La peregrinación de la Cruz y del Icono, según los arzobispos metropolitanos de España, un reguero de gracia - Alfa y Omega

La peregrinación de la Cruz y del Icono, según los arzobispos metropolitanos de España, un reguero de gracia

Expectación, fervor, testimonio valiente de los jóvenes en las calles, oración, y momentos emocionantes vividos en diversos lugares de sufrimiento, sobre todo en las cárceles. Así resumen los arzobispos metropolitanos de España la presencia de la Cruz de los Jóvenes y del Icono de la Virgen en sus diócesis, por donde han pasado encendiendo y reavivando el ánimo para la JMJ de Madrid 2011. M. M. L. y Jorge Fernández

Redacción
Los jóvenes portan el Icono de la Virgen de las JMJ por las calles de Granada.

+ Antonio María Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid
Presencia de la Cruz: 14 septiembre 2009- 31 marzo 2010

La Cruz de la JMJ, peregrina por todos los continentes —falta solamente África—, señala al norte y al sur, al este y al oeste de la tierra: ¡es signo de la totalidad universal de la redención del hombre, operada en y por el misterio de la salvación en Cristo.

La peregrinación de la Cruz, que está ya concluyendo, ha dado unos frutos pastorales espectaculares. Y van in crescendo. En las últimas diócesis, en Andalucía, ha sido verdaderamente una gracia de Dios, que se derramó a raudales sobre los jóvenes. Con ese espíritu tenemos que prepararnos estos meses que nos quedan para la celebración de la JMJ.

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+ Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo de Barcelona
(14-15 mayo 2010)

La Cruz de los Jóvenes fue recibida con entusiasmo en diversos lugares, empezando por la basílica de Santa María del Mar, en un acto que presidí con unción, rodeada de muchísimos jóvenes. Fue una vigilia de oración, saboreando de alguna manera la vigilia que presidirá el Santo Padre Benedicto XVI en agosto de este año en la celebración de la JMJ. Para nosotros fue también una preparación de los jóvenes para recibir al Santo Padre el 6 y 7 de noviembre de 2010, con motivo de la Dedicación de la basílica de la Sagrada Familia.

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+ Jaume Pujol Balcells, arzobispo de Tarragona
(16-18 mayo 2010)

El itinerario de la Cruz en Tarragona comenzó en la cárcel: ver a los presos abrazados a la Cruz al terminar el vía crucis nos llenó los ojos de lágrimas y de una gran emoción. Luego, nos hizo ver lo importante que era para los jóvenes, que llenaron la catedral, un enorme anfiteatro, y la pasearon sin pudor por las calles, turnándose cada dos pasos: ¡todos la querían llevar! Pasó por los conventos de clausura, por muchas parroquias, estuvo con los monjes de Poblet… Nos supo a poco. Salió del corazón un Gracias a Juan Pablo II por este regalo: una cruz de madera, sencilla, vacía, que pide a gritos que nos sacrifiquemos por los demás.

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+ Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela
(2-8 agosto 2010 y 28 diciembre 2010-13 enero 2011)

El pasado mes de agosto, la Cruz de los Jóvenes, acompañada del Icono de la Virgen, presidió los actos centrales de la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes. De nuevo, entre diciembre y enero de este año, fue acogida en la diócesis. Ha sido un precioso colofón para un Año Santo Compostelano, en el que el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Muchos niños, jóvenes y adultos abrazaron y adoraron la cruz, signo de vida, de esperanza y de renovación, redescubriendo el amor con que Dios nos ha amado en su Hijo Jesucristo, que en ella vence el pecado y la muerte con la total entrega de Sí mismo.

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+ Francisco Pérez González, arzobispo de Pamplona, y obispo de Tudela
(1-5 septiembre 2010)

La visita de la Cruz, que tuvo la veneración de toda la diócesis de Pamplona y Tudela y fue un punto de referencia de aquello que Juan Pablo II siempre anunciaba: que sólo en la cruz de Cristo, en el amor de Dios manifestado en la entrega de Cristo, encontraremos el sentido de la vida. Y sigue dando fruto: hemos hecho una réplica que entregué a los jóvenes y está pasando por todas las parroquias y grupos, para que sea un punto de referencia en la JMJ. También está presente cuando hay momentos de oración, como los primeros viernes de mes, cuando unos 400 jóvenes se unen con el obispo para orar por y para la JMJ.

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+ Jesús Sanz Montes, OFM, arzobispo de Oviedo
(6-12 septiembre 2010)

La Cruz de los Jóvenes guarda un secreto inmenso. Los brazos que la han llevado por todo el mundo son brazos llenos de esperanza, pero también brazos heridos, los propios de chicos que se abren a un mundo duro en el que, para ellos, queda todo por escribir. Nuestra diócesis ha acogido también esta cruz y ha puesto en ella el beso joven de nuestros cristianos de hoy y de mañana. Haberla acompañado por nuestras grandes ciudades y por las cuencas mineras; haberla puesto como estandarte ante las gentes de nuestras montañas o del mar, es haber querido que volviera a mostrarse una vez más la salvación de Aquél que estuvo clavado en ella. Un momento especialmente intenso fue cuando, la víspera de la Virgen de Covadonga, estuvieron en la santa Cueva, en la vigilia de oración con tantos jóvenes. Se llevaron nuestro secreto, ese que sólo se guarda en el Corazón de Dios y en los latidos de su Madre.

El recorrido de la Cruz y el Icono: en rojo, la archidiócesis de Madrid, que recorrió entre 2009 y 2010; en amarillo y naranja, las que ha recorrido en 2010 y 2011; y en blanco, las que aún no ha recorrido.

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+ Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
(4-9 octubre 2010)

La presencia de la Cruz de la JMJ fue un clarinazo que se oyó en toda la diócesis, por su presencia en las principales parroquias, en muchos conventos y en los medios de comunicación. Fue también un anticipo del bien espiritual inmenso que producirá la JMJ, así como una confirmación de la fe de mucha gente mayor, al ver que la fe en Jesucristo sigue atrayendo a los jóvenes; y una gran sementera de oración, de esperanza y de entusiasmo apostólico. Doy gracias a Dios, y pido a la Santísima Virgen que la eficacia redentora y renovadora que brota de la cruz de su Hijo reavive la fe y el espíritu misionero de nuestro pueblo.

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+ Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid
(19-23 octubre 2010)

Recibir la Cruz de los Jóvenes y el Icono de María significó comprobar, en primera persona, la actualidad, la fuerza y el sentido que tiene la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Ante ella, miles de jóvenes rezaron; con ella, los jóvenes peregrinaron y estuvieron presentes en lugares donde se manifiestan el sufrimiento y la debilidad; por ella, la juventud de la Iglesia reavivó su fe, su esperanza y su amor. Su presencia en nuestra Iglesia local fue el primer paso de ese camino exterior e interior que el Papa Benedicto XVI nos dice que hemos de recorrer para llegar a la JMJ de Madrid 2011.

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+ Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Toledo
(5-11 diciembre 2010)

Es complicado resumir casi una semana, pero diría que fue un buen empujón para la preparación de los jóvenes para la JMJ. Se creó hacia ellos una expectación que no creíamos que hubiera. Evidentemente, algunos jóvenes estaban sensibilizados, pero no todos. Fue muy interesante entrar en la cárcel de Ocaña y tener un encuentro con los internos. Fue insuflarles un poco de fuerza y ánimo, en esa vida compleja en la prisión. Ver cómo la gente reacciona ante algo tan cristiano como la cruz del Señor y la imagen de la Virgen da mucha satisfacción.

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+ Manuel Ureña Pastor, arzobispo de Zaragoza
(16-26 diciembre 2010)

La visita de la Cruz y del Icono supuso un tiempo de gracia. Los jóvenes, que acudieron en gran número a los actos, vieron en la Cruz la expresión tangible, visible, del gran amor que Dios nos tiene. Y vieron, en el Icono de la Virgen, el primero y determinante de la Humanidad a Dios. Sin María, la Cruz, esto es, Cristo, no habría sido plantada en este valle de lágrimas. Con lo cual, los hombres seguiríamos encadenados al pecado y presos de la muerte. Dos hechos impactaron de forma especial: la recepción de la Cruz y del Icono, que venían en barca por el Ebro, a la altura del Pilar; y la Misa de Nochebuena en la cárcel con los presos.

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+ Santiago García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz
(14-21 enero 2011)

Juan Pablo II demostró que Jesucristo sigue llamando a los jóvenes de todos los países y culturas; y que los convoca precisamente con el signo de la Cruz, y con la mirada maternal y el testimonio valiente de la Santísima Virgen María. Estos signos, que nada tienen que ver con un deseo facilonamente complaciente para los jóvenes, golpean el espíritu de quienes buscan la verdad que nadie les ofrece fuera de la Iglesia. La verdad del amor de Dios abre el corazón de los jóvenes inquietos y ávidos de vida y de sentido, y atrae su mirada interior hacia el misterio de Cristo salvador.

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+ Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Valencia
(11-17 febrero 2011)

Del 11 al 17 de febrero la Cruz de la JMJ y el Icono de la Virgen peregrinaron por nuestra archidiócesis de Valencia. Fueron unos días de bendición para todos aquellos que se acercaron a adorarla. Recorrió toda la geografía de nuestra archidiócesis, y los jóvenes vieron en esta Cruz una presencia del Beato Juan Pablo II, a quien le pedían, por su intercesión, el valor para seguir al Señor con todas las consecuencias.

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+ Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla
(9-20 marzo 2011)

La visita de la Cruz y el Icono a Sevilla ha sido una auténtica gracia de Dios para la archidiócesis; una Pascua anticipada, es decir, el paso del Señor y de su Madre bendita a la vera de miles de jóvenes, cuya respuesta ha sido muy alentadora. No dudo que muchos se han encontrado con el Señor; para otros, ha supuesto un fortalecimiento de su compromiso apostólico, y, en algún caso, un estímulo decisivo en sus inquietudes vocacionales. Estoy convencido de que a todos nos ha ayudado a renovar y robustecer nuestra pastoral juvenil y a prepararnos espiritualmente para participar con entusiasmo en la JMJ.

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+ Javier Martínez Fernández, arzobispo de Granada
(9-15 mayo 2011)

Volví de la beatificación de Juan Pablo II con un gran deseo de conversión. Era un deseo de esa humanidad que uno ha visto tantas veces florecer en las JMJ. Él tuvo el don, en todos esos momentos, de convocar una Iglesia hecha de carismas distintos, en las que, sin embargo, todos nos sentíamos hermanos. Algo parecido hemos vivido aquí en Granada con la Cruz y el Icono: desde el primer momento, vivíamos con la conciencia de ser una única familia, llena de dones y de miembros diferentes.