Coraje para la apertura de la razón. Una primera enseñanza de Benedicto XVI en Turquía es que la religión, cuando se vive con verdad, hace que la razón se abra y entre profundamente en la realidad, hasta reconocer su origen último en el Tú personal de Dios. El Papa ha reivindicado ante todos la dignidad de la persona, el valor de la familia, la pregunta por el significado de la vida, la contribución de las religiones a la paz y al bienestar social, esbozando un tipo de humanidad que dé fundamento a la convivencia democrática en una sociedad plural. El primer modo de dialogar con hombres de otras culturas y religiones -como está haciendo el Papa- es proclamar lo que es común a todo ser humano por la creación. De este modo se puede reconocer que «la unidad humana y espiritual de los orígenes y de nuestros destinos nos lleva a buscar un itinerario común… en la búsqueda de valores fundamentales». El Papa ha mostrado en acción, durante su viaje a Turquía, el significado de lo que dijo en Ratisbona: «Actuar contra la razón contradice a la esencia de Dios». En efecto, al actuar conforme a la razón, él se ha podido encontrar con hombres de otras culturas y religiones indicando la común paternidad en Dios y las responsabilidades y derechos que de ahí se derivan. Ha mostrado su confianza en la experiencia originaria de todo hombre, con sus exigencias y evidencias elementales, como punto de encuentro para mantener un diálogo imprescindible.
La verdad se testimonia. ¿Cómo se comunica esta verdad sobre la religión, la razón y la realidad? Testimoniándola. El Papa es un testigo de la verdad que se ha dirigido a la libertad de los musulmanes y de todos los hombres de buena voluntad. Nadie podrá decir que el Papa ha condicionado o forzado la libertad de los turcos, sino que, sencillamente, ha puesto ante todos un testimonio. Su segunda enseñanza es de carácter metodológico: la comunicación de la verdad tiene la forma del testimonio. El cristiano despliega su concepción de Dios, del hombre y de la realidad en los espacios de la vida social: en el mundo del trabajo y de la atención a todas las necesidades: educación, sanidad, asistencia en la pobreza y marginación, vida política y económica. Por eso, es decisivo que los cristianos y todos los hombres puedan disponer del espacio social y jurídico para expresar su concepción de la vida, y pueda ser valorada su adecuación a la razón. No es casual que el Papa haya reivindicado el principio de la libertad religiosa, distinguiendo claramente la sociedad civil y la religión, de manera que cada una sea autónoma en su ámbito y respete la esfera de la otra.
Secundar el testimonio, no consumirlo. ¿Quiénes acogen el testimonio del Papa? Aquellos a los que pone en movimiento. Al pedir por los frutos del viaje del Papa no pedimos simplemente por la conversión de los demás. El primer fruto es que nosotros mismos cedamos ante el testimonio del Papa. Su iniciativa de diálogo y de anuncio será tanto más fecunda cuanto más suscite hombres que comparten esa forma de ver la realidad y la razón, y que están dispuestos a testimoniarlo, tanto en sus ambientes cotidianos como en lugares lejanos. Hay un modo de estar ante el testimonio que lo liquida, porque no lo secunda, como si uno aplaudiera con admiración desde su butaca. Pero el Papa no se ha quedado en su butaca, se ha levantado y ha emprendido un viaje que se presumía lleno de dificultades. No queremos dejar pasar el gesto del Papa como un producto de consumo, sino acoger su testimonio que proclama la Verdad. Sólo así podemos secundarlo y entregar la vida como él hace. Necesitamos usar la razón y usar la libertad como él la usa, y, por eso, es esencial la tarea de dejarnos educar en nuestra fe.