Olaizola, el escritor del Opus Dei con nueve hijos que salvó a mil niñas de las garras de la prostitución
Ha muerto a los 97 años después de una intensa producción literaria con la que ganó el Premio Planeta en 1983. Uno de sus libros, Cucho, fue el germen de una ONG montada por la familia para colaborar con un jesuita y una budista en la lucha contra esta lacra en Tailandia
El escritor José Luis Olaizola (San Sebastián, 1927), flamante ganador del Permio Planeta de 1983 por su libro La guerra del general Escobar, falleció el pasado 2 de junio a los 97 años de edad. Biznieto de un patrón de pesca, él mismo, siguiendo la tradición familiar, fue remero en su juventud y participó en campeonatos de España de bateles. Estudió Derecho y ejerció como abogado durante quince años, profesión que abandonó para dedicarse a la literatura.
Atrás deja una profusa actividad literaria. Olaizola escribió más de 70 libros, alguno de los cuales le cambió la vida. Es el caso de Cucho con el que obtuvo el Premio Barco de Vapor, que fue traducido a decenas de idiomas en todo el mundo y por el que terminó liberando a más de 1.000 niñas tailandesas de las garras de la prostitución.
Él mismo contó esta labor en un vídeo publicado por el Opus Dei, entidad a la que pertenecía. Todo comenzó cuando el literato —padre de nueve hijos— recibió una carta desde Tailandia escrita por una budista: Rasami Krisanamis. En la misiva, le pedía permiso para traducir al tailandés precisamente el libro de Cucho. «Me decía que no podía pagarme derechos de autor ya que los dedicaría a actividades sin ánimo de lucro», asegura José Luis en el vídeo.
Dicho y hecho. Krisanamis destinó los fondos a la construcción de una modesta escuela y huerto. Olaizola, impresionado, decidió cederle los derechos de autor de otros libros y con ellos la budista compró bicicletas para que las niñas pudieran ir a la escuela e incluso creó una fábrica para el cultivo de una especie de hongos muy estimados en el país.
Un año después de esta fructífera colaboración, Krisanamis y Olaizola se intercambiaron viajes para ahondar en la relación. Fue entonces, en Tailandia, cuando «pude conocer a la persona que más influiría en mi futuro y en el de mi familia: el padre Alfonso de Juan —jesuita—, con el que Rasami colabora estrechamente porque “para hacer el bien no hace falta pertenecer a la misma religión”, dice ella».
El escritor se quedó anonadado ante la labor de este sacerdote jesuita, involucrado en la lucha contra la prostitución infantil. En el vídeo, José Luis recuerda cómo De Juan «me expresaba su satisfacción porque acababa» de lograr «un donativo para becar a una niña. No pude por menos de mostrarme escéptico: “¿qué significaba eso ante un drama tan generalizado?” La respuesta del padre Alfonso fue terminante: “Por lo menos, una”. Y esa frase se convirtió en la clave de la posterior actuación de mi familia».
Ya de vuelta en España a José Luis le surgió, por su trabajo de escritor y conferenciante, la oportunidad de difundir la labor del padre Alfonso. Los donativos empezaron a llegar y fue entonces cuando fundó, junto a su familia, Somos Uno, una organización sin ánimo de lucro destinada a la recaudación de fondos para el programa de becas del padre Alfonso. En total, casi un millón de euros han sido donados al programa de becas, que ha conseguido salvar de la prostitución a un millar de niñas.
«El que una niña de los arrozales de Camboya, o de Tailandia, lo más ínfimo de la sociedad tailandesa, carne de prostíbulo, entre en la universidad es, como dice padre Alfonso, cambiar el mundo, aunque sea poco a poco», concluye el vídeo.