Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Necesitamos una buena catequesis

Somos misioneros, empeñados en la evangelización y en la pastoral, y colaboramos en algunos países de Hispanoamérica. Cuando escuchamos que España está en crisis, Europa está en crisis, o que el mundo está en crisis, nos sorprende comprobar que el tema de la crisis —como tantos otros— está manipulado, ya que parece que la única crisis que existe es la económica. El aspecto económico es una consecuencia de la verdadera crisis: la de valores, fe, vivencia del Evangelio, llegar al Corazón de Cristo. El profeta Isaías tiene una frase que nos puede ayudar a comprender: Si no creéis, no permaneceréis (literalmente: Si no estáis apoyados [en Dios], no tendréis apoyo). ¿Cuándo nos convenceremos de ello? Si prescindimos de Dios, de sus valores, de la enseñanza del Señor (el Evangelio), ¿cómo podremos mantenernos en pie? Las personas tenemos tres dimensiones: corporal, intelectual y espiritual. Es como un taburete de tres patas: si le quitamos una, se cae al suelo. Lo mismo las personas: si nos mutilamos o nos mutilan de una dimensión, no nos sostenemos y, antes o después, nos hundimos. Es lo que está pasando. ¿Qué nos puede ayudar a solucionar este estado de vida? Unirnos más a Dios, conocer mejor su Palabra, la enseñanza de Jesús (el Evangelio), llevar una vida más fraterna, moral, espiritual, justa, digna, humana… Nos falta formación y una mejor evangelización. Recordemos al Beato Juan Pablo II, que decía: «Nadie en la Iglesia de Jesucristo debe considerarse dispensado de recibir la catequesis». La solución está a nuestro alcance, pero hay que reconocer nuestra realidad y ponernos manos a la obra. Esta tarea la podemos iniciar a nivel familiar, parroquial, diocesano… ¡Si queremos, podemos, pues contamos con el amor de Dios…!

Finita Esteban y Salvador Hernández, matrimonio misionero
Internet

Cuidado con el lenguaje televisivo

Con la riqueza que tiene nuestro idioma para buscar la frase más adecuada, asistimos, en un elevado número de programas de televisión, al uso de la jerga más soez y mal hablada, con la repercusión que esto tiene en muchísima gente y, sobre todo, en la juventud. De un tiempo a esta parte, destaca, en numerosos programas, series e incluso doblajes (aunque no esté en el original), el uso de la palabra hostia, utilizándola de forma despectiva, hiriendo con ello la sensibilidad de numerosos católicos y produciendo un agravio deliberado y gratuito a lo que para nosotros representa la verdadera Hostia (el Cuerpo del Señor). Sugiero a los católicos que cambien de canal cuando se use dicha palabra de forma despectiva. Si no, llegará un día en que se blasfeme coloquialmente y sea considerado normal.

Franco Martín
Madrid

La crítica no soluciona nada

¿De verdad creemos que por quejarnos, lamentarnos, descalificar y hablar sin parar de lo que no conocemos a fondo vamos a arreglar algo? El pesimismo y la crítica negativa no solucionan nada, sólo crean mal ambiente. Sin dejar de ser realistas, deberíamos tener más esperanza y optimismo, buscar el lado bueno de las cosas, tratar de comprender lo que no nos gusta y protestar menos por pequeñeces. Deberíamos hablar más de las buenas noticias, comentarlas y transmitirlas. Si elogiamos lo positivo que hay a nuestro alrededor en nuestro entorno, la gente será más feliz y nuestra parcela del mundo mejorará.

María Martínez
Madrid

Un solo rebaño y un solo pastor

La tecnología y la ciencia avanzan mientras el hombre vive cada vez más de espaldas a Dios, como si no existiera. Por eso, urge la nueva evangelización que al Papa tanto preocupa. En su homilía de inicio de pontificado, dijo: «La Iglesia en su conjunto, así como sus pastores, han de ponerse en camino como Cristo para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida y la vida en plenitud». Esta nueva evangelización no sólo compete al Papa y los pastores, también al laicado con su ejemplo de vida. Por ejemplo, en la universidad, abriendo las puertas de las capillas para estar unos minutos con el Señor antes de la clase. Yo sé que hay jóvenes universitarios que apuntan a que así sea, dando testimonio de su fe. Tenemos que aunar esfuerzos para que consigamos, mediante la nueva evangelización, derribar la soberbia del hombre, que no es nada si no tiene a Cristo, y acercarlo a Dios a través del arte, congresos, diálogos de cultura y fe… Además, hay que cuidar toda vida humana. Cada vida humana aparece ante nosotros irrepetible, cada ser humano es un valor absoluto: la encarnación del Hijo de Dios ha elevado a lo más alto la vida humana. Ojalá lleguemos, no muy tarde, a un encuentro con Cristo, y pasemos a una tierra en que se acabe la soberbia y haya un solo rebaño y un solo Pastor.

María Auxiliadora Gimeno
Madrid

Firmeza y fe, en la adversidad

Hace unos días, coincidí con una amiga que ha perdido hace pocos meses a otro hermano: el primero se le fue hace 15 años, cuando ella acababa de terminar su carrera y se encontraba en una posición privilegiada para continuar con un posgrado que tuvo que abandonar a la fuerza. El segundo, hace poco, en circunstancias dolorosas, con esa edad temprana que deja en el mayor de los desconsuelos a sus más queridos. Luis Rosales, poeta olvidado por la oficialidad sectaria, escribió que los hombres que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir. En este sentido, ella está más que bendecida. Me cuenta que algunos, compadecidos, la tildan como desgraciada, algo que ella para nada comparte; me asegura que la fe la sostiene, respalda y alienta. Y a ello, a buen seguro, contribuyen un marido estupendo y tres hijos maravillosos que la ocupan y preocupan. No es una persona amargada, al contrario: muy simpática, sonrisa fácil, generosa, cercana, que no se queja y se mantiene firme en su fe —¡menudo ejemplo!— en un Dios parco en respuestas. Personas como ella, en los tiempos que corren, son un ejemplo, un referente a seguir, un estímulo para luchar cuando, afortunadamente, en nuestra vida no hemos pasado por similares trances.

Álvaro Pineda Lucena
Córdoba