«Hemos de estar a la altura con las víctimas del terrorismo» - Alfa y Omega

«Hemos de estar a la altura con las víctimas del terrorismo»

La Iglesia en el País Vasco «tiene que hacer una autocrítica humilde y constructiva de lo que hemos hecho mal, para estar junto a quienes sufren el dolor de la violencia terrorista, y recuperar así el afán de centrarnos en anunciar a Cristo». Son palabras de monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, al valorar para Alfa y Omega la importancia de construir una sociedad vasca capaz de vivir en paz, sin menospreciar a las víctimas. Un proceso que no es fácil, porque, como explicó el pasado sábado a más de 600 escolares «en el País Vasco, al perder la fe, algunos han cambiado la Patria del Cielo, por una patria de plastilina o de papel de fumar»

José Antonio Méndez
Monseñor Munilla encabeza una marcha por la paz hacia el santuario de la Virgen de Aránzazu, en marzo de 2012

«La tesis de la Conferencia Episcopal con respecto al terrorismo está muy clara en el documento Valoración moral del terrorismo en España y sus consecuencias, de 2002. Además, en Orientaciones morales ante la situación actual de España, de 2006, se recuerda que una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político legítimo de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político. Todos estamos obligados a anteponer, contra el terrorismo, una unidad que tiene una legitimidad moral: la de la defensa de la libertad y de la convivencia frente a quienes han utilizado el terror como vía de cambio social. Eso, y dejar muy claro la cercanía a las víctimas, que son quienes llevan la herida profunda de las consecuencias del terrorismo». Con estas palabras recordaba don José María Gil Tamayo, Secretario General y Portavoz de la Conferencia Episcopal, la doctrina de la Iglesia frente al terrorismo de ETA, así como el apoyo a las víctimas que han sufrido la violencia abertzale.

Las declaraciones que realizó el Portavoz episcopal, tras la reunión de la Comisión Permanente de la CEE, el pasado jueves, llegaban tras varios meses de malestar entre las asociaciones de víctimas de ETA por la política antiterrorista del Gobierno, y pocos días antes de que el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, recordase ante más de 600 escolares la labor que realiza la Iglesia en el País Vasco al servicio de la paz. Un encuentro en el que previno a los jóvenes frente a «todo tipo de nacionalismos exacerbados, que tanto daño hacen a la paz», y en el que les explicó que, «al perder la fe, algunos han cambiado la Patria del Cielo por una patria de plastilina o de papel de fumar», y con ello, «la confrontación predominante en el siglo XX, capitalismo-comunismo; se sustituyó por otra: hutus-tutsis; serbios-bosnios; palestinos-judíos; irlandeses-ingleses; los tuyos y los míos…; ¡algo sabemos también nosotros de esto!».

Signos afectivos y efectivos

De hecho, como explica para Alfa y Omega monseñor Munilla, «en este momento, una de las tareas de la Iglesia en el País Vasco es que se visualice nuestra posición inequívoca contra la violencia, y nuestra relación totalmente cordial y afectiva con las víctimas». Monseñor Munilla reconoce que «la Iglesia ha tenido un discurso muy claro y muy contundente contra la violencia, pero, a veces, parecía que era demasiado abstracto y muy poco concreto, por no tener un trato afectivo y efectivo con las víctimas. Y de esto tenemos que aprender, porque hoy es muy importante que nuestro mensaje se traduzca en signos de cercanía y de cariño hacia ellas. Hemos de estar a la altura con las víctimas del terrorismo, y sin gestos reales y afectivos nos quedaríamos en una retórica abstracta. La Iglesia, y sobre todo la Iglesia en el País Vasco, no podemos quedarnos lejos del sufrimiento, para que el mensaje cristiano que anunciamos se encarne de forma real en la vida de quienes padecen».

Las palabras del prelado vasco están respaldadas, precisamente, por los hechos: «En este esfuerzo principal de estar junto a las víctimas, hemos realizado varios encuentros del obispo con asociaciones de víctimas; hemos celebrado la Eucaristía en la catedral, que yo mismo presidí, en favor de todas las víctimas del terrorismo; hemos hecho menciones expresas de apoyo a las víctimas en diversas homilías [entre las más contundentes están las de la Semana Grande de 2013, en el contexto de la Conferencia de Paz, y la de la fiesta de San Sebastián de 2012]; hemos hecho menciones muy claras en celebraciones de las fiestas religiosas con los cuerpos policiales y con los militares… También hemos hecho, las tres diócesis vascas conjuntamente, un acto simultaneo de oración por la paz. Y, desde hace años, hay un encuentro de oración por la paz del obispo con escolares».

Ante la idolatría política, Cristo

Porque, como concluye el obispo de San Sebastián, «en el País Vasco se ha dado, durante años, un proceso sustitutivo: el puesto de Dios lo ha ocupado una ideología, y la política se ha convertido en una idolatría, en un sucedáneo del sentido religioso. Ahora, tenemos que hacer una autocrítica humilde y constructiva de lo que hemos hecho mal, no para echar porquería contra nadie, sino para crecer en esperanza, estar junto a quienes sufren la violencia, sobre todo la violencia de ETA, y recuperar el afán de centrarnos en anunciar a Cristo, que es el único que puede cambiar el corazón de las personas».