17 días para comprender que Dios no deja de guiar a su Iglesia - Alfa y Omega

17 días para comprender que Dios no deja de guiar a su Iglesia

León ha demostrado que no olvida a Francisco ni a sus otros predecesores y que quiere integrar su pontificado en los de ellos

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17 días. Menos de 400 horas transcurrieron desde la muerte de Francisco, en cierto sentido esperada pero que nos pilló por sorpresa, y la alegre bienvenida a su sucesor, León XIV. Entre medias una capilla ardiente, Misa exequial, entierro, funerales, congregaciones generales, Misa pro eligendo Pontifice y cónclave; todo acompañado de una liturgia acrisolada durante siglos. No se puede saber si tanto ritual está pensado para atenuar la sensación de orfandad porque no hay una figura visible al timón de la barca de Pedro. Parecería que en cierto sentido es así. El frenesí informativo hace difícil tomar conciencia de verdad de lo que ha supuesto para la Iglesia, para el mundo y para la intimidad de cada uno, la muerte de un Pontífice y del legado que nos ha dejado. 

Casi sin darnos cuenta, nuestros ojos están ya fijos en una antigua chimenea esperando uno de los signos más curiosos que perviven en el mundo contemporáneo. Y, de repente, el humo blanco, el tañer de campanas y el «habemus Papam!». La alegría desbordada, la curiosidad y, después, un suspiro satisfecho. Roma tiene un nuevo obispo; Pedro, un nuevo sucesor; Cristo, un nuevo vicario. Todo ayuda a comprender que Dios nunca deja de acompañar a su Iglesia. A medida que se despliegue el pontificado de León XIV iremos entendiendo cómo. En estos días, entre las múltiples noticias sobre todos los primeros pasos del Papa, quizá algunos fieles se sorprendan o se sientan culpables al darse cuenta de que aparentemente se les ha olvidado Francisco, de que hace días que no piensan en él. Otros se alegrarán por cómo en sus redes sociales se intercalan las noticias sobre el Pontífice estadounidense y peruano y los homenajes al argentino. León ha demostrado que él no olvida a Francisco ni a sus otros predecesores y que, a su manera, quiere integrar su pontificado en lo que ellos fueron tejiendo. Tarea de cada fiel es acogerlo también desde esta perspectiva.