La verdad es que Idígoras y Pachi han dado plenamente en el clavo, en la viñeta que ilustra este comentario: el oso de Cajamadrid, que por llevarse se ha llevado hasta el madroño, se pitorrea del oso Yogui que se lleva una tartita de ná. Para tarta, la de las tarjetas B de Cajamadrid, que más que opacas eran de todos los colores, con las que los ejecutivos podían gastar, sin control alguno, hasta cincuenta mil euros al año (saquen la cuenta en pesetas, que es más llamativo). Y, llamativos, pero llamativos hasta echar chispas, son los intentos de excusa que hemos oído y leído estos días por parte de los afortunados usuarios de dichas tarjetas: que si era una práctica habitual -y tan habitual, al parecer, que de eso nos quejamos-, que si mil euros al mes no es una cifra desorbitada -vayan a contárselo a los mileuristas, preferentistas y a los que cobran cuatrocientos euros de pensión-, que si nos dijeron que podíamos usarla para gastos generales que no se tenían que justificar… ¡Válgame Dios y qué cara de cemento armado tienen los de la capacidad analítica! Y, por cierto, ¿cuántas empresas más permiten a sus ejecutivos usar tarjetas opacas de éstas, sin declarar tal sobresueldo a Hacienda, sin tener que justificar nada, mientras a cualquier currito que se equivoque en diez euros en su Declaración de la Renta se le cae el pelo?
El catedrático de Derecho Político don Manuel Ramírez ha escrito una Tercera, en ABC, titulada De la ilusión al desencanto, en la que, después de recordar el difícil paso que conseguimos dar en España con la Transición, un paso que asombró al mundo, escribe: «Pues bien, la inicial esperanza se ha evaporado y, en su lugar, lo que padecemos es una penosa situación de desencanto». Es muy cierto el sabio y viejo refrán según el cual vale más encender una luz que andar todo el día quejándose de lo oscuro que está todo, pero la verdad es que, cada hora que pasa en la España actual, resulta poco menos que heroico quitarse de encima el pesimismo, la desesperanza y el desencanto, y tratar de encender aunque sea una cerilla. Ahora resulta que sólo algún que otro despistado de tomo y lomo no estaba al tanto de lo que estaba pasando; otro tanto ocurría con lo de ETA, lo de los ERES de Andalucía, lo del 11M, lo de la familia Pujol, lo de Mas y su mariachi…, y hasta lo del caso Faisán que, oigan, miren ustedes por dónde, pero aprovechando la que está cayendo en Cataluña y lo de las tarjetas opacas, ha saltado a algún que otro titular de periódico -tampoco a todos, no vayan a creer- que Suspenden la pena a los mandos del Faisán, a la espera del indulto. ¿Pero de qué indulto? ¿Y por qué están llamando desobediencia a lo que es, en Cataluña, abierta rebeldía y secesión? ¿A qué están esperando?
Otro ilustre y acreditado jurista, don Ramón Rodríguez Arribas, que fue Vicepresidente del Tribunal Constitucional, ha titulado otra Tercera, en ABC, Ante el abismo, y escribe: «La responsabilidad, no sólo jurídica, en que están incurriendo el Presidente de la Generalidad y quienes de manera suicida le secundan es, sencillamente, colosal, y por ello tendrán que responder». ¿Cuándo? ¿Por qué no ya? ¿Le están buscando algún Consejo consultivo o alguna tarjeta opaca? Puestos a decir las cosas con meridiana claridad, Luis Ventoso ha denunciado a «los medios de comunicación enjabonando a los directivos negligentes porque las entidades ponían buenas pesetas en sus periódicos y radios, y tocaba silbar». Y en las televisiones también. Y eso vale para lo de las tarjetas de Cajamadrid y para los medios untados abundantemente por la Generalidad de Cataluña y para lo de Andalucía y lo del País Vasco, y para todo lo demás… Y, por si faltaba algo, los socialistas españoles poniéndole la zancadilla al señor Arias Cañete, español nombrado Comisario en Bruselas, pero del PP… Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros.
De igual manera que lo primero que tenía que haber hecho el Gobierno actual del PP era utilizar la mayoría absoluta para acabar con el aborto -que era para lo que se le había dado-, ahora en lo de Cataluña va a remolque, en vez de tomar clara y terminantemente la iniciativa. Y la factura se nos pasará a todos. Y en lo del paro rampante y la deuda nacional, tres cuartos de lo mismo: detrás de cada número de una estadística, hay una persona, con nombre y apellidos y problemas, y con familia. Hay cosas que no pueden, no deben esperar a que se pase el arroz. Y hoy, el arroz, en España, huele a chamusquina que echa para atrás.