Gran Peregrinación María, Reina de Granada. El primer Sagrario de Dios en la tierra
Las calles granadinas acogieron, el pasado sábado, una peregrinación para conmemorar el I Centenario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de las Angustias, Patrona de Granada, que celebra, además, su Año Jubilar
El niño que cae al suelo encuentra la mano de su madre que le ayuda a levantarse; y, cuando llora temeroso por las noches, encuentra en su rostro y abrazo el consuelo que necesita. La madre es quien introduce al niño en la vida, desde el primer momento, cuando da a luz a su retoño.
La experiencia de una madre que está con nosotros y nos guía y ayuda en cualquier circunstancia es la que todos los cristianos tenemos cuando acudimos a Nuestra Madre María Santísima. De esa experiencia, nace un agradecimiento y devoción por la Madre de Dios, intercesora ante Nuestro Señor, que se ha mostrado públicamente por las calles de Granada el pasado sábado, con la celebración histórica de la Gran Peregrinación María, Reina de Granada. Se trata de una procesión extraordinaria con 33 imágenes de la Virgen de Granada, algunas de ellas Coronadas, y Patronas de pueblos de la provincia, como Motril, Almuñécar, Alhama, Loja y Ugíjar (Alpujarras). Con esta procesión extraordinaria, Granada ha festejado el I Centenario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de las Angustias, Patrona de Granada, que celebra su Año Jubilar en la diócesis, hasta el 31 de diciembre, en el contexto del Año de la fe.
En vísperas de Pentecostés, la explosión de fe en torno a la Virgen se vivió desde el amanecer, cuando desde sus templos salían las sagradas imágenes hasta la catedral, donde permanecieron durante toda la mañana para ser visitadas. Por la tarde, en la celebración de la Eucaristía, el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, recordaba una cita del Beato Juan Pablo II, de su encíclica Redemptoris Mater: «La Virgen, Madre, precede a la Iglesia en su peregrinación hacia el Reino», de tal manera «que esta tarde eso se hace carne». Y, en la peregrinación, un capataz decía a los costaleros: «Ánimo, hermanos, que vamos a levantar al Cielo al primer Sagrario que tuvo el Hijo de Dios en la tierra, la Madre de Dios». El riesgo de lluvia durante algunos tramos del recorrido no impidió que miles de personas participasen en esta Gran Peregrinación, en una expresión pública de fe, amor y devoción por Nuestra Madre. Una tras otra, imágenes de las distintas advocaciones de María Santísima recorrían las principales calles de la ciudad hasta la basílica de la Patrona, donde el arzobispo de Granada elevó una oración ante cada una de ellas y, junto con el pueblo de Dios, rezó la Salve.
Cuando se lleva algo verdadero en el corazón, el rostro lo expresa. Así sucedía con los granadinos que, al paso de las sagradas imágenes, expresaban en sus rostros compungidos cuán necesitados estamos de la protección de María, intercesora nuestra. Y cada uno de ellos, con una oración en el corazón: trabajo, salud, aumentarnos la fe, ser felices, una vida plena… Al grito de ¡Guapa! ¡Viva la Madre de Dios!, ¡Viva la Virgen de las Angustias!, los granadinos clamaban públicamente el amor a una Madre que siempre está presente.
Llenos de júbilo y gozo, las hermandades y los fieles hicieron experiencia de ser una familia que, en torno a su Madre, se reúne para decirle cuánto la quieren. Y es que, aun sin conocerse unos y otros, los rostros de los cofrades y del resto de fieles resultaban familiares al paso de las advocaciones de Nuestra Madre. Es la familiaridad que nace de la fe.
Los granadinos han vivido una jornada única de devoción en torno a María, que hoy sigue viva en el corazón y que encuentra un antecedente similar en 1954, cuando más de una treintena de imágenes de Granada y provincia llegaron a la ciudad para celebrar el I Centenario del Dogma de la Inmaculada Concepción.