Cristianos por la Convivencia: «La política nos ha dividido; probemos a rezar juntos» - Alfa y Omega

Cristianos por la Convivencia: «La política nos ha dividido; probemos a rezar juntos»

Ricardo Benjumea
Dos impulsores de Cristianos por la Convivencia: Eugeni Gay, exvicepresidente del Constitucional, y José Sols, catedrático de la Universidad Ramón Llull

«Cristianos y cristianas» que aman una Cataluña «hermanada de tú a tú y sin aires de superioridad con el resto de los españoles». Esta es la carta de presentación en forma de manifiesto de Cristianos por la Convivencia, iniciativa que, impulsada por un grupo de intelectuales catalanes, promueve una Cataluña comprometida con «la fraternidad en Europa» y en la que se dé la bienvenida a las «personas venidas de todos los rincones del planeta».

José Sols, director de la cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano en la Universidad Ramón Llull, ejerce de portavoz del grupo, entre cuyos impulsores figuran Eugeni Gay, exvicepresidente del Tribunal Constitucional, o el presidente de Justícia i Pau de Barcelona, Eudald Vendrell.

A finales de los años 80, Sols visitó a una comunidad de religiosas en Belfast (Irlanda del Norte) que se reunían para rezar con cristianos protestantes. «Yo pensé: ¡qué ingenuas sois!». Pero hoy tiene claro que ese es el camino en Cataluña. «Votemos a un partido o a otro, los cristianos deberíamos ser quienes iniciáramos el proceso de reconciliación. Esta es nuestra misión: juntarnos para guardar silencio y orar juntos. Los discursos nos han separado, así que quizá deberíamos trabajar más la línea del silencio y la oración», dice en conversación con Alfa y Omega en la mañana del 2 de octubre.

¿Esto tiene arreglo?
A la corta, no. Está todo muy polarizado y hace tiempo que la Generalitat ha adoptado el discurso de que ellos representan al pueblo catalán y de que no hay nada más importante que ese pueblo catalán, que está por encima de cualquier legislación… Es un discurso que, me sabe mal decirlo, me recuerda al de los fascismos de los años 30. Por otro lado, los sentimientos nacionalistas e independentistas han ido creciendo en estos años; se han ido alimentando tanto en la escuela como con el discurso político, y hemos llegado a una situación de extrema tensión, en la cual la sociedad catalana está completamente partida en dos. Poco menos de la mitad querría la independencia y poco menos de la mitad no la quiere; el resto no sabe, no contesta. La diferencia es que la primera mitad no tiene reparo en hablar en público, salir a la calle, gritar…, mientras que la otra parece que tenga que pedir perdón por existir. Igual que en los años 20 y 30, cuando de pronto surge un colectivo que, aunque inicialmente no es mayoritario, hace mucho ruido, tiene las muy claras, señala muy bien a un culpable de todo lo que pasa y los demás no saben cómo responder a eso. La historia nos dice que procesos de este tipo acaban mal. Aunque es cierto que encontrar una solución a la corta es complicado, creemos que a la larga los cristianos debemos aportar puentes de comunicación y de diálogo.

¿Qué pensó al ver las imágenes de las cargas policiales el 1O?
El referéndum era ilegal y para cumplir la ley se utilizaron medidas policiales. No entramos en si hubiera sido mejor o no evitar intervenir y que la gente tuviera su fiesta, como en el 9N. Y no voy a ser yo quien se alegre por ver a gente empujada o golpeada. Claro que, si lo comparamos con disturbios anteriores en Cataluña, la respuesta no ha sido más violenta.

Uno de los impulsores de Cristianos por la Convivencia es Eugeni Gay, exvicepresidente del Tribunal Constitucional, que se significó por su defensa del Estatut. Otro firmante es Eudald Vendrell, presidente de Justícia i Pau de Barcelona, una de las once instituciones cristianas que se pronunciaron a favor del procés. No son perfiles particularmente centralistas.
Nos gusta la autonomía, es lo que tenemos desde hace años, aunque se podría tener un poco más, igual se podría tener un poco menos. Por lo que nosotros hemos tomado partido es por el respeto al Estado de Derecho y a las leyes, tanto las del Parlamento catalán como las del Estado español o las de la UE. Pero dentro de ese marco, el Estado de Derecho permite una gran pluralidad de opciones y somos votantes de partidos muy distintos, de izquierdas y de derechas, nacionalistas y no nacionalistas.

En cuanto a Vendrell, que sea presidente de Justícia i Pau no significa que piense lo mismo que los demás miembros. En este momento todas las instituciones en Cataluña están muy fragmentadas. Nos encontramos cada uno con que el que está en el despacho de al lado piensa de forma radicalmente distinta de la nuestra y a veces el ambiente se hace irrespirable. Tenemos divisiones en familias que ya no celebran la Navidad juntas; hay divisiones entre los vecinos, como las que hemos visto estas noches con las caceroladas, con insultos de unas ventanas a otras en comunidades que tradicionalmente eran muy tranquilas. Grupos de amigos, instituciones cristianas, parroquias, movimientos… Se está fragmentando todo. Lo mismo ocurre en el mundo académico, donde, sin ningún tipo de consulta al resto de miembros, una parte ha hecho comunicados deprisa y corriendo en nombre de toda la institución.

¿Cómo sale la Iglesia catalana parada de esta crisis política?
Los obispos intentan ser pastores de todos, apelando a la convivencia, a tender puentes… Con alguna pequeña excepción, se mantienen en ese mensaje conciliador. Pero si descendemos un poco más, encontramos la misma fragmentación que en el resto de la sociedad catalana, aunque de momento las formas se están manteniendo. Y sucede igualmente que los que se pronuncian más abiertamente son los independentistas. Por eso nosotros hemos querido dar este paso diciendo: somos cristianos y somos catalanes, y creemos que hay que tender puentes, que juntos estamos mejor. Juntos entre los catalanes, juntos con el resto de españoles, lo cual no significa que no se pueda dialogar de mil cosas ni que el Gobierno de Madrid lo haya hecho todo bien. Ha hecho cosas mal. Pero el sistema democrático permite que podamos criticar las cosas malas, alabar las buenas, cambiar los gobiernos…, siempre desde el respeto a las reglas.