Iniciativas de evangelización para jóvenes. Una creatividad inagotable - Alfa y Omega

Iniciativas de evangelización para jóvenes. Una creatividad inagotable

No hay nada que hacer; los jóvenes no viven la fe; el ruido del mundo les impide interesarse por Dios; no conseguimos llegar a ellos… Responde Benedicto XVI: «Dios no fracasa», pues de cada aparente derrota «saca nuevas oportunidades de misericordia mayor, y su creatividad es inagotable. Siempre encuentra nuevos modos de llegar a los hombres». Así sucede en tantas experiencias de evangelización, como se mostró en el I Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, celebrado en Valencia el pasado noviembre. He aquí una muestra:

María Martínez López
Eucaristía durante un Raid Goum.

Parroquias evangelizadoras

Las cifras de los Cursos Alpha impresionan: 17 millones de personas de 171 países los han hecho. Curiosamente, este formato de primer anuncio, uno de los más conocidos a nivel mundial, nació en los años 70 del pasado siglo como una actividad de formación para los propios feligreses de una parroquia anglicana de Londres. El interés de los alejados y las conversiones que empezaron a producirse lo convirtieron en lo que es hoy. Eso sí, mantiene el protagonismo de la comunidad, que es la que debe ponerlo en marcha. El método Alpha –explica don José Alberto Barrera, Tote, el responsable en España– «devuelve la evangelización al centro de la vida de la parroquia, revitalizándola y reestructurándola para hacerla más acorde» a la realidad de los alejados.

El formato clásico consiste en 15 temas, distribuidos en diez semanas y una convivencia. Las reuniones empiezan de forma distendida, con diez personas –siempre las mismas– en torno a una cena o una merienda. Al terminar, una charla va desgranando el kerigma –el contenido básico de la fe cristiana, la Redención por la muerte y resurrección de Jesucristo–, y luego se produce un debate, en el que cualquier opinión o crítica a la fe se puede expresar libremente, sin que los responsables la rebatan. «El hombre posmoderno necesita escucharse a sí mismo antes de escuchar al otro –explica Tote–. Y, teológicamente, se ve que el que da testimonio de Jesucristo es el Espíritu Santo». Es Él el que ayuda a ir asumiendo lo escuchado en las charlas.

Con el tiempo, han surgido Cursos Alpha adaptados a diversos entornos. Entre ellos, está Alpha Jóvenes y Alpha Universitarios, con un formato abreviado, mucho más interactivo y audiovisual. También se ha adaptado a oficinas, cárceles y Fuerzas Armadas. Pero –añade Tote– «siempre con una comunidad detrás que pueda acoger luego» a los conversos.

Alma, equipo de evangelización

Un momento del musical Alma.

Un día, cuatro jóvenes que forman un grupo musical cristiano reciben la oferta de alcanzar la fama…, si renuncian a los temas cristianos. Así comienza el musical Alma, una obra que no duda en tratar cuestiones espinosas como las drogas y el sexo, y que monseñor Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo, ha definido como «una parábola del siglo XXI».

Este musical, que nació en Toledo para los Días en las diócesis previos a la JMJ de Madrid, lleva desde entonces representándose en todos los lugares a los que les llaman. Iniciaron este proyecto cinco jóvenes del Secretariado de Pastoral Juvenil de Toledo, pero ahora trabajan en él 70 jóvenes de 30 lugares. «Lo bonito es que todos vivimos nuestra fe, y el que nos une es Jesucristo», explica Gonzalo Garrigós, portavoz del musical. Esto es fundamental, porque, «si nosotros no vivimos eso primero, no vamos a poder transmitirlo». De esta tarea se encarga, fundamentalmente, su consiliario.

Pero Alma no es sólo un musical, sino un auténtico equipo de evangelización: «En los sitios a los que nos llaman, hacemos una serie de actividades de preparación: vamos a los colegios e institutos, a los grupos de catequesis y a las misas de la parroquia, y la noche anterior hacemos un concierto y evangelizamos en la calle. En el último pueblo al que fuimos, se confesaron 10 o 15 jóvenes, y muchos otros fueron al musical. Pero los primeros frutos los recibimos nosotros. Desde que dijimos al Señor, nos está bendiciendo».

De la Adoración, al ardor

Adoremus, en Córdoba.

«Movilizamos mucho a los jóvenes para distintas actividades, pero les falta vida interior, un encuentro personal con Cristo, en un ambiente propicio para aprender a rezar». Este descubrimiento de la diócesis de Córdoba, hace siete años, fue el origen de Adoremus, un intento de «acercar a los jóvenes a la adoración al Santísimo», explica el padre Antonio Navarro. Todos los jueves, en una iglesia céntrica, se ofrece, a jóvenes de distintas edades y realidades, 40 minutos de oración guiada ante el Santísimo, precedidos de una charla catequética y de la Misa. «La capilla está abierta y con carteles», y personas que entraron por curiosidad, «ahora vienen cada día». Cuando terminan, los que quieren se van a cenar juntos. Así, «se ha ido creando una amistad muy buena».

