«Si Dios me dejara, salvaría muchas vidas sacrificando la mía» - Alfa y Omega

«Si Dios me dejara, salvaría muchas vidas sacrificando la mía»

Akash Bashir puede ser el primer pakistaní que suba a los altares. Con 20 años murió tratando de