Sobrevivió a un ataque de Hamás y ahora lo cuenta por el mundo - Alfa y Omega

Sobrevivió a un ataque de Hamás y ahora lo cuenta por el mundo

Yoni Diller salvó la vida el 7 de octubre. Ha compartido su testimonio en el II Congreso Internacional de Víctimas del Terrosimo, organizado por la Universidad CEU San Pablo

Rodrigo Moreno Quicios
Yoni Diller (derecha) junto a Luis Ventoso (director adjunto de 'El Debate') durante el congreso
Yoni Diller (derecha) junto a Luis Ventoso (director adjunto de El Debate) durante el congreso. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

«Estoy aquí para compartir mi historia, por toda la gente que ya no puede hacerlo», ha dicho Yoni Diller, de 28 años y superviviente del ataque de Hamás el pasado 7 de octubre al Festival Nova y los kibutz de los alrededores. Entonces, las milicias yihadistas asesinaron a un mínimo de 1.200 personas y secuestraron a 240 rehenes, de los cuales 130 aún siguen cautivos. Durante el II Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, organizado por la Universidad CEU San Pablo los días 24 y 25 de abril y en el que ha estado presente Alfa y Omega, el joven ha detallado los obstáculos que debió superar para salvar la vida.

Lo primero que ha recordado el israelí es cómo, mientras bailaba a las 6:29 de la mañana en un festival internacional con «personas de todas partes del mundo», vio cómo las estelas de los cohetes de Hamás comenzaron a llenar el cielo «saliendo a docenas, uno tras otro». La Policía tomó entonces los micrófonos «y nos dijo que evacuáramos, que nos mantuviéramos seguros y buscáramos refugio». Algo especialmente difícil «en un espacio abierto, por lo que tuvimos que ser muy creativos para encontrar el modo de protegernos». «Los amigos nos dispersamos y fuimos cada uno a un sitio», ha explicado.

Diller ha narrado cómo «alguna gente tuvo pánico y lloraba. Es muy difícil evacuar a 3.000 personas a la vez». Ha revelado incluso cómo «las personas que estaban borrachas o habían consumido drogas ni se enteraban de lo que estaba sucediendo, imaginad lo que pasaron». Y ha recordado que, durante el caos del atentado, él y algunos de sus amigos, quienes consiguieron encontrar entre la muchedumbre el coche con el que llegaron al campamento, decidieron «ir a un pueblito del sur». «Quizás esa decisión salvó nuestra vida», ha sentenciado.

El superviviente ha contado que, nada más escapar del recinto y a medida que su grupo se alejaba de la explanada, «vimos un coche que venía en nuestra dirección muy despacio; era sospechoso». Sin embargo, al alcanzarlo en el camino comprobaron que «no era un terrorista» sino un vehículo ocupado por otros civiles. «Según se acercaba vi que estaba lleno de impactos de balas y había una chica dentro intentando pararlo, pero no lo conseguía», ha apuntado el israelí. Al abrir sus puertas para asistir a los tripulantes, «estaba lleno de sangre. A la chica la habían disparado en su rodilla izquierda».

Pero no pudieron quedarse en el sitio, pues él y sus compañeros empezaron a escuchar fuego proveniente del norte. Debido a sus tres años de experiencia cumpliendo el servicio militar obligatorio, Yoni Diller los identificó rápidamente. «Eran armas semiautomáticas, AK-47, que no usan las Fuerzas de Defensa Israelí sino Hamás o los rusos». Como consecuencia de aquella amenaza, «tuvimos que actuar rápido» y huir hacia un valle cercano en el que podrían refugiarse.

«Mientras íbamos corriendo, había más gente detrás de nosotros y algunos terroristas disparándoles con ametralladoras», ha rememorado Diller, quien ha contado con crudeza cómo «las balas pasaban a centímetros de nuestras cabezas».

Tras dar esquinazo a sus perseguidores, caminaron cinco horas por la intemperie en una zona árida, aunque con algunos pomeleros de los que pudieron recoger sus frutos para alimentarse. «Ni siquiera sé si tuvimos miedo o no», ha explicado el israelí a los asistentes que han llenado el Aula Magna del CEU. «Pero sí estábamos muy estresados y lo que nos mataba por dentro es que no sabíamos qué sucedía».

Por fortuna, Yoni Diller y el resto de jóvenes encontraron a un grupo de civiles que, debido a las particularidades del servicio militar en Israel, iban armados. Se acercaron a ellos con cautela porque «nadie sabía entonces quién era un terrorista y quién no», aunque finalmente «nos salvaron, nos dieron agua y comida, empezamos a entrecruzar nuestras historias y entendimos lo que pasó». Entre el grupo, «alguien dijo que vio cómo asesinaban a un amigo ante sus ojos». Otro, cómo violaban a una amiga suya. En el caso de Diller, averiguó días más tarde que un compañero suyo de instituto había sido secuestrado y permanece bajo el control de Hamás hasta hoy.

Al final de su intervención, el israelí ha reivindicado que «es importante saber lo que pasó el 7 de octubre y no enterarse por lo que diga TikTok». Ha pedido al mundo «que abramos los ojos y mantengamos una conversación respetuosa» para resolver la crisis en Tierra Santa, al tiempo que no caer en la intoxicación mediática y entender bien que «existe una gran diferencia entre Hamás y los palestinos». «Digamos no al terrorismo», ha concluido desde el escenario en el que los días 24 y 25 de abril también han hablado Ingrid Betancourt, raptada por las FARC entre 2002 y 2008; José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA entre 1996 y 1997, o Íñigo de la Fuente, fundador de la iniciativa EGO NON contra el enaltecimiento del terrorismo.