La dictadura del yo - Alfa y Omega

«Yo soy el dueño de mi tiempo. Yo soy el dueño de mis decisiones. Yo busco mis intereses. Yo quiero mi felicidad. Yo elijo a las personas que me benefician. Yo tengo una vida. A mí no me importa lo que piensen los demás. Yo tengo mi razón. Yo. Mi. Me. Conmigo». Qué peligroso es este mantra, cada vez más extendido en todos los abanicos de edad —ya no solo jóvenes, por desgracia también y cada vez más en personas de mediana edad y hasta con responsabilidades familiares— y alentado dramáticamente por una cohorte de coaches y pseudopsicólogos que empujan a las personas a mirarse de forma compulsiva a sí mismas en el aquí y ahora. No lo digo yo. Lo advierten otros profesionales, estos sí expertos en pulsiones humanas y con la vista puesta en la trascendencia y en el valor del ser humano como algo más que una búsqueda constante de su propio deseo. Hablamos en el reportaje sobre el plan de acción contra el suicidio de la importancia de las raíces y los valores de la familia para proteger a los niños de angustias y vacíos que les lleven a estas conductas. Pero, ¿qué pasa cuando los padres reniegan de dichos valores porque están absortos en priorizar su momentánea búsqueda de la felicidad temporal en lugar del bienestar de sus hijos? ¿Qué pasa con los jóvenes que entienden la entrega como algo molesto y condicionado al bien que me hace el otro? ¿Qué pasa con los niños, que están creciendo en un contexto ensimismado?