Una Alemania europea - Alfa y Omega

Hace 30 años, el 3 de octubre de 1990, Alemania celebraba el Día de la Unidad, algo que parecía del todo imposible apenas once meses antes, cuando caía el Muro de Berlín, abriendo inesperadamente la posibilidad de superar la división de Alemania. Es un buen momento para recordar el papel que jugó el entonces canciller, Helmut Kohl, y también la contribución que han realizado los líderes del partido demócrata cristiano alemán a la construcción europea, desde su fundador, Konrad Adenauer, en los años de la segunda posguerra, hasta la canciller, Angela Merkel.

Al igual que su admirado Adenauer, Helmut Kohl, que había accedido a la cancillería en 1982, nunca había renunciado al sueño de alcanzar la unidad. Sin embargo, como decía al inicio de su mandato, requeriría tiempo, «probablemente generaciones».

Mientras, la libertad debía prevalecer sobre la unidad. Kohl señalaba, antes de la caída del Muro, que de nada serviría formar parte de una Alemania unida si en ese proceso los ciudadanos de la República Federal Alemana perdían la libertad. La unidad era un objetivo irrenunciable, pero debía esperar. Kohl recordaba cómo años atrás, en 1952, Adenauer se había opuesto, a pesar de una durísima oposición, a la oferta soviética de negociar la reunificación de Alemania con la condición de que esta se mantuviese neutral. Algo que el canciller consideró una trampa de Stalin para expulsar a las tropas aliadas de su territorio. Para la democracia cristiana alemana, la libertad fue siempre la prioridad.

Pero asegurar la libertad y afrontar el desafío totalitario solo podría lograrse al abrigo de una comunidad de estados. Por eso era necesario anclar a la República Federal de Alemania a sus vecinos de Occidente mediante el fortalecimiento de la alianza con los Estados Unidos en el marco de la OTAN y la unidad europea. Por eso, como Adenauer, el canciller Kohl fue también un firme defensor de la Alianza Atlántica y de la construcción europea.

El europeísmo de Kohl tenía también una raíz personal. Mencionaba a menudo recuerdos de su infancia: la pérdida de su hermano en la Segunda Guerra Mundial; su sufrido camino de vuelta a casa, con 15 años, en los últimos días de la guerra; la enemistad hereditaria entre Francia y Alemania que los niños alemanes aprendían en la escuela… Con la integración europea todo aquello debía quedar atrás.

Durante años, Helmut Kohl y el socialista Mitterrand, con el que formaba tan extraña pareja, trabajaron por profundizar en la unidad europea. Continuaron así el camino de la reconciliación francoalemana que habían iniciado Adenauer y Charles de Gaulle. Trabajaron para eliminar los controles en fronteras, por construir un mercado europeo, por estrechar la cooperación en la ciencia, la investigación y la cultura… A pesar de este compromiso, cuando cayó el Muro y Kohl anunció su Plan de Diez Puntos para avanzar hacia la unidad, sus socios en la Comunidad recibieron la noticia con frialdad, poniendo de manifiesto que el miedo aún no había desaparecido. Algunos temían que una Alemania reunificada, con 80 millones de habitantes, alterase el equilibrio francoalemán, perdiese interés en la Comunidad Europea o mirase hacia el este. El canciller logró vencer las reticencias de Washington, pero sobre todo de Moscú y de sus socios europeos, y hacer realidad la reunificación en menos de un año. Al tiempo, impulsaba la integración europea para anclar en mayor medida la nueva Alemania en una Europa más unida. Kohl promovió la Unión Económica y Monetaria, con la esperanza de que la moneda única hiciese el proceso de integración irreversible.

Con su determinación, logró alcanzar dos objetivos: vencer las reticencias de los líderes europeos a la rápida reunificación de Alemania, y vencer las reticencias de la opinión pública alemana a la moneda única. De este modo, la nueva Alemania unida quedaba anclada en una Europa más fuerte. Como él decía, unidad alemana y unidad europea serían dos caras de la misma moneda.

30 años después de la reunificación, Merkel continúa en la misma senda: la defensa de la libertad, el apoyo a la alianza transatlántica –hoy en día más frágil–, la profundización en la construcción europea… El reciente apoyo de Merkel al Plan de Recuperación y a la emisión de deuda por parte de la Comisión Europea han puesto de manifiesto de nuevo su compromiso con la unidad. Como decía Thomas Mann, también la canciller ha trabajado por construir «no una Europa alemana, sino una Alemania europea».

Una Alemania europea
Autor:

Helmut Kohl (editado por Belén Becerril)

Editorial:

Encuentro

Año de publicación:

2020

Páginas:

204

Precio:

20 €