El europeísta Joseph Weiler, en el Aula universitaria Veritatis splendor. La humildad de la fe - Alfa y Omega

En el marco de los discursos de Ratisbona, la libertad religiosa a la que el Papa se refería no se trata sólo ni principalmente de una expresión de la tolerancia y liberalismo. Es la expresión de una propuesta religiosa profunda con importantes consecuencias. La esencia de la libertad religiosa es la libertad de decir No a Dios. Un verdadero a Dios sólo puede salir de un ser que tiene la capacidad espiritual interna, así como la capacidad material externa, de decir No. Esta libertad frente a la religión es a la vez, para Benedicto XVI, el primer ticket de entrada en el espacio y el discurso público. Implicaría una confusión radical que las personas no religiosas pensaran que los creyentes tienen la intención de imponerles sus convicciones.

La Iglesia, profeta a la puerta

Más tarde, en el Bundestag, Benedicto XVI esgrime su segundo ticket de entrada, su segundo desafío a la ética predominante. Cuando la Iglesia y los creyentes hacen propuestas de valor para la esfera política, cumplen con su deber de ser el profeta a la puerta que llama a la humanidad hacia la Justicia. La Iglesia entona esta llamada a la Justicia en nombre de la razón, no de la Revelación. Es un paso muy atrevido del Papa, puesto que constituye no simplemente un acto de reivindicación de la legitimidad de la presencia de la religión en la plaza pública, sino también una autolimitación y sumisión a la disciplina reconocida de la razón pública. Es, a la vez, una afirmación del enorme valor de la fe, pero también un acto de gran humildad, que muchas ideologías seculares no se atreven a imitar.

El movimiento europeo laico no sólo relega la religión a la esfera privada, donde, por supuesto, será protegida como parte de nuestro compromiso con la libertad de conciencia. [El laicista] define la religión, a priori, fuera del ámbito del respeto a la razón, y luego la relega a la esfera privada, pues de todas maneras las personas creen en todo tipo de tonterías ilógicas e irracionales. Benedicto XVI rechaza todo esto. Él nos recuerda que hay cuestiones muy amplias que afectan a la condición humana —tales como sus orígenes y su telos—, de las que el racionalismo científico simplemente no se ocupa, pero que no deben ser retiradas de la disciplina del discurso razonado. De manera sutil, parece dar a entender que el simple uso de la palabra religión no debería conferir a ningún sistema de creencias el imprimátur de legitimidad. La tradición católica está particularmente comprometida con la disciplina de la razón; pero a la vez está ligada por la misma disciplina.

Un patrimonio que proteger

Por eso hay algo inquietante —totalizante— en una definición del espacio público en la que el Estado no sólo protege y garantiza, sino que define ese espacio público. El Estado no sería sólo una parte del espacio público, sino que constituiría él mismo ese espacio público, única y exclusivamente. La tradición cristiana de dar a Dios y al César es interesante, en este contexto, por dos razones. En primer lugar, conceptualmente se ofrece un modelo de relaciones no competitivas entre el Estado y la Iglesia. En segundo lugar, la tradición cristiana reconoce que el ser humano y la sociedad humana florecen mejor en un mundo donde no exista un monopolio sobre el espacio público. Esto sigue siendo parte de la tradición de Europa occidental, pero actualmente se trata de un aspecto agredido. Todos nosotros, cristianos y no cristianos, religiosos y no religiosos, perderíamos si se difuminara esta característica propia de nuestra cultura política.

Joseph Weiler

Abramos espacios a la pregunta sobre Dios

El Aula universitaria Veritatis splendor, de la Delegación de Pastoral Universitaria de Madrid, pretende «promover un diálogo filosófico y teológico» entre los profesores universitarios sobre «la razón en relación con la religión, un diálogo pendiente en la universidad», explica doña Amparo Lozano, Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad CEU San Pablo. En su Jornada Cultural del lunes, sobre el tema ¿Podemos seguir hablando de justicia hoy?, intervino, además del profesor Weiler, don Alfonso de Salas, Director de la División de Cooperación intergubernamental para los Derechos Humanos del Consejo de Europa. Ambos conferenciantes participaron también en sendos encuentros con más de 50 profesores de distintas universidades. Estos profesores comparten la inquietud de transmitir este nexo entre fe y razón a sus estudiantes. Para doña Amparo, en la universidad es posible «dar razón del fundamento cristiano de la vida», tanto de la personal -con el ejemplo- como de la social. Para ella, como profesora de Derecho de la Unión Europea, es «muy sencillo introducir cómo la religión cristiana es fundamento de Europa. Su historia y derecho no se pueden entender sin el cristianismo. Si se propone así, con argumentos de razón, se abre un diálogo que aceptan» todos los alumnos, incluso aquellos ajenos a la experiencia cristiana. Nunca se conoce el fruto de esta siembra, pero «todo lo que sea abrir espacios a la pregunta» sobre Dios, «bienvenido sea. Los profesores cristianos estamos llamados a hacerlo».