Extraño país esta España nuestra, en el que miles de aficionados al fútbol celebran la victoria en la Copa de un Rey al que silban en el estadio; extraño país en el que dos equipos de primera división, cargados de historia y de títulos, participan libremente en una competición para disputar la Copa de una España a la que la mayoría de sus seguidores no quiere pertenecer. Quero ha pintado una viñeta, en La Gaceta, en la que se ve a dos paisanos con boina, y uno comenta: ¡Será fantástico! ¡Abuchearemos al himno, gritaremos al Príncipe… y creo que luego hay un partido de fútbol o algo así!; y, en el mismo periódico, ha pintado otra viñeta en la que dos madres toman una taza de café y una de ellas pregunta a su hijo: ¿Y en el colegio, qué tal? ¿Ya sabes dividir?; a lo que el muchachito, displicente, contesta: ¡Cómo no voy a saber dividir, si soy español!
Esto es lo que hay, señores y amigos; por desgracia esto es lo que hay. Ya pasó la final entre el Athletic y el Barça; ya fue silbado el himno nacional, ya fue abucheado el Príncipe de España y aquí no ha pasado nada. Un año más, si te he visto no me acuerdo y hasta el año que viene por estas fechas. Ya se ocupan los sesudos comentaristas políticos y deportivos de redimensionar la cosa, de quitarle importancia a lo que la tiene y de consolidar el buenismo rampante con eso de que lo importante es que se jugara el partido. ¿Han visto ustedes que los dirigentes de los equipos, o los de las Comunidades Autónomas catalana y vasca, hayan protestado o condenado lo que ocurrió? Yo, no, más bien todo lo contrario: se han envanecido de que el respetable faltó al respeto a los símbolos nacionales de España. ¿Han visto ustedes que haya sido impuesta alguna sanción, que los dos equipos queden, por ejemplo, excluidos de la competición hasta que sus seguidores respeten lo que deben respetar? Yo, no. ¿Y luego pretendemos que nos respeten en Gibraltar? Si no nos respetamos a nosotros mismos…
Es de auténtico pitorreo; casi tanto como eso de que los socialistas quieran que los Ayuntamientos cobren el IBI a la Iglesia, cuando ni el PSOE ni la UGT lo pagan. Hace falta tener una cara de cemento armado y un cinismo a prueba de bomba. ¿Han visto ustedes algún comedor como los de Cáritas en las Casas del Pueblo socialistas? Yo, no. Y no sé si ha explotado ya del todo, o está a punto de explotar, lo de la intervención de la economía española por parte de Bruselas. Lo que sí sé es que la podredumbre está estallando, no ya día tras día, sino hora tras hora, y la metástasis está mucho más extendida de lo que los más pesimistas podían temer. Esta querida nación se ha convertido, desde hace unos años, en una especie de 17 cortijos en los que el señorito de turno hace lo que le da la realísima gana y se forra y forra a sus familiares y amiguetes. He leído estos días, en algún periódico, que Rajoy deja para septiembre la reforma del sector público. Espero que no sea verdad, pero si lo fuera, el error no podría ser más mayúsculo y la factura la íbamos a pagar, como siempre, todos. Están muy bien las medidas que el Gobierno ha decidido, pero cada día más la gente echa de menos las que no ha decidido todavía y que no pueden quedar para septiembre, porque para septiembre sólo quedan las asignaturas suspendidas. Cuanto antes, ya, tienen que dejar de ser subvencionados los partidos y los sindicatos; cuanto antes, ya, hay que pedir cuentas y exigir responsabilidades políticas, y en su caso penales, a los responsables del cáncer que corroe la economía española. Tienen que devolver lo que se han llevado, hasta el último céntimo, en pensiones de oro, en jubilaciones blindadas, en sueldos inmerecidos y, por tanto, injustos; o si no, no habrá quien los crea, no ya en Alemania o en Bruselas, sino aquí. Porque resulta que los jefes de las Cajas quebradas se han llevado cientos de millones de euros, y el Banco de España y los organismos responsables del control no han controlado, sino que han mirado hacia otro lado. El nuevo responsable de Bankia dice que los 23.000 millones de euros que piden no son ayudas que tendrán que devolver, sino capital. ¿Ah, sí? ¿Pero a quién pretenden engañar? El Gobierno dice que lo de Bankia no tiene nada que ver con la prima de riesgo. ¿Ah, no? Pero es que, encima, ¿pretenden tomarnos a todos por idiotas?