Los obispos rememoran el viaje del Papa: «Gracias, Santo Padre»
El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, fue entrevistado en la cadena COPE el pasado domingo. En el transcurso de la entrevista, analizó las claves del Viaje de Benedicto XVI a Estados Unidos. También el cardenal Cañizares, arzobispo de Toledo, quiso comentar el Viaje, en su homilía del pasado domingo, lo mismo que el obispo de Huesca y de Jaca, monseñor Jesús Sanz. Y éstas fueron sus aportaciones
En la entrevista concedida el pasado domingo para la cadena COPE, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, hizo una valoración acerca del viaje de Benedicto XVI a Estados Unidos. En ella, afirmó que «es la tercera vez que un Papa, en el último medio siglo, visita los Estados Unidos, el gran país y la gran nación del momento actual de la Historia. Pablo VI lo hizo, Juan Pablo II lo hizo, y él lo hace con acentos muy semejantes, por parte de uno y de otro, de los tres, aunque los tiempos naturalmente le dan al viaje de Benedicto XVI una nota específica. Ciertamente la Iglesia de Estados Unidos es la primera destinataria del viaje, y luego, naturalmente, las Naciones Unidas, y en el contexto de la realidad y de la situación de ese gran país que son los Estados Unidos de América».
El cardenal recordó, además, que «el catolicismo norteamericano ha sido siempre un fenómeno creciente, desde finales del siglo XIX, que es cuando se establece la organización ordinaria de la Iglesia en Estados Unidos (no hay que olvidar que uno de los motivos del viaje del Santo Padre son los doscientos años de la diócesis de Baltimore, un poco la primera historia de las diócesis de los Estados Unidos de América). Lo que pasa es que las crisis de los años 60, 70, 80 y 90 le asestaron un golpe fuerte y parecía como si estuviese en declive, aparte de que la población de origen irlandés y anglosajona había venido a menos también. En gran medida, esa gran renovación tiene como uno de los factores principales que la explican la afluencia de hispanos, de hermanos nuestros de Hispanoamérica que han encontrado su nueva patria y su nueva tierra en los Estados Unidos de América».
Un testimonio conmovedor
El cardenal Primado, arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, en la homilía del pasado domingo, recordó también el tercer aniversario de la elección de Benedicto XVI como Pontífice, y su cumpleaños; un cumpleaños muy especial que el Papa ha celebrado con los estadounidenses. «Toda la diócesis de Toledo —dijo el cardenal Cañizares— nos unimos en la acción de gracias por este inmenso don de Dios a la Iglesia y a la Humanidad entera en los momentos cruciales que estamos viviendo en todas las partes del mundo. El queridísimo y sencillo Papa Benedicto XVI está dando un testimonio conmovedor del Evangelio, de la pasión de Dios por el hombre que es el Evangelio, y mostrando cuál es el camino, no sólo para la Iglesia que está en aquella emblemática nación, sino también para la Iglesia entera, y para todos los hombres, para la edificación de una humanidad nueva, tan necesitada de esperanza y de reconstrucción. Al finalizar su importantísimo y alentador discurso en la ONU, ratificado por el fortísimo aplauso de toda la Asamblea de representantes de todos los países puestos en pie, dijo: En mi reciente encíclica «Spe salvi», he subrayado «que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación. Para los cristianos, esta tarea está motivada por la esperanza que proviene de la obra salvadora de Jesucristo». Ésa es la motivación más profunda del Papa, el fundamento de cuanto ha ofrecido a todos los países en la ONU, también al nuestro, que es válido para todos y donde se abre un gran futuro para la Humanidad entera en esta época marcada por la globalización y por una complejidad grande y en tantos frentes y situaciones. Es la piedra angular sobre la que se puede basar y edificar el futuro».
Afrontar las heridas de la Iglesia
También quiso mencionar el viaje del Papa el obispo de Huesca y de Jaca, monseñor Jesús Sanz, quien, también en su homilía del pasado domingo, recordó que «hemos seguido el viaje del Papa a Estados Unidos y hemos pedido por el fruto apostólico de este periplo del sucesor de Pedro. Por igual razón, fueron Pedro y Pablo a Roma y Atenas para anunciar a Jesucristo». Asimismo, afirmó que «podemos levantar acta de lo que a lo largo de estos tres años primeros de su pontificado, Benedicto XVI nos ha mostrado con enorme profundidad, belleza y sencillez, pero también podemos hacer una crónica del contrapunto amable o desairado que ha ido generando dentro y fuera de la comunidad católica. Pero mientras describimos los encuentros y desencuentros que suscita el actual Pontífice ante quienes le agradecen sus textos y sus gestos, o ante quienes le censuran hasta su libertad de expresión, debemos recordar siempre más en la hondura el significado que tiene Pedro en la Iglesia de Jesucristo en este tramo de nuestra historia, y cómo el actual obispo de Roma conduce con sabiduría y pasión la barca eclesial remando mar adentro. Lo hemos visto en estos días con motivo de su viaje apostólico. Sin dejar de afrontar los escollos de las heridas de esa Iglesia con motivo de los escándalos en el campo terrible de la pederastia, ha sabido acoger a las víctimas, ha sabido orar en la cicatriz del terrorismo islámico, ha reconocido el valor democrático y la fe pública del pueblo norteamericano, y ha dirigido una importante alocución al mundo desde la tribuna de la ONU, destacando el valor de la religión —como parte de los derechos humanos— para construir un mundo justo y nuevo, el valor de la diplomacia como herramienta de diálogo y de solución a los conflictos, la tutela de la familia que deben ofrecer los países como fundamento de la sociedad».