Un mes de León XIV: su apuesta por la paz y la reconciliación, en diez frases - Alfa y Omega

Un mes de León XIV: su apuesta por la paz y la reconciliación, en diez frases

Además de gestos concretos como su oferta de que el Vaticano acoja conversaciones para la paz en Ucrania y sus encuentros diplomáticos, en sus primeros 30 días como Pontífice Robert Prevost ha trazado la hoja de ruta para que el mundo alcance la paz

María Martínez López
El Santo Padre durante la audiencia general del 4 de junio
El Santo Padre durante la audiencia general del 4 de junio. Foto: CNS.
1

«¡La paz esté con todos ustedes! Esta es la paz del Cristo Resucitado, desarmada y desarmante, humilde y perseverante» (bendición urbi et orbi, 8 de mayo).

2

«En el dramático escenario actual de una tercera guerra mundial en vilo, como ha afirmado repetidamente el Papa Francisco, yo también me dirijo a los grandes del mundo, repitiendo el llamamiento siempre actual: “¡Nunca más la guerra!”» (primer Regina caeli, 11 de mayo).

3

«Llevo en el corazón el sufrimiento del amado pueblo ucraniano, que se haga todo lo posible para alcanzar cuanto antes una paz verdadera, justa y duradera. Que todos los prisioneros sean liberados y que los niños vuelvan con sus familias» (primer Regina caeli, 11 de mayo).

4

«Desarmemos las palabras y contribuiremos a desarmar la tierra. Una comunicación desarmada y desarmante nos permite compartir una mirada distinta sobre el mundo y actuar de modo coherente con nuestra dignidad humana. […] La paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra» (encuentro con los periodistas que habían cubierto en cónclave, 12 de mayo).

5

«La paz entonces pareciera una simple tregua, una pausa de descanso entre una discordia y otra, porque, aunque uno se esfuerce, las tensiones están siempre presentes […]. En la perspectiva cristiana —como también en la de otras experiencias religiosas— la paz es ante todo un don, el primer don de Cristo […]. Pero es un don activo, apasionante, que nos afecta y compromete a cada uno de nosotros […] y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo. La paz se construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no solo con las armas. […] Procurar la paz exige practicar la justicia» (discurso al Cuerpo Diplomático, 16 de mayo).

6

«Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas. Esto puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer, «bien pequeña, es cierto, pero verdadera sociedad y más antigua que cualquiera otra» (discurso al Cuerpo Diplomático, 16 de mayo).

7

«Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. […] construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad» (Misa de inicio de pontificado, 18 de mayo).

8

«El diálogo teológico entre cristianos y judíos sigue siendo siempre importante y está muy cerca de mi corazón. Incluso en estos tiempos difíciles, marcados por conflictos y malentendidos, es necesario continuar con ímpetu este precioso diálogo nuestro» (a representantes de otras confesiones cristianas y otras religiones, 19 de mayo).

9

«Desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, cuando quienes han sufrido injusticias y las víctimas de la violencia saben resistir la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos no violentos de construcción de la paz. La no violencia como método y como estilo debe caracterizar nuestras decisiones, nuestras relaciones, nuestras acciones» (discurso a los representantes de los movimientos populares por la paz, 30 de mayo).

10

«Supliquemos al Espíritu Santo el don de la paz. Ante todo, la paz en los corazones: solo un corazón pacífico puede difundir la paz en la familia, en la sociedad, en las relaciones internacionales. Que el Espíritu de Cristo resucitado abra caminos de reconciliación dondequiera que haya guerra; ilumine a los gobernantes y les dé el valor de realizar gestos de distensión y diálogo» (Regina caeli del 8 de junio).