Patricia Noya: «La opción de la clausura es bella. No es antinatural, sino muy humana y humanizadora»
Patricia Noya nació en Markina hace 50 años y desde 1988 pertenece a la comunidad de las Carmelitas Descalzas de Hondarribia. Explica que su vocación fue un encuentro personal, «deslumbrante», con la persona de Jesús. No fue virtual sino real y «transformante». La lectura del Libro de la vida de santa Teresa de Jesús la marcó «a fuego». Patricia habló el 12 de junio, en la catedral de Santiago, de su «maestra, amiga y compañera de camino»
¿No nos estamos pasando con las celebraciones del Año Jubilar?
Un V centenario sólo se celebra cada 500 años, afortunadamente… Es broma, pero es verdad que lo que en términos generales se percibe como un tener a santa Teresa hasta en la sopa, lleva detrás un gran esfuerzo y muchísimo trabajo por parte de quienes estamos comprometidos en vivir y transmitir su legado. Dicho esto, es inevitable que en la multitud de actos que se organizan desde diferentes instancias –y con distintas motivaciones– haya de todo. Yo pienso que la parafernalia, la grandilocuencia, los fuegos artificiales… eso se extinguirá rápidamente, por falta de combustible. Sería una pena que por este afán de «hacer muchas cosas» nos perdiéramos en lo accesorio, y muchos se quedaran sólo con la corteza de Teresa, lo anecdótico o lo chocante.
¿Qué mensaje quiso trasladar en su conferencia?
Creo que el mensaje atemporal de santa Teresa es su llamada universal a la amistad con Dios. Nadie queda fuera de esa convocatoria, que no depende de nuestros méritos o habilidades, sino de nuestra determinación. Para Teresa la oración y contemplación no están reservadas a una cierta élite espiritual, son el camino habitual, cotidiano, del encuentro con Dios. Un encuentro que ella define como «trato de amistad», con todo lo que eso supone de confianza mutua, afinidad, igualdad en el trato. Si somos «amigos de Dios» es porque Él ha querido ponerse a nuestro nivel, y aquí está el otro punto importante que me gustaría resaltar del carisma y la misión de santa Teresa, esa centralidad de la Humanidad de Cristo, de su encarnación.
¿Qué aporta la santa a la sociedad actual?
En un mundo que ha prescindido de Dios, o donde no pocas veces quienes decimos conocerle y servirle hemos contribuido a hacerlo más extraño e ininteligible, es necesario recuperar ese fundamento encarnado, humano y cercano, de nuestra relación con Él.
Fue una mujer atrevida. ¿Es valiente la vida de clausura?
Cualquier opción que compromete la vida entera en una cultura tan relativista como ésta es atrevida en sí misma; si el objeto de esa opción radical es algo tan contracultural como buscar a Dios, se convierte en escandalosa. Pero me gustaría que se supiera y se comprendiera que es una opción bella, y que no sólo no es antinatural, sino que es muy humana y humanizadora. Una forma de comunicar esto al estilo teresiano es precisamente la cordialidad, la empatía, una fraternidad alegre y contagiosa que haga a la gente «no temer la virtud» (ya entonces aparecía como algo aburrido y pesado, por lo visto).