«No somos los chupasangres que la gente piensa» - Alfa y Omega

«No somos los chupasangres que la gente piensa»

Julia Yagüe y Ana Martín llevaban tiempo queriendo dedicar parte de su tiempo a los demás y «hacer algo de asesoramiento social» pero la idea no se concretaba. Julia entonces se apuntó a un curso de coaching. «Nos hablaban mucho de pasión, de hacer lo que a uno le gusta, de lo que realmente se identifica contigo. Pensé en mi vida y me di cuenta de que la forma en la que estaba ejerciendo mi profesión no se identificaba con mi esencia», cuenta Julia. «Entonces llamé a Ana y nació la asociación». Ahora compaginan su trabajo profesional con la asociación, que se dedica a ayudar a gente como Osman, un hondureño amenazado de muerte en su país por las maras y al que recientemente le han denegado el Asilo político

José Calderero de Aldecoa
Osman con la denuncia por amenazas de muerte

El hijo de Osman, con 10 años, fue testigo de un asesinato, y en Honduras, los sicarios no dejan testigos vivos. Axel estaba jugando al fútbol en casa, cuando aparecieron dos pistoleros de la mara Salvatrucha, que dispararon 30 o 40 veces contra su vecino. Para la familia empezó una huida desesperada, hasta que acabó en España. El familiar que los acogió los puso en la calle cuando se les acabó el dinero. Hoy, sobreviven gracias a una buena samaritana y a Cáritas Madrid. De esto hace ya tres años pero todavía temen que la historia no tenga un final feliz. «Son muchos los que en mi país están muertos por el mismo motivo y todavía no tengo los papeles necesarios para establecer mi residencia definitiva en España», cuenta Osman.

Para evitar que él y su familia terminen acribillados a balazos solicitó el asilo político, que hace dos semanas el Gobierno le denegó. La única alternativa que le queda para evitar la expulsión es solicitar el arraigo, pero no tiene dinero para costearse el dinero que cuesta un abogado. A través de un amigo contactó con la asociación Abogados con corazón. Ahora son ellos los que llevan el caso.

Una idea que no cesa

El de Osman es una de las primeras consultas que han llegado a la asociación Abogados con corazón, y lo hizo a través de Internet. Pero nunca hubiera llegado si no hubiera sido por Ana Martín y Julia Yagüe. Fueron ellas las que siempre tuvieron en su cabeza «hacer algo de asesoramiento social. La idea siempre rondaba en nuestra cabeza. Pensábamos en colaborar con algún tipo de asociación de mujeres maltratadas o algo parecido», cuenta Julia a Alfa y Omega. Pero la idea, en aquellos años, nunca llegó a cuajar.

«De repente un día llamé a Ana y le dije: “Esto tenemos que retomarlo y se me ha ocurrido la manera de hacerlo”. Estuvimos hablando entonces de darle el formato de asociación que hoy tiene Abogados con corazón». Esa llamada se produjo porque Julia estaba haciendo un curso relacionado con temas de coaching. «Nos hablaban mucho de pasión, de hacer lo que a uno le gusta, de lo que realmente se identifica contigo. Pensé en mi vida y me di cuenta de que la forma en la que estaba ejerciendo mi profesión no se identificaba con mi esencia», cuenta Julia. «Yo siempre quise enfocar el mundo del derecho a un tema social. Entonces descolgué el teléfono, llamé a Ana y nació la asociación».

Fue entonces cuando se gestó la idea. «Fuimos poco a poco dándole forma. Pensando en los servicios que íbamos a ofrecer». Y el resultado ha visto la luz en febrero de 2015.

Los casos llegan a través de la página web. Ana y Julia analizan la respuesta que necesita la persona que se ha puesto en contacto. «Si lo que necesita es solo resolver alguna duda, somos nosotras mismas las que se las resolvemos de forma totalmente gratuita». Si lo que piden requiere la intervención de un letrado, lo que se hace es derivarlo a alguno de los letrados que colabora con la asociación. La asociación, como tal, nunca lleva directamente ningún caso. «Nosotros nos encargamos de derivarles, controlamos que las tarifas no sean elevadas y hacemos el seguimiento de todo el proceso y de las decisiones que se han ido tomando», explica Julia. Por ejemplo, en el caso de Osman, que no era una simple consulta sino que requería la intervención de un letrado, se derivó el caso a Fernando Martín, de IurisConsultor, que se hizo cargo del caso por la mitad de dinero que suele cobrar a un cliente normal.

Una convicción personal

Fernando asumió el caso de Osman, derivado desde la asociación por «convicción personal. Soy de la opinión que cada persona puede aportar algo a la sociedad de forma altruista, por pequeño que sea, pero que sumado a la aportación de todos, se convierte en algo grande», explica a Alfa y Omega. Además, «me une una gran relación con las dos promotoras de la asociación. Las conozco desde hace mucho tiempo y me han ido compartiendo su proyecto e invitado a unirme al mismo, lo cual es un orgullo para mí», confiesa.

Para él, ejercer la abogacía con corazón supone «ejercerla desde un punto de vista distinto» del que se tiene de los abogados. «El abogado no solo está para pelear o para ser cauce o soporte de malas noticias, también resolvemos problemas, aportamos soluciones y todo ello desde un punto de vista constructivo y afectuoso hacia el cliente. No todo versa de forma exclusiva en el beneficio económico». Priman las personas. «A veces una pequeña conversación con alguien que está angustiado, de no mas de 5 minutos, provoca un alivio en esa persona, y eso para mi es gratificante», concluye Fernando.

«Queremos enseñarle a la gente que los abogados tenemos corazón. Como en todas las profesiones, hay gente que intenta abusar de los otros, pero hay muchos más que hacen un gran trabajo solucionando problemas muy importantes y graves de las personas. Incluso, solamente el escuchar a las personas y darles consuelo es algo que los abogados hacemos mucho y la gente no lo sabe. No somos los chupasangre que la gente piensa», asegura Julia.