Las convocatorias electorales que tenemos por delante nos presentan un panorama confuso, con muchas expectativas, pero también con muchos interrogantes. Tenemos signos evidentes de recuperación económica, pero a la vez asistimos a una crisis de credibilidad política sin precedentes. Ante una vida institucional muy erosionada existe un deseo de cambio que se entremezcla con un vago temor a que ese cambio se lleve por delante lo construido. ¿Hacia dónde moverse?
Estamos ante una ocasión privilegiada para verificar la utilidad de la fe, descubriendo los diferentes niveles de incidencia política de la comunidad cristiana. De este modo será más fácil salir de la confusión, evitar una mirada reducida sobre la política y asumir nuestras responsabilidades. Demasiado a menudo reducimos nuestro papel a ejercitar el derecho al voto cuando somos convocados a las urnas. Concebimos este voto como un traspaso de responsabilidades a otros, y así nos convertimos en meros espectadores de la vida política.
Los cristianos estamos llamados a vivir la fe como una inteligencia nueva de la realidad, capaz de expresarse en obras y relaciones que representen una aportación real al bienestar de nuestro país. El voto es una responsabilidad que cada uno debe asumir en primera persona. Pero la responsabilidad personal no es sinónimo de una concepción solitaria de nosotros mismos. Estamos ante una buena ocasión para entrar en contacto y conocer a las diferentes formaciones que concurren en estas elecciones. Y para darnos a conocer, dialogar y proponer. Abdicar de nuestra responsabilidad supone contribuir a esa degeneración de la democracia que es la partitocracia.
Comprender nuestro papel en la sociedad nos da una inteligencia nueva sobre los criterios de voto y nos hace más libres de los resultados. Nuestro país necesita políticos y gobernantes que permitan que la sociedad sea un lugar de comunicación real y libre de experiencias. Tarea nuestra es poner a disposición nuestra visión y nuestro modo de vivir, más allá de los estereotipos ideológicos.
Del Manifiesto de Comunión y Liberación ante las próximas elecciones