Todas las miradas llevan a Roma - Alfa y Omega

Todas las miradas llevan a Roma

León XIV no quiso hacerse un selfi, quizá para recordar que el periodismo no puede ser autorreferencial. No se puede cubrir el Vaticano para hablar de uno mismo. Cubrir esta información es una responsabilidad enorme

Javier Martínez-Brocal
León XIV durante el encuentro con periodistas
Foto: CNS / Vatican Media.

Dice Matteo Bruni, portavoz del Vaticano, que unas 4.000 personas solicitaron la acreditación para cubrir el funeral del Papa Francisco y el cónclave en el que fue elegido León XIV. Sus miradas hicieron de trámite para decir adiós a Bergoglio y descifrar los gestos del nuevo Pontífice, sus primeros pasos, sus decisiones, sus prioridades.

El nuevo Obispo de Roma les dedicó su primera audiencia. Es un gesto para agradecer las horas de trabajo y esfuerzo que se celan detrás de cada crónica, cada fotografía, cada análisis, cada entrevista: horas de estudio, esperas bajo el sol, sueño perdido, reflexión, desplazamientos, prisas, hambre, tensión. Como han estado mucho tiempo lejos de sus familias para poder contar lo que ocurría en el Vaticano, el Papa los invitó a llevarlas también a este encuentro.

León XIV desplegó horizontes sobre la tarea y la responsabilidad del periodista: mostrar honestamente la realidad, acercarla a quienes están lejos, descifrarla para quienes no tienen los instrumentos que permitan comprenderla. Les dijo que si hacen bien su trabajo, habrá sociedades libres: «Solo los pueblos informados pueden tomar decisiones con libertad». A partir de ahora, la mayor parte del mundo conocerá a León XIV a través del prisma con el que los periodistas lo presenten. Muy pocos privilegiados tienen la posibilidad de vivir en Roma, observar al Papa a diario, hablar con él, leer sus discursos y conocer la mecánica de las decisiones de la Santa Sede. Por eso, les encomendó la tarea de custodiar su propia mirada. «Desarmemos la comunicación de cualquier prejuicio, rencor, fanatismo y odio; purifiquémosla de la agresividad. No sirve una comunicación estridente, de fuerza, sino más bien una comunicación capaz de escucha, de recoger la voz de los débiles que no tienen voz. Desarmemos las palabras y contribuiremos a desarmar la tierra».

En la foto se ve el cruce de miradas de León con el periodista peruano Jesús Canchari, quien llegó a Roma con el sueño de cubrir el cónclave. Trabajó hasta altas horas de la noche prácticamente sin cobrar, quería que la gente conociera lo que estaba pasando. Colaboró con varios medios de su país. Y durante el encuentro con los medios, consiguió detener al Papa con la estrategia de mostrarle la pantalla de su ordenador. «¡Padre, Robert! Por favor, bendiga el Perú, que se desangra», le dijo refiriéndose a la ola de criminalidad. León XIV le puso una mano en la frente: «Todos los días estoy rezando y bendiciendo el Perú».

León XIV no quiso hacerse ni siquiera un selfi en esta audiencia, quizá para recordar que el periodismo no puede ser autorreferencial. No se puede cubrir la actualidad del Vaticano para hablar de uno mismo ni usar la pluma para defender las propias banderas. Cubrir la información del Vaticano es una responsabilidad enorme para un periodista, porque León XIV no es un líder político o social. Como Sucesor de Pedro, no es solo el pastor de la Iglesia católica. Tiene la tarea de ser conciencia «desarmada y desarmante» de la humanidad. La gente tiene derecho a conocer a León XIV, a que quienes cubran el pontificado lo hagan «sin prejuicios, rencor ni fanatismos».