El éxito de Zara se fraguó con un cura y sus cooperativas

El éxito de Zara se fraguó con un cura y sus cooperativas

Jorge Manuel López, sacerdote pasionista recientemente fallecido, recorría los pueblos gallegos organizando a las mujeres en talleres textiles. El modelo que creó casi ha desaparecido

Rodrigo Moreno Quicios
Jorge Manuel López Neira fue párroco de Santa Gema 24 años
Jorge Manuel López Neira fue párroco de Santa Gema 24 años. Foto: La voz de Galicia / Eduardo Pérez.

«El padre Jorge decía: “Cuando alguien viene a la parroquia pidiendo una ayuda, ¿yo qué soluciono dándole 1.000 pesetas? Lo que tengo que hacer es darle una fuente de ingresos para todos los meses», recuerda para Alfa y Omega Marta Sánchez Losada, feligresa de la parroquia coruñesa de Santa Gema y buena conocedora de Jorge Manuel López Neira, el sacerdote pasionista fallecido el pasado 10 de abril y que ayudó a crear 120 cooperativas textiles que dieron empleo a 2.500 mujeres en Galicia y cimentaron el éxito del emporio Inditex.

«En aquellos tiempos, quien sacó verdaderamente las castañas del fuego a Inditex fueron las cooperativas», reivindica Sánchez Losada, que conoció al padre Jorge a comienzos de la década de los 1980. Como ella trabajaba de administrativa y estudiaba Economía, se dedicó de su mano a consolidar las cooperativas durante las décadas siguientes. «Montamos una pequeña oficina que, junto a una asesoría legal, hacía todo el papeleo» explica. Mientras, el pasionista recorría los pueblos, «reunía a la gente y la informaba de lo que era una cooperativa y cómo tenía que funcionar».

Gran parte del poder de convocatoria de Jorge Manuel López Neira respondía a que, «para la edad que tenía, era muy moderno». No significa que realizara excentricidades, sino que en la parroquia «siempre había mucha vida», «no tenía problema en ir de campamento y dormir en una tienda» y «siempre estaba rodeado de niños». Aparte de organizar campeonatos de fútbol o de tenis, «en las Misas dejaba a la gente hacer cosas, siempre había gente que quería cantar y tenía la iglesia de bote en bote». La feligresa lo define como «un sacerdote sin horarios porque siempre estaba abierto».

Durante sus visitas a los pueblos, en cuanto López Neira encontraba a 15 o 20 personas necesitadas de faena, acudía a las oficinas centrales de Inditex y los ponía en contacto. El gigante textil, entonces incipiente, «se comprometía a facilitarles trabajo, les encargaba las prendas y les daba la materia prima y los modelos». Así, aparte de proporcionarles un sueldo e incorporar a la mujer al mercado laboral, el pasionista empujaba a los vecinos a organizarse. «Comprar la maquinaria es caro, pero no es lo mismo asumir tú el riesgo que repartirlo entre once personas», subraya su colaboradora. Además, «la mentalidad cooperativista requiere trabajar, ser muy responsable, estar muy bien avenido con el resto y acordar todo en asamblea general».

«No se sentía atado»

Jorge Manuel López Neira «era una persona que no se sentía atada por las estructuras y siempre buscaba oportunidades para ayudar», cuenta Jon Esnaola, el actual párroco de Santa Gema. Explica que, aunque el pasionista llevaba viviendo en Bilbao doce años y falleció en la comunidad-enfermería que estos sacerdotes tienen en Deusto, para los feligreses de Santa Gema «era una persona tan cercana y tan querida» que el 3 de mayo a las 20 horas «vamos a celebrar una Eucaristía para recordarle» donde pasó 24 años.

Fruto de esta estrategia comenzaron a brotar talleres textiles por Melide, Arzúa, Santiago de Compostela o Boqueixo. Todos eran propiedad de los cooperativistas, quienes «ponían su capital social para adaptar un local». «Al principio fue una explosión muy positiva que durante 30 años dio trabajo, sobre todo, a mujeres que no tenían otra posibilidad», explica Sánchez Losada. Sin embargo, lamenta que «ahora el tema de la confección se acabó» e Inditex «se ha marchado a Marruecos, Portugal o Asia por el precio de la mano de obra». De las antiguas cooperativas ya solo quedan «una o dos» y quienes las mantenían vivas «ahora mismo están jubilados». Como resultado, «los jóvenes se han marchado de las aldeas» que este modelo consiguió mantener «y están todos en la ciudad».

En cuanto a las leyendas urbanas sobre una amistad entre el padre Jorge y el multimillonario propietario de Inditex, Sánchez Losada matiza que colaboraban porque «Zara necesitaba producir y el padre tenía gente pidiendo trabajo», aunque tampoco eran íntimos. Eso sí, «alguna vez se reunieron en la fábrica cuando Amancio Ortega era como un trabajador más. Hasta hace poco empujaba carritos como cualquiera».