Creer y educar - Alfa y Omega

Educar, recordaba Benedicto XVI, nunca ha sido tarea fácil, aunque quizás hoy la familia se encuentra más desorientada que en otras épocas. Si a esto le unimos que también los profesores son conscientes de sus dificultades a la hora de educar a los alumnos, los principales ámbitos de socialización y de conocimiento de niños y jóvenes están siendo los medios, las redes sociales, Internet y los modelos de ocio. La respuesta no puede ser la resignación y el dejarse llevar por el pensamiento dominante, pues dicha actitud nos haría olvidar la auténtica finalidad de la educación, la formación de la persona para ayudarla a vivir en plenitud y que pueda hacer su aportación al bien común de la sociedad. Ello requiere, más que discursos, ejemplos de vida, pues el testimonio y la coherencia son el camino privilegiado de toda tarea educativa.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado. La educación escolar ha de ayudar a entender la complejidad de los fenómenos mundiales y a dominar el sentimiento de incertidumbre que suscitan. Una de las tareas educativas básicas es ayudar a los alumnos no sólo a tomar conciencia de su identidad, sino también a que aprendan a respetar las distintas formas de insertarse en el mundo. En el momento actual, afirma el Papa, hay muchas escuelas católicas frecuentadas por alumnos no cristianos e incluso no creyentes, a los que se les ofrece «una propuesta educativa que mira el desarrollo integral de la persona y responde al derecho de todos a tener acceso al saber y al conocimiento. Pero de igual modo están llamadas a ofrecer a todos, con pleno respeto de la libertad de cada uno y de los métodos propios del ambiente escolar, la propuesta cristiana, es decir, a Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la Historia».

La educación escolar no puede reducirse a la transmisión de conocimientos, sino que apunta a la formación integral de la persona. La escuela católica, al tiempo que cultiva en los alumnos las facultades y capacidades de la persona que les permiten afrontar los interrogantes sobre el sentido de su vida, ayuda al alumno a dar una respuesta de adhesión libre y razonada a la Palabra de Dios, con el consiguiente cambio de vida conforme al proyecto de persona que se le ofrece.

De su Carta ante la XXX Jornada Diocesana de Enseñanza