Como María y José, los niños de Granada piden posada en Navidad
En una noche solitaria y fría, la Virgen María y San José recorrieron Belén buscando un lugar donde dar a luz a Jesús. En Granada, un año más, los pequeños también salieron en busca de cobijo, cantando villancicos y recorriendo algunos puntos de la ciudad para recordar los momentos previos al nacimiento del Niño Dios
La actividad se llama Pedir posada y es una tradición en muchos países latinoamericanos, especialmente México. Consiste en cantar villancicos, a modo de diálogo entre dos coros: el primero, para pedir alojamiento, y el segundo, para denegarlo, hasta la acogida final. Todo ello recorriendo algunos puntos de la ciudad.
A los pies de la tumba de los Reyes Católicos en la Capilla Real y al sonido de la guitarra, comenzó el recorrido para pedir posada en Granada. Los niños y niñas granadinos hacían sonar sus panderetas para acompañar las coplas: «En el nombre del cielo os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada / Aquí no es mesón, sigan adelante. Yo no puedo abrir, no sea algún tunante / No seas inhumano, tenos caridad, que el Dios de los cielos os lo premiará». También se cantaron villancicos populares o el Adeste fideles.
Llovía de forma persistente, lo que no impidió que, provistos de paraguas y con ilusión, mayores y pequeños fuesen entonando los cantos navideños por las calles hasta el siguiente punto de encuentro para, de nuevo, pedir posada. A Rodrigo, de 4 años, el más pequeño de los participantes, acompañado de su abuelo, lo que más le gusta es cantar villancicos y cantárselos al Niño Jesús, a quien quiere «un montón». Paloma, de 11 años, no se ha perdido ninguna edición desde que comenzara a celebrarse en Granada hace seis años, organizado por el Centro Cultural Nuevo Inicio del Arzobispado, y que este año ha contado con la colaboración de la Fraternidad Misionera Verbum Dei Granada y del coro Santa Cecilia de la catedral. A Paloma le gustan los villancicos, la Navidad y cantar, y aunque al día siguiente tenía concierto con su Schola Pueri Cantores, donde es soprano, no quiso perderse la edición de este año. «Me gusta ir por las calles cantando y cuando canto me recuerda la Navidad, y la alegría». Porque la alegría que cantamos con los villancicos es la alegría del Nacimiento del Salvador del mundo; la alegría de que Dios nos acompaña en el camino de la vida. Y por eso estamos alegres. «Le canto al Niño Jesús», afirma Paloma.
Con los mayores
Al Hogar Sacerdotal, donde residen los presbíteros más mayores, también llegó la petición de pedir posada, a la que se sumaron más personas de avanzada edad y que para todos fue ocasión de compartir juntos una tarde de felicitaciones y más villancicos.
La iniciativa alegra a mayores y pequeños y es, esencialmente, catequética. «Es una representación de cómo Dios busca posada en Belén, y así también busca posada en nuestras vidas», explica Dínora Cinco, hermana mexicana del Verbum Dei en la diócesis de Granada. Una forma de mostrar que «en esta Navidad Dios también está tocando nuestras puertas para poder nacer en nuestro pesebre, en nuestras vidas, en nuestro corazón».
Finalmente, la casa de las misioneras de Verbum Dei aceptaron la petición de posada. Allí, ante el sagrario y a los pies del Niño Jesús en el belén instalado en su capilla, niños y mayores adoraron al Niño Dios del pesebre. A la oración siguió la gran fiesta para los más pequeños, con la piñata redonda y siete picos que conforman una estrella. Y una vez más, la catequesis para explicar a los niños y niñas qué significa romper la piñata. Esta piñata redonda recuerda el mundo, sus adornos indican todo aquello que nos deslumbra de este mundo y nos distrae de lo importante que es nuestro interior, nuestro corazón. Los siete picos representan los siete pecados capitales, que aparecen en nuestra vida «cuando no vivimos con Dios». Con los ojos vendados [la fe], los niños golpearon la piñata con un palo [la palabra de Dios]. Las chuches cayeron sobre los más pequeños, con las que se recuerda la gracia, el amor y los dones de Dios para todos.
«Por eso, cuando se quitan los siete pecados [se rompen los picos de la piñata], se quita todo el mal y sale lo que llevamos dentro: el amor y la gracia de Dios». Y mientras uno de los niños golpea la piñata, los demás cantan: “Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”. Y el camino es Jesús».