Amo a la Iglesia - Alfa y Omega

Me siento profundamente emocionada por pertenecer a la Iglesia de Cristo, con mi condición humana, equivalente a tener fallos, y pecado, pero, a pesar de esto, la Iglesia me limpia, me fortalece, me impulsa a levantarme porque me ha transformado de nuevo. Por eso la amo, porque es de Cristo; la amo porque hay tanto amor y sacrificio de Cristo y de los que pertenecemos a su Iglesia. ¿Qué hace ese amor y sacrificio? Genera paz, amor, comprensión, y una donación total al necesitado, sin saber a veces quién es y a quién se hace, porque ese amor y sacrificio permite la entrega desinteresada a los demás, porque hay heridas en el alma que sólo se cierran cuando son entendidas, y Cristo entiende, porque somos preciosos ante Dios. Ésta es la Iglesia de Cristo.

La Iglesia manifiesta el rostro de Cristo lleno de desvelo, de ternura, de comprensión, de fijarse en qué necesitan los demás, y cuando se acercan esos hombres, pecadores, a su Iglesia, lo único que se ve no es un pecador, un desgraciado por su conducta, sino que se ve a Dios en esos hombres, porque Él fue el único que fue capaz de hacerles cambiar, con su gracia, su luz y su amor. Yo en estas personas veo, palpo, siento, percibo la fuerza del corazón de Cristo, su amor misericordioso, transformando sus vidas, sus corazones, para empezar a amar a Cristo en su Iglesia. Esta transformación de tantas personas, que en este año he visto, radica especialmente en Jesús presente en su Iglesia, como crucificado, resucitado, en esa donación plena, total, vivida en la Cruz: la Santa Misa, donde Él, con toda su humanidad, se abre a la acción transformadora del Padre y del Espíritu Santo, a esa acción trinitaria de la Misa. En esto radica la fuerza transformadora de todos los hombres de buena voluntad. ¿Cómo no amar a mi madre, la Iglesia? La Eucaristía es la única fuerza que alimenta al mundo, no solamente al mundo cristiano, sino a toda la Humanidad.

La Iglesia de Cristo es el único sitio donde te aman por lo que eres, no por lo que tienes o vales. En la Iglesia no pasa como en el mundo, donde te aman por otras motivaciones, por amistad, te aman porque amas, porque has sido fiel, o útil. Cristo en su Iglesia no ama así, ama con entrañas de misericordia hasta a sus enemigos. Por eso amo a la Iglesia de Cristo, porque siento su amor en mi nada, siento su amor en mi miseria, siento su amor en mi poquedad, siento su amor en mis faltas, errores y pecados, siento su amor en mi falta de correspodnencia a su gracia, siento su amor siempre, haga lo que haga, siento su amor en el corazón de Cristo, reflejo del amor de Dios Padre, en el amor que es Dios Espíritu Santo.

Esto son tan sólo unas pinceladas de por qué amo a la Iglesia de Cristo. Te invito a descubrirla a ti, que no crees en ella. Seguro que ni te lo imaginas… Ven, sé valiente. Si eres valiente y lo intentas, no podrás dejar a Cristo. Ven y verás. No pongo tu nombre, pero te estoy dando una respuesta a tus recelos, tu desconocimiento. Te repito, no se puede amar aquello que no se conoce.

Nieves Chicharro de Pablo