La Túnica Santa
Miles de peregrinos acuden, estos días, a la catedral de Tréveris (Alemania), con motivo del V centenario de la primera ostensión pública de la Túnica Santa. Dicha túnica es la que Jesús habría usado antes de la crucifixión y que, como se lee en el evangelio de San Juan, los soldados romanos echaron a suertes. Según la tradición, esa túnica llegó a manos de la emperatriz Elena, madre de Constantino el Grande, que la habría entregado al arzobispo de Tréveris, san Agricio.
Los fieles pudieron ver la reliquia, por primera vez, en el año 1512, gracias al emperador Maximiliano I, que pidió al entonces arzobispo Richard von Greiffenklau que la mostrase al público. La última vez que fue expuesta fue en 1996.
El 13 de abril, con motivo del inicio de la peregrinación —que durará hasta el 13 de mayo—, el Papa Benedicto XVI envió un mensaje al actual obispo de Tréveris, monseñor Stephan Ackermann. El Santo Padre recuerda que el evangelio de San Juan nos dice que la túnica era de una sola pieza; por eso, los soldados no quisieron rasgarla, y la echaron a suertes.
«Los Padres de la Iglesia —escribe el Papa— ven en este hecho la unidad de la Iglesia, fundada como comunidad única e indivisible del amor de Cristo. El amor del Salvador une lo que está dividido. […] La túnica, además, está tejida enteramente de arriba a abajo. Ésta también es una imagen de la Iglesia, que no vive gracias a sus propias fuerzas, sino a la acción de Dios».