La custodia, decisión de responsabilidad - Alfa y Omega

La verdad es que es triste enterarse de un solo caso de divorcio o separación. Una esperaría del Gobierno una propuesta para esforzarse en favor del matrimonio y su estabilidad. Pero, en vez de ayudar y luchar en pro de la reconciliación, a través de la mediación familiar, de una etapa de reflexión de los cónyuges, de una separación temporal…, el Gobierno se limita a presentar una propuesta de solución a uno de los problemas sociales que supone el divorcio: la decisión sobre la custodia de los hijos.

Una vez agotadas todas las alternativas posibles a la ruptura familiar, cuando el caso es irremediable, toca pensar especialmente en las víctimas más indefensas implicadas en el divorcio o separación —los niños—, para encontrar la mejor opción ante el problema. Siendo los cónyuges ya adultos, sólo cabe pedirles responsabilidad y madurez, a la hora de solicitar la custodia, una solicitud que tenga en cuenta siempre el bien del menor. Pero, ¿cual es ésta?

Ante este tipo de decisiones, el interés del menor debe estar por encima de las apetencias de cualquiera de los dos cónyuges, y debe ser el criterio último para la decisión del juez. Ni la Ley debe obligar a un único tipo de custodia (la compartida), ni uno de los padres puede forzar la custodia monoparental, al margen del interés objetivo del niño.

Son muchos los factores que deben valorarse para tomar la decisión: la relación que tienen los cónyuges entre sí; las circunstancias en las que vive cada uno; su situación socioeconómica, laboral, y emocional; los motivos de la separación. También respecto a los niños: el lugar donde residen, su rutina diaria de estudio y ocio, su estabilidad emocional, su edad, sus amigos… Por ello, una Ley que impusiese la custodia compartida, sin considerar previamente las circunstancias que rodean a cada separación, no sería responsable; como no lo sería una Ley que prevea o incentive la custodia de uno solo de los cónyuges.

Si bien la custodia compartida es, en abstracto, la mejor solución para intentar mantener, en la medida de lo posible, la estabilidad del menor, no siempre es la solución más correcta para los hijos en las situaciones concretas que se pueden plantear; ya que, muchas veces, los casos de separación y de divorcio implican serios dramas personales para las partes implicadas, que desestabilizan a los cónyuges e impiden un gobierno compartido razonable de los niños.

En muchas ocasiones, las circunstancias que rodean la separación, o el divorcio, aconsejarán que sólo se haga cargo de la custodia el padre o la madre; y, otras muchas veces, la madurez y buen criterio de los cónyuges facilitará y aconsejará que la custodia sea compartida. La custodia no es una decisión a blanco o negro, que el legislador pueda adoptar con carácter general, sino que -tras un análisis responsable de cada caso- admite multitud de grises que sólo el juez puede apreciar en cada caso concreto.

Carmen González