La solución a nuestros graves problemas económicos y sociales corresponde a la entera sociedad civil y, en primer lugar, a quienes en ella tienen funciones de gobierno a todos los niveles. Invitamos a todos, muy especialmente a los propios católicos, a empeñarse de una manera más activa en buscar vías de solución a esta crisis. No se trata de señalar culpables; en cierto modo, lo somos todos, por haber minusvalorado algunos valores esenciales, sustituyéndolos por un estilo de vida que deja de lado a Dios, relativiza todo comportamiento y sitúa al ser humano en un individualismo cada vez más cerrado y volcado en lo terreno. Sin trascendencia, no es posible la esperanza.
En la urgente salida de la crisis ocupa un lugar primordial la verdadera familia, nacida de la unión de un hombre y una mujer, tan defendida por la Iglesia y tan atacada desde ciertos sectores ideológicos y políticos. La familia ha resultado ser, como siempre, el único dique que ha funcionado bien a la hora de frenar las calamidades económicas. Como hemos afirmado los obispos españoles, «sin la familia, sin la protección del matrimonio y de la natalidad, no habrá salida duradera de la crisis».
Urge la protección a las familias, mediante ayudas a la natalidad, a la compatibilidad de la adecuada atención al hogar y el derecho a un trabajo digno, en especial para la mujer; así como la prosecución de una mejor calidad del sistema educativo. A ello ayudará también el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones de nuestros mayores, que son, de hecho, un gran soporte para las maltrechas economías de bastantes familias.
Necesitamos de modo imprescindible la ayuda del Señor Jesús. A Él «podemos dirigirle la palabra –como señala el Papa– y presentarle los sufrimientos que nos entristecen. Estamos seguros de que nos escucha siempre. Si Jesús está presente, ya no existe un tiempo sin sentido y vacío. Si Él está presente, podemos seguir esperando incluso cuando los demás ya no pueden asegurarnos ningún apoyo, incluso cuando el presente está lleno de dificultades».
Obispos de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz