Graduación - Alfa y Omega

Hace tiempo les dije que un día les hablaría del final del proceso. La graduación. Unas cuantas acepciones de la RAE hablan de que graduar es dar a algo o apreciar el grado o calidad que le corresponde. Con todos los matices, y sabiendo que estos estudios no están homologados por ningún organismo público o privado, para nuestro programa la graduación es el reconocimiento a toda una carrera.

La persona que se gradúa termina un proceso. No porque ya tenga todo hecho en su vida; el aprendizaje, ya sabemos, se acaba cuando acaba la vida. Pero pone fin a un trabajo que ha durado un tiempo junto a profesionales que la han ido acompañando a sanar y a establecer estrategias para resolver los avatares de su vida. Y se termina la relación terapéutica.

Hay varios mensajes detrás de esta graduación:

—No has terminado de crecer, pero puedes caminar y hacerte cargo de tu vida.

—Ya no necesitas una tutorización; nos fiamos de que tú puedes hacerlo. Y si, en algún momento de tu vida, sientes que no puedes, cuenta con nuestros recursos, estaremos disponibles para ti. Pero en este momento, tú puedes.

—Nuestra vinculación terapéutica termina aquí, pero la vinculación afectiva continúa para siempre.

—Te has ganado este reconocimiento por el esfuerzo que has hecho en estos meses para reconstruir tu vida, para sanar tu historia. Has encontrado el camino hacia tu felicidad y tu autonomía.

La graduación es una fiesta. A ella acuden tantas personas como quiere quien se gradúa. Tanto su familia de origen como su familia creada: parejas, hijos e hijas, amistades, compañeros de camino en el proceso… Todos aquellos con quienes quieren compartir su felicidad. Y en esta fiesta, también sus allegados hacen un balance del proceso, de cómo llegó y de cómo se va. Lloramos, reímos, nos congratulamos de sus logros y celebramos con un rito uno de los acontecimientos más importantes de su vida.

En nuestra familia, la de Proyecto Hombre, dejamos ir a esa persona que ya sabe, puede y quiere volar sola.