No es verdad 904 - Alfa y Omega

Es muy de agradecer, con la que está cayendo en nuestra España, primero que siga habiendo humoristas y buen humor, que ya hace falta esperanza y optimismo, y, segundo, que algunos, como Nieto en la viñeta que ilustra este comentario, sepan resumir tan insuperablemente lo que pasa. En este rincón vengo preguntándome, en voz alta, cómo es posible que ocurra lo que ocurre y, al acabar cada semana, siempre se me quedan cosas en el tintero. Mucho me temo que esta semana me vuelva a pasar lo mismo, pero como prometí seguir preguntándomelo, lo hago.

Es muy de agradecer que no sea yo sólo el que se lo pregunta, sino que cada vez sea mayor y más cualificada la compañía. Así, por ejemplo, en su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, el lunes pasado, el Presidente de la Conferencia, que seguramente vio también la viñeta de Nieto, se preguntaba en voz alta, ante sus hermanos en el episcopado y ante los periodistas: «¿Cómo es posible que el Tribunal Constitucional no haya respondido aún al recurso que, hace cuatro años, le fue presentado contra la segunda ley del aborto?».

Yo podría hoy seguir preguntando, hasta mañana si Dios quiere, cómo es posible que, ante la acuciante urgencia de renovación moral que necesitamos, andemos, gente y medios, enredados todos, unos más y otros menos, en lo de los gastos de viajes de los parlamentarios y aforados, o en la matraca aburridísima de Mas, Junqueras y Pujoles, en lo del Fiscal Jefe de Cataluña que parece haber encontrado la horma de su zapato en el Fiscal General del Estado –todos no son iguales, a Dios gracias–, o en lo de las encuestas más o menos cocinadas del podemos pero no queremos. Pero, verán ustedes, resulta que, por importantes que sean todas esas cosas, lo primero es siempre lo primero, y lo primero es la vida, el derecho a la vida de los seres humanos; entre otras curiosas razones, porque si no viven, si no se les deja vivir, luego ni siquiera pueden ser santos o corruptos, con coleta o sin ella, aburrirnos o dejarnos de aburrir.

Pasado mañana, cientos de miles de españoles y de amigos de fuera están convocados a una gran manifestación, en Madrid, con ocasión de la retirada vergonzosa del proyecto de ley del aborto por razones que al ex ministro de Justicia, señor Gallardón, sencillamente le dan asco, y algo debe de saber sobre ellas. Resulta que el Papa Francisco acaba de pedir una «nueva ecología humana» y de recordar que «los pilares fundamentales que sostienen una nación son inmateriales»; vamos, que la panacea no es precisamente la economía. Ha querido recordar también que la familia no es ni conservadora ni progresista; es, sin más, la familia, un hecho antropológico que no debe ser ni ideologizado ni politizado; que los niños, todos, tienen primero derecho a nacer, porque si no se les deja, luego no pueden tener derecho a un padre y a una madre y a nacer en una familia. Y el Presidente de la Conferencia Episcopal Española habló, el lunes, de que «nadie tiene derecho a decidir a quién se deja nacer». Nadie quiere decir, exactamente, nadie. Una sociedad sin abortos provocados es más limpia y Europa es cada vez más un continente sin niños, o sea sin futuro y, bajo bandera de libertad, la devastación moral es espantosa. Puestos a preguntar, pregunto cómo es posible que, en esta triste y querida España de hoy, con la ley en la mano, pueda ser legal -no decente, no digno, no moral, no coherente, no humano, pero sí legal- asesinar a un discapacitado por medio de un aborto provocado. ¿Esto es propio de un país civilizado?

Mas y sus monaguillos pueden seguir aburriendo a las ovejas con su tabarra separatista, Rajoy puede seguir haciéndose fotos con Obama y el cantamañanas engañabobos de la coleta, y su casta –perdón, creí que había escrito caspa– que ahora, cuando del dicho hay que pasar al hecho, y por sus hechos los conoceréis, recula tácticamente y elude conflictos, por mí como si canta rancheras; pero insisto, lo primero es lo primero, la vida, y abortar es matar a un inocente, se pongan como se pongan. Y pasado mañana, en Madrid hay ocasión de hacerlo valer.