En el Líbano la Iglesia suple a un Estado colapsado - Alfa y Omega

En el Líbano la Iglesia suple a un Estado colapsado

La colecta a favor de Tierra Santa de este Viernes Santo ayudará a los franciscanos del país de los cedros a seguir pagando becas educativas, a atender a personas que no pueden permitirse pagar el hospital y a promover la convivencia en un país donde el 90 % de la población es pobre

María Martínez López
Calella durante una campaña de vacunación infantil en su dispensario de Trípoli. Foto cedida por el padre Quirico Calella.

Desde el 31 de octubre de 2022, en el Parlamento del Líbano se han sucedido sin éxito once sesiones para elegir presidente. En un intento desesperado por desbloquear la situación, el patriarca maronita, Bechara Boutros Raï, dirigió el pasado miércoles un retiro con los parlamentarios cristianos. Si el colapso del Estado en el país no ha tenido un impacto mayor en una sociedad donde el 90 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza, es gracias a la labor de las iglesias. Así lo constató el 23 de marzo, en rueda de prensa, una delegación de L’Oeuvre d’Orient que visitaba el país.

Pero el esfuerzo les está pasando factura. Mientras la mitad de los niños no va a la escuela porque los colegios públicos no funcionan, 320 centros cristianos luchan por seguir educando a sus alumnos. Las congregaciones cubren el vacío del Estado con sus residencias, centros para discapacidad, orfanatos y hospitales. Pero sus estructuras «no son adecuadas» para semejante carga, reconoció Vincent Gelot, responsable regional de la entidad. «Ya no pueden llevar este peso» y muchos proyectos están en riesgo de cerrar.

8,34 millones de euros recaudó en 2022 la colecta por Tierra Santa, una de las sumas más altas de los últimos años

Este Viernes Santo, los fieles de todo el mundo tienen una ocasión de contribuir al sostenimiento de algunas de estas obras. La colecta por Tierra Santa permitirá a los franciscanos de la Custodia seguir financiando sus proyectos en el Líbano y en toda la región. En el país de los cedros, 900 familias y 2.100 personas se beneficiaron entre 2021 y 2022 de estas iniciativas. Por ejemplo, de las becas de la comunidad de la ciudad libanesa de Trípoli para un centenar de niños de nueve colegios católicos cuyas familias no pueden pagar la matrícula. Incluso «directores de los colegios públicos vienen a preguntarme si tenemos algún edificio» para cederles. Los suyos están en tan mal estado que «no son seguros». Con pena, tiene que decirles que no.

Lo que sí hizo la comunidad fue convertir tres salas de su convento en un dispensario médico que arrancó durante la pandemia. En su primer mes atendió a 500 personas y el número no ha dejado de aumentar. Muchas, entre ellas bastantes que antes tenían una situación acomodada, ya no pueden permitirse ir a los hospitales públicos donde «primero te preguntarán si tienes dinero para el tratamiento y las medicinas, y solo entonces te atenderán», explica Calella.

El deporte une

Gracias a la colecta de años anteriores, en Trípoli los franciscanos también construyeron en su centro deportivo una pista cubierta para que la lluvia del invierno y el calor del verano no frenasen a los 300 niños y jóvenes que acuden a él: cristianos y musulmanes libaneses, junto con refugiados palestinos y sirios. «Los deportes son un lenguaje común con el que todos disfrutan juntos», explica Calella. También las chicas, pues «hemos organizado el primer equipo de fútbol femenino» de la zona. Esta convivencia es importante para evitar que crezcan las tensiones entre los sirios y palestinos y los locales, que «se dan cuenta de que muchas organizaciones dan ayuda a los refugiados y no a ellos».

En su carta con motivo de la colecta, el prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, Claudio Gugerotti, transmitía, asimismo, en nombre del Papa, una invitación «ardiente» a «seguir siendo solidarios» con Siria después de la primera ayuda de emergencia al país y a Turquía, hace exactamente dos meses.

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