietro Parolin ha explicado que su papel será fortalecer la presencia internacional de la Iglesia, pero, antes de eso, impulsar la evangelización. Éstos son algunos extractos de dos de esas entrevistas:
¿Cómo podrían incorporar más creyentes a la fe católica en un mundo con otros valores?
Diría que adoptando el método de Jesús: acercarse a cada persona, cualquiera que sea su condición o situación, y ofrecerle esta experiencia fuerte del encuentro con el Señor.
¿Cómo hará la Iglesia para llevar este mensaje a alguien que no lo quiere escuchar, a quienes no creen en la institución?
Si nosotros somos perseverantes en el amor, lograremos vencer cualquier resistencia. Cierto, se necesita mucha paciencia. Se necesita también aceptar el rechazo y, además, no debemos medir los resultados por números y cantidades como si fuéramos una empresa. El Papa nos está dando una lección de cómo: hacernos próximos a cada uno de nuestros contemporáneos igual que lo hizo Jesús.
¿Hay una intención real de la Iglesia para ser menos jerárquica e incorporar a los laicos en las decisiones de la institución?
Ésta es una visión clasista. La Iglesia no es un lugar en el que hay diferentes clases de personas: los que están arriba y los que están debajo. La Iglesia es una comunión en la que todos son iguales porque han recibido el Bautismo, lo que nos da la condición fundamental de ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Creo que se tiene que aceptar que la Iglesia no es un poder, en el sentido mundano del término: es un servicio. Todo el que esté dentro de ella tiene que asumir esta visión.
Dalila Itriago, en El Nacional (Caracas)
La Iglesia no tiene que buscar la popularidad
Regresa al Vaticano con un Pontífice que busca cambiar estructuras internas de la Iglesia, así como la relación con los feligreses. ¿Cuáles serán sus principales retos?
Ayudar al Papa en este doble esfuerzo. En la reforma de la Curia romana ya trabajan ocho cardenales que después deben reportar al Santo Padre, quien tomará las decisiones pertinentes. No sé cuál será el papel del Secretario de Estado en relación con este Consejo. Imagino que será un trabajo de implementación de las conclusiones. Será un gran desafío.
El otro será acercar la Iglesia a la gente. Ya el Papa lo ha dicho y lo ha hecho muy bien en estos meses. Hemos visto un clima nuevo, un espíritu nuevo. Una gran esperanza ha surgido en mucha gente por sentir la Iglesia más cercana a su vida.
Hay gente que se había alejado de la Iglesia y ahora está volviendo. Se han creado expectativas incluso entre los no católicos…
Quisiera hacer hincapié en algo: en la Iglesia no hay rupturas porque invisiblemente está guiada por Dios, el Espíritu Santo, que en las variedades de los hombres asegura una continuidad. En los últimos tiempos, por todo lo que ha pasado, había un clima más bien pesado, como un desaliento. Ahora parece que se han abierto un poco las ventanas y se tratará de capitalizar este patrimonio de expectativas que hay.
Francisco es visto como un reformista, pero los cambios que impulsa tendrán límites, ¿no?
Cierto. Son los límites de la estructura de la Iglesia, de su dogma y de su tradición. La Iglesia le haría un mal servicio al mundo si su afán fuera solamente el de adaptarse a la mentalidad de este mundo. La Iglesia tiene que ser ella misma, no como institución, sino como transparencia de Cristo. Así ofrecerá al mundo un auténtico servicio sin perder su identidad. Ciertamente, hay un estilo nuevo, podrá haber también cambios en algunas cuestiones -el Papa buscará tiempos y maneras para afrontarlos-, pero creo que no se puede y no se deben esperar cambios que transformen la Iglesia en el sentido de su contenido profundo. La Iglesia no tiene que buscar la popularidad. Jesucristo no lo hizo, Él buscó el crecimiento de las personas para que tuvieran una relación con Dios que les permitiera ser hombres y mujeres verdaderos. Entonces, cercanía, pero desde su propuesta, que no es de poder, sino de vida.
¿Le preocupan el avance del laicismo en Europa y del protestantismo en América Latina?
Sí, mucho. A todo creyente le tiene que preocupar la secularización, entendida como ausencia de Dios en nuestro mundo (…).
De allí la invitación del Papa Francisco a los jóvenes para que salgan a evangelizar.
Sí. Viniendo el Papa de América Latina, creo que va a hacer mucho hincapié en esta urgencia de salir al encuentro del mundo de hoy para anunciar a Cristo. Hablamos muchas veces de estructura, de organización, de poder y todo eso, pero a fin de cuentas nuestra fe, el Evangelio, es un ofrecimiento de vida plena y significativa.
El analista Ignazio Ingrao, del semanario Panorama, considera que usted deberá devolver a la Santa Sede su lugar en la comunidad internacional.
Es bueno que nos preocupemos por que haya una presencia más activa de la diplomacia de la Santa Sede. El reto fundamental, después de la caída del muro de Berlín y del nacimiento de un mundo multipolar, es buscar el encuentro de estas realidades diferentes y hacer que estas diferencias (políticas, sociales, culturales y religiosas) no sean contraposiciones y conflictos, sino que ayuden a crecer a la sociedad en la paz, en la solidaridad y en la justicia.
Éste es el gran desafío del mundo de hoy.
Ángel Bermúdez, en El Periódico