Imperialismo y sadismo - Alfa y Omega

Cuando Putin y Netanyahu, sujetos ambos a órdenes de arresto del Tribunal Penal Internacional, han asesinado a millares de civiles bombardeando edificios de viviendas sin ningún interés militar, el presidente Trump se permite deshumanizar al resto de las víctimas de la guerra en Ucrania y en Gaza. A sus ambiciones imperialistas sobre el canal de Panamá, Groenlandia e incluso Canadá han seguido las de Gaza y los minerales estratégicos de Ucrania. Hace dos semanas, Estados Unidos se alineó con Rusia y Corea del Norte en la Asamblea General de la ONU votando contra Ucrania y la Unión Europea. A su propuesta de limpieza étnica de los palestinos de Gaza —1,8 millones después de haber sufrido más de 30.000 muertos civiles— para convertir ese terreno en «la Riviera de Oriente Medio» siguió el vídeo en su cuenta de la red Truth Social sobre el futuro gran hotel Trump Gaza y su gigantesca estatua dorada en una gran avenida de palmeras y edificios de lujo. Creado por IA, es no solo simplón, con billetes que llueven del cielo, sino despiadado. Después de recibir a Netanyahu en la Casa Blanca, Trump firmó sanciones contra el Tribunal Penal Internacional en represalia por la orden de arresto del primer ministro israelí. Como respuesta inmediata, 80 países reiteraron su apoyo al Tribunal. Alineándose con autócratas que invaden el territorio de sus vecinos, Trump deja claro que su plan de regresar al imperialismo del siglo XIX va en serio. Reírse de la destrucción de Gaza y de parte de las ciudades de Ucrania añade una nota de sadismo. El espectáculo de deshumanización de los palestinos envenena a los espectadores que no reaccionan. Ya se hizo con los judíos, anestesiando la conciencia alemana. El reparto de Ucrania entre dos potencias deshumaniza también. Estamos pasando del Síndrome 1933, obra que alerta a los países europeos del riesgo de repetir el triunfo de Hitler, al síndrome 1939.