«Es hora de construir una Iglesia más inclusiva y abierta»
Con 11 años, al entrar en el seminario, Eusebio Hernández Sola tenía claro que quería entregar su vida a los demás. Sin embargo, no imaginaba un plan de Dios tan polifacético: religioso, sacerdote, miembro de la Curia romana durante 35 años y, desde 2011, obispo. El pastor de la diócesis de Tarazona repasa su intensa trayectoria con motivo de las bodas de oro sacerdotales.
Medio siglo da para mucho…
Tenía 23 años cuando recibí esta gracia sacramental y estos 50 años han pasado tan rápidamente que parece que fue ayer. Me sigue preocupando encontrarme con la cesta de la vida vacía. Por eso, cada día le pido al Señor en mi oración que fortalezca mi fe, renueve mi ilusión a seguirle con radicalidad y me ayude a extender su Reino.
¿Cómo se integra el carisma propio del religioso con el sacerdotal y episcopal?
Ante todo somos discípulos del Señor y estamos llamados todos a vivir el Evangelio. Es Él el que nos ha llamado y nos une. El sacerdocio es el mismo, aunque el religioso lo ejerce siguiendo el carisma de su fundador y viviendo en una comunidad.
¿Qué huella le han dejado estos siete años en Tarazona?
Siento una inmensa gratitud y alegría porque estoy cubriendo el vacío que sentía de una vida pastoral más intensa y cercana con el pueblo. Disfruto al compartir las inquietudes y gozos, los sufrimientos y esperanzas de la gente sencilla. Me encuentro feliz entre mis sacerdotes. Lástima no tener algunos años menos para poder gastarme y desgastarme más en estos pueblos marginados y sencillos de esta diócesis pequeña, pero muy querida.
¿Cómo ve el futuro de la Iglesia?
Es la hora de ponerse manos a la obra para construir una Iglesia más sinodal, inclusiva y abierta al diálogo con el mundo y con otras confesiones religiosas. Una iglesia pobre, servidora, testigo del Evangelio que comparta la vida y sus bienes con los más desfavorecidos de la tierra, portavoz profética ante las injusticias y el sufrimiento.
Acaba de reunirse con el Papa.
El 19 de junio tuve la fortuna de concelebrar en Santa Marta la Eucaristía con él. Lo encontré lúcido y en muy buen estado de salud. Después me concedió una audiencia personal. Fue un encuentro privilegiado, de media hora, en el que compartí mis preocupaciones e ilusiones de la Iglesia y de mi pequeña diócesis de Tarazona.
José María Albalad / Iglesia en Aragón