El mismo día en que Antonio Basagoiti daba por zanjado su apoyo al Partido Socialista de Patxi López, harto de que el PP vasco recibiera coces, a cambio de una lealtad ciega, se reunían en Madrid los predecesores de estos líderes políticos durante los años más duros del terrorismo. Jaime Mayor Oreja, eurodiputado popular, presidió el segundo gran acto público de su Fundación Valores y Sociedad, sobre La necesidad de España, con Nicolás Redondo entre los ponentes. «Tienen que desaparecer los virreinatos en los que se han convertido algunas Comunidades Autónomas», decía el ex dirigente socialista. «Se puede discrepar del Gobierno en materia económica, pero las CC. AA. no se pueden convertir en plataformas de confrontación con la Administración central». El Gobierno vasco anunciaba un recurso ante el Tribunal Constitucional contra los recortes de Rajoy.
La idea de partida, lanzada por Mayor, era ésta: «Vivimos tiempos de incertidumbre, de crisis diarias… La crisis es total, porque está dentro de nosotros mismos. Está en las personas, contaminadas por la cultura del relativismo», y en cada país de Europa, la crisis se manifiesta en aquellos valores que más se han relativizado. «En España, la nación ha sido uno de ellos». Por eso, «fortalecer la nación es el único modo para hacer frente a la crisis». «La unidad nacional está seriamente amenazada», especialmente en el País Vasco y en Cataluña, y esconder la realidad no disminuye la amenaza; al contrario. No es inteligente esconderlo ni callarlo». Es necesario «articular a una mayoría de españoles, de izquierda, centro y derecha», frente a amenazas como la que supone ETA, con opciones reales de gobernar en el País vasco.
«Hay que reconstruir los consensos —pedía el exdiputado Manuel Pizarro—. Suárez decía que le tocaba reconstruir el edificio e ir soltando el agua por las cañerías. Estamos hoy en un momento parecido». Toca reconstruir. Después, «cada partido podrá pintar las habitaciones como quiera, pero el edificio, la patria española, nos tiene que cobijar a todos».
Hay mayoría social en España dispuesta a eso, cree el director de ABC, Bieto Rubido. Otra cosa es que «una mayoría vaga» permita que se imponga «una minoría gritona».
La solución pasa por reivindicar «la idea de España como una idea de progreso», que no puede ser exclusiva de determinada ideología, menos aún de los nacionalismos excluyentes, a los que, «como consecuencia de falsos paradigmas instalados en España, les hemos otorgado un aura de superioridad moral». Podría empezarse por abandonar la costumbre de la crítica despiadada; comenzar a «hablar bien de España», propuso José María Marco, de La Razón. Carmen Iglesias, historiadora, ex Presidenta de Unidad Editorial añadió a la lista de problemas el desconocimiento de la Historia entre los jóvenes.
«El panorama es profundamente desalentador —sintetizó el eurodiputado Alejo Vidal-Quadras—. La Constitución no es respetada, ni siquiera por su supremo intérprete y guardián; la división de poderes ha sido dañada; nuestra democracia ha ido degradando hasta devenir una partitocracia clientelista… Nos hallamos en un final de ciclo. España requiere no sólo reformas, sino una regeneración de fondo y a fondo. Cada día que el Gobierno deja pasar sin exponer a la ciudadanía esta verdad amarga e insoslayable, para llamarla a continuación a una reacción decidida y ambiciosa, que nos vuelva a poner en forma como sociedad, como economía y como entramado institucional es un día perdido». «Es falso que no podamos pagar los servicios públicos básicos —añade—. Lo que no nos podemos permitir es el tinglado que se ha creado para gestionarlos». Tienen mucha responsabilidad en eso los partidos, que «han colonizado la sociedad civil hasta dejarla exhausta».
«La conclusión es clara : o los dos grandes partidos abandonan su enfrentamiento maniqueo, para poner España a punto con una transformación radical del sistema, o nos espera, en un plazo entre uno y tres años, una convulsión política y social de consecuencias imprevisibles».