Vicario de la Custodia: «Asistimos a una escalada que solo ha puesto en juego el afán de poder»
Al franciscano Ibrahim Faltas la «preocupa profundamente la propagación a nivel mundial del conflicto» entre Israel e Irán tras la entrada en juego de Estados Unidos este fin de semana
Tras la entrada de Estados Unidos en los enfrentamientos entre Israel e Irán, «me preocupa profundamente la propagación del conflicto a nivel mundial», reconoce a Alfa y Omega fray Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa. «Quienes desean la paz deben seguir caminos de paz; sin embargo, asistimos a una escalada que solo ha puesto en juego el afán de poder y los intereses personales, y no se preocupa por el respeto y la dignidad de la vida y la creación».
El pasado sábado, Washington ordenó bombardear las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán, Isfahán, Natanz y Fordó. Según aseguró el presidente, Donald Trump, estas fueron destruidas por completo. La operación Martillo de Medianoche es el mayor bombardeo con aviones B-2 de la historia del país y la más larga con ellos desde el 11 de septiembre, informa EFE. Participaron más de 125 aeronaves, entre ellas siete de estos bombarderos; y se lanzaron 75 bombas y misiles.
«Esto no puede continuar. Habrá paz o una tragedia para Irán mucho mayor que la que hemos presenciado en los últimos ocho días», advirtió Trump el domingo en un breve discurso a la nación desde la Casa Blanca. El republicano lanzó una advertencia asegurando que «quedan muchos objetivos tras esta noche».
«Si la paz no llega pronto, perseguiremos esos otros objetivos con precisión, velocidad y habilidad; la mayoría de ellos pueden ser eliminados en cuestión de minutos», indicó. Estados Unidos llevaba varios días sopesando unirse o no a los bombardeos israelíes contra Irán, en el marco de la guerra actual entre ambos países.
«El Papa León XIV pidió responsabilidad y razón, pero no ha sido escuchado. Tierra Santa se ha convertido en el blanco de un conflicto que la está convirtiendo en tierra de muerte», cuando es «tierra de vida por la presencia salvadora del Redentor». Precisamente por esto «Jerusalén, la Ciudad santa, debe ser signo y ejemplo concreto de coexistencia pacífica entre los pueblos».
Tanto el actual Santo Padre como su predecesor «siempre han expresado con firmeza sus palabras contra quienes, sin saberlo, alimentan el camino mortal de la guerra». Por ello, Faltas concluye exclamando: «¡Que el Señor tenga piedad de quienes no siguen caminos de paz!».