Studzinski, el banquero que se levanta a las 4:30 para rezar - Alfa y Omega

Studzinski, el banquero que se levanta a las 4:30 para rezar

Hace tres meses de Cuaresma al año, desde el 31 de diciembre hasta Semana Santa. Hace falta «abrazar un nuevo modelo de capitalismo que nos pide tratar con justicia y dignidad a los seres humanos», afirma el vicepresidente del fondo de inversión Blackstone

Avvenire

Educado en la fe católica por unos padres polacos que emigraron a Estados Unidos, John Studzinski es uno de los banqueros y filántropos más famoso del mundo. Es vicepresidente de Blackstone –el fondo de private equity que ha comprado la histórica sede del Corriere Della Sera [en Milán] y el 20 % de Versace– y ha sido condecorado tanto por la Iglesia católica como por el Reino Unido. Juan Pablo II le dio la Orden de San Gregorio Magno y la Reina Isabel II, la Encomienda de la Orden del Imperio Británico. De su intensa vida espiritual dice que le «gusta la palabra fe en vez de religión, porque habla de la relación entre dos personas, o sea como yo te trato a ti y tú a mí».

Su Cuaresma empieza cada año el 31 de diciembre y termina el Jueves Santo. «Ni alcohol, ni pan ni mantequilla (que equivale a la pasta para los italianos), ni chocolate ni dulces». Studzinski lo compensa con «más contemplación y menos repetición mecánica de las oraciones». También en tiempo ordinario mantiene una estrecha relación con Dios. «Me levanto a las 4:30 y medito durante 20 o 30 minutos. A continuación rezo durante otros 10 o 15 minutos. Tengo mi breviario, aunque también leo las Escrituras y a una serie de santos entre los que está el Padre Pío».

Prosigue: «También medito por la noche durante otros 20 minutos y rezo durante otros 5. Voy a Misa dos o tres veces por semana, a la catedral católica San Patricio de Nueva York o al Oratorio de Brompton en Londres».

Studzinski ha leído mucho sobre el tipo de modelo económico que quiere seguir la Iglesia guiada por Francisco. «He llegado a la conclusión de que, en términos de distribución de fondos disponibles o de capital, entre varias actividades de inversión en la economía, la Iglesia quiere garantizar el aprendizaje de las personas con el fin de que tengan un papel, tanto en el mercado de trabajo como en la sociedad, que garantice su dignidad. El trabajo es más importante que el dinero».

En opinión de Studzinski «es importante que la colaboración entre el sector público y las instituciones privadas funcione bien para garantizar que las personas entren en el mercado de trabajo y se queden en él. Aunque esto suponga revisar los sueldos y otros aspectos del mercado. Para una persona, el trabajo es fuente de autoestima. Es lo que el Evangelio nos pide cuando habla de amar al prójimo y respetar su dignidad».

Por lo que respecta a la economía italiana, el vicepresidente de Blackstone percibe señales importantes de recuperación. «Aun sigue siendo, por su importancia, la segunda economía de Europa en lo que se refiere a la manufactura y es una economía de éxito en materia de software de ingeniería en Lombardía y también si se piensa en Fiat o en Pirelli», explica.

«Sin embargo, es importante situarse fuera del mercado para tener una visión de conjunto de la economía». (…)

«Existe un movimiento llamado capitalismo inclusivo», prosigue, «que pide a las empresas en muchos países, incluido el Reino Unido, tener un horizonte de inversión a largo plazo, no de uno o dos años, sino de tres, cuatro o cinco, porque las inversiones y las reinversiones a largo plazo son más importantes para el crecimiento y la creación de puestos de trabajo».

John Studzinski considera que «los valores morales tienen una importancia decisiva en las finanzas y estos empiezan con el liderazgo en las empresas. En Blackstone nos lo tomamos muy en serio, y nuestro presidente fundador, Steve Scwarzman, otorga mucha importancia a la integridad moral. «Si queremos infundir valores católicos en la sociedad», concluye, «debemos dar con empresas que sean capaces de abrazar este nuevo modelo de capitalismo que nos pide tratar con justicia y dignidad a los seres humanos».

Silvia Guzzetti / www.avvenire.it
Traducción: J. M. Ballester Esquivias