Los frutos son claros: «Muchos jóvenes practican la fe, pero no tienen ardor misionero. Gracias a esta oración, se comprometen más de cara al exterior, y no tienen miedo a hablar de Dios, de la oración, de sentirse Iglesia. Han sentido a Cristo de cerca, y no tienen miedo a dar testimonio. Cuando se organiza una peregrinación multitudinaria, a la que se llama a jóvenes más alejados», son los de Adoremus los que la organizan e invitan a otros. Gracias a su compromiso, «cosas que antes eran impensables», como llevar 600 jóvenes a Guadalupe, «ahora resultan más fáciles». A la vista de estos frutos, las parroquias de algunos pueblos han puesto en marcha oraciones similares una vez al mes.

Una nueva forma de catequesis

El verano pasado, en Estados Unidos, «el párroco me invitó a ir a unos campamentos a confesar a jóvenes. Me encantó cómo los preparaban» para la confesión, cuenta el sacerdote Emili Marlés, que trabaja en la catedral de la diócesis de Tarrasa. Se trataba de un campamento que sigue el método Lifeteen, que en ese país utilizan 1.200 parroquias desde hace 26 años. «Teníamos la conciencia de que en España no había manera de que la catequesis con adolescentes funcionara», y, ni corto ni perezoso, investigó el método y, ese mismo curso, lo implantó en su parroquia. Lifeteen gira en torno a dos ejes: en primer lugar, la Eucaristía, «tanto adorada, como celebrada, con una Misa 100 % fiel al Magisterio y la liturgia, pero dirigida a los jóvenes» –no a niños–, con la música y la homilía pensada para ellos.

En segundo lugar, las catequesis. Éstas comienzan con la acogida y una pequeña actividad creativa para introducir el tema. La segunda parte es la enseñanza, de unos 20 minutos. «Se intenta que sea de forma más interactiva y testimonial» que en las catequesis normales. Luego, se dividen por grupos para profundizar en el tema, y «siempre se acaba con 20 minutos de oración, que se aprovechan para dar a conocer todo el tesoro que tiene la Iglesia: Rosario, Liturgia de las Horas… A los chicos les gusta mucho». Se da mucha importancia a «la comunidad, a que sean amigos entre ellos y se sientan conocidos y amados por los catequistas». Don Emili cree que una de las claves del éxito es que se hace mucho hincapié en la primacía del Espíritu Santo –«sin Él, un método, aunque sea genial, está muerto»– y a la formación de los catequistas. En su parroquia, de momento, «ha sido un antes y un después. Los chicos han dado testimonios preciosos, sobre cómo sienten a Jesucristo más cerca».

La formación, clave

Durante la JMJ de Madrid, Juan Antonio y otros cuatro jóvenes de Cartagena llegaron agotados al colegio donde se alojaban, después de que un grupo de radicales les hubieran abucheado por la calle. «Teníamos la necesidad de rezar por ellos. Usamos el Magnificat y el Youcat que venían en la mochila». Tras la Jornada, sintieron la necesidad de seguir trabajando con el Catecismo para jóvenes, y empezaron a reunirse cada 15 días. Otros jóvenes se les han ido sumando, hasta llegar a cerca de la treintena. Y, aunque hay un grupito que coordina todo, «intentamos que cada sesión la lleven personas distintas, y que siempre haya un sacerdote o laico comprometido que nos orienten. Empezamos con un rato de Adoración, luego debatimos por grupos, sacamos las conclusiones finales, y tenemos una cena fraterna».

Además, participan en las actividades de la diócesis y «vamos a otras parroquias y lugares, como la universidad –a través de Pastoral Universitaria–, para invitar a los jóvenes a que vengan». Gracias a estas reuniones, «nos hemos ido dando cuenta de la necesidad de que seamos nosotros, como jóvenes, los que evangelicemos a otros jóvenes. Los regalos que nos da Dios cada día son tan grandes que no podemos quedarnos encerrados». De la formación, a la evangelización…, y también a la inversa: «A pesar de haber recibido catequesis, te das cuenta de que hay muchas cuestiones en las que no habíamos profundizado. El Youcat y los sacerdotes y laicos que vienen nos ayudan a descubrir las respuestas que la Iglesia nos da».

Levántate

Momento de camino durante un Raid Goum.

La palabra árabe goum significa lo mismo que el Qum arameo que Jesús le dijo a la hija de Jairo: Levántate. Los Raid Goum nacieron en 1969 en Francia, de donde se expandieron a Italia. En España, llevan cuatro veranos funcionando. En ellos, un grupo de unos 20 jóvenes vuelven al desierto, un lugar especialmente propicio para el encuentro con Dios. En el caso de España, buscan algún paraje inhóspito de la Meseta castellana. Por él, caminarán todos los días, dormirán bajo las estrellas, se levantarán aún de noche, y vivirán con lo que puedan llevar en sus mochilas. Toda una experiencia de pobreza y desprendimiento, no apta para todos, sino pensada especialmente para jóvenes a partir de los 22 ó 24 años, con madurez y una buena forma física y a los que, quizá, un retiro o unos Ejercicios les resultan demasiado pasivos. Porque Goum también tiene una fuerte carga espiritual. En todos los Raid Goum va un sacerdote, que cada día, antes de que el grupo se ponga en marcha, da una catequesis y celebra la Eucaristía. Entre una y otra, además, hay cerca de una hora dedicada al silencio y la contemplación. Una experiencia que marca, que permite profundizar en la fe, y que ha servido a muchas de las 15.000 personas que la han hecho para levantarse y dar otros pasos, como reconciliarse con Dios, consagrarse a Él o casarse.

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