Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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X por ti, x todos…

Mayo ya está aquí, y con él, numerosos juegos de artificio asoman al exterior: un sinfín de actos, de novedades, de espléndidas sonrisas asoman a nuestra cotidianeidad. El rito primaveral acarrea un colorido único de este mes, el azahar abre y plaga los sentidos olfativo y visual, las gitanillas se convierten en flores zalameras y cautivadoras… pero lo que este año no se podrá cuestionar será el papel y la eficacia con que la Iglesia está presente en tantas situaciones de precariedad, enarbolando y dando la cara ante la miseria y, sobre todo, siendo el fiel amigo, testigo y aliado del desfavorecido. Este año, más que ningún otro y esperemos disminuya en intensidad, la crisis ha llegado a demasiados hogares, a demasiadas familias, a demasiados organismos. Este año está siendo muy intenso el devastador efecto sobre el vulnerable y sobre el más falto de recursos, y acentuándose en los que hace ya tiempo perdieron su trabajo y quedaron a la espera de su reingreso en cualquier actividad, para con él poder llevar a su casa el sustento necesario, y para que dignamente puedan desarrollarse como persona, padres y miembros de la comunidad. La Iglesia, a través de la X en tu Declaración de la Renta, quiere llegar, seguir llegando, y aumentar en intensidad su actividad desinteresada hacia el más desfavorecido, bien a través de Cáritas, bien a través de sus comedores, bien a través de su voluntariado que, curiosamente, en estos tiempos han aumentado considerablemente. Marcar la X en la casilla de la Declaración de la Renta no te supone un gasto adicional a tus impuestos, sólo decides destinar parte de tus impuestos a esta labor que, en silencio y con la máxima intensidad, suple multitud de carencias, aportando a sus receptores lo más básico y necesario. Bajo esta frase: Hoy, más que nunca, es necesario que la Iglesia pueda llegar a todo hombre, ofreciendo luz y esperanza. Esta labor reclama nuestra colaboración personal y material, la Iglesia pide tu apoyo…, y el necesitado, tu comprensión.

Antonio Porras Castro
Villafranca de Córdoba (Córdoba)

Una ceremonia inolvidable

Un fulgurante sol se posicionó allá en lo alto, como un familiar más a la espera del gran acontecimiento que esa mañana iba a tener lugar en la engalanada iglesia del barrio. Llegó por fin el día tan esperado por mi nieta Bárbara. Ella soñaba desde hace tiempo con su Primera Comunión, y el sueño siempre era idéntico a la realidad de ese momento: estaba vestida de blanco, ante el altar, y a su lado estaba su hermanita Lucía, en su silla de ruedas, sin saber, pero sabiendo, lo que estaba a punto de ocurrir. Antes de que Lucía naciera, Bárbara esperaba su llegada con inusitado anhelo: no le gustaba jugar sola. Lucía, la pequeña tan esperada por todos, nació con una malformación severa cerebral pero, a pesar de ello, su hermanita, igual de contenta, la ha colmado siempre de cariño y atenciones. Lucía es una angelical criatura llegada a este mundo para alegrar la vida de toda la familia. El momento memorable llegó cuando, entre los cánticos de Gloria interpretados por un grupo de jóvenes, el sacerdote, tras dar la Comunión a las niñas y niños, se acercó a mi nieta Lucía y, alzándola ceremoniosamente, introdujo la Sagrada Forma en su boca. A su hermana Bárbara le rodaron unas lágrimas por las mejillas, mientras sus padres, gozosos, daban gracias al Altísimo por sus hijas. Desde el Paraíso y desde la Eucaristía, Dios era testigo de tan hermoso acontecimiento.

José Luis López Farfán
Sevilla

Las manos de Dios

Dios necesita nuestras manos para hacer lo que Él haría si estuviese entre nosotros. ¿Qué podemos hacer? Una cosa bien sencilla: Procurar ser amable, sonreír, saber escuchar, unas palabras cariñosas. Si le das una limosna, dale también una sonrisa y háblale. Yo creo que esto le gusta a Jesús y, al mismo tiempo, nos sentimos más felices cuando lo hacemos. El dar por Dios no empobrece, y se nos dará a nosotros Dios. Los que tenemos la gran suerte de tener fe, deberíamos reflejar la alegría que esto nos produce y hacerles partícipes de ello a los demás. Si pensáramos de verdad que la vida es muy corta y que, al final, Jesús nos espera para estar con Él y con nuestros seres queridos que se fueron ya, tendríamos que irradiar amor y felicidad. Sabernos hijos de Dios, y que nos quiere a cada uno, aunque vivamos algunas penas y no lo comprendamos, nos ayuda a decirle: No lo comprendo; pero, Jesús, yo confío en Ti.

Margarita Boned Santesteban
Madrid

¡La crisis, la crisis!

¿No estaremos demasiado atrapados por la idea de la crisis? La crisis nos pone a prueba y nos invita a fortalecer la fe y la esperanza. Las soluciones no nos vendrán de fuera, sino de nuestro interior. Adecuarse con menos puede ser liberador, y puede ayudarnos a salir de la prisión del tener para ejercer el ser. Nos ayuda a ser más solidarios, creativos, sencillos, menos sofisticados. Y, sobre todo, a los que queremos seguir a Cristo, cuya vida fue la construcción del Reino de Dios, a salir de nuestro individualismo que tanto nos ha perjudicado.

María Teresa Paz
Madrid

Dios y tú, y yo, y nosotros…

Hay que abrirse a Dios, no hay que avergonzarse por expresar nuestros sentimientos de amor a Dios delante de los hombres, piensen o no como yo. Los respetos humanos nos conducen al agostamiento de nuestras más nobles e íntimas experiencias con el propio Dios, el tú a Tú con Jesús, el mismo que caminaba por las sendas anejas al Jordán. Él, aunque todo lo sabe, quiere que se ore -hable- con Él, con sinceridad y desnudez de alma. Sin esos escrúpulos. Quiere que proclamemos ante el mundo nuestra plática, la de los dos –Dios-tú/yo–, y no hay que avergonzarse porque Dios es nuestro Padre misericordioso, al que se le puede pedir que nos castigue con un beso. Daré testimonio de Ti, Señor Jesús, aunque el mundo me ridiculice y se ría, pero es que no puedo, ni quiero, ocultar que te quiero, y que Tú me quieres.

Remigio De Benito Vidal
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