El Santo Padre pide a los movimientos en la vigilia de Pentecostés que sean lugares de fraternidad
«La tarde de mi elección recordé la palabra “sinodalidad”, que expresa felizmente el modo en el cual el Espíritu modela la Iglesia. Somos un pueblo en camino», ha expresado el Pontífice en su homilía
En la tarde de este sábado se ha celebrado en la Plaza de San Pedro la vigilia de Pentecostés, presidida por primera vez por el Papa León XIV quien ha estado arropado por decenas de miles de peregrinos que han acudido este fin de semana a la capital italiana para el Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades.
«En esta vigilia de Pentecostés nos encontramos íntimamente vinculados por la proximidad de Dios, por su Espíritu que une nuestras historias a la de Jesús», ha expresado el Santo Padre en su homilía. «Estamos involucrados en las cosas nuevas que Dios hace, para que su voluntad de vida se cumpla y prevalezca sobre la voluntad de muerte».
Después de cantar el Veni Creator Spiritus, ha pedido que el Espíritu Santo «visite nuestras mentes, multiplique los lenguajes, encienda los sentidos, infunda el amor, reconforte los cuerpos y done la paz». En este sentido, ha recalcado el fuerte poder de unidad que otorgó el Espíritu Santo a María y los apóstoles, aún en sus diversidades, y que el mismo León XIV subrayó durante la Eucaristía de inicio de su pontificado.
«La tarde de mi elección, mirando con conmoción al pueblo de Dios aquí reunido, recordé la palabra “sinodalidad”, que expresa felizmente el modo en el cual el Espíritu modela la Iglesia. Somos un pueblo en camino», ha recordado el Pontífice. «Esta conciencia no nos aleja, sino que nos sumerge en la humanidad, como levadura en la masa, que la fermenta toda».
La sinodalidad, ha asegurado, «es el nombre eclesial de esta conciencia de unidad. Es el camino que pide a cada uno reconocer la propia deuda y el propio tesoro, sintiéndose parte de una totalidad, fuera de la cual todo se marchita, incluso el más original de los carismas». Con esta premisa, León XIV ha pedido a los peregrinos de diversos movimientos y asociaciones presentes «que sus comunidades sean entonces lugares donde se practique la fraternidad y la participación, no sólo en cuanto lugares de encuentro, sino en cuanto lugares de espiritualidad». Así, ha recalcado la importancia de una «dimensión contemplativa de la vida que aleja la autoafirmación, la murmuración, el espíritu de controversia, el dominio de las conciencias y de los recursos».
El Pontífice también ha reflexionado sobre la evangelización, que «no es una conquista humana del mundo, sino la infinita gracia que se difunde a través de vidas transformadas por el Reino de Dios». Un camino que recorremos «juntos» y «hambrientos y sedientos de justicia», por lo que ha invitado a estar «profundamente ligados a cada una de las Iglesias particulares y a las comunidades parroquiales donde alimentan y gastan sus carismas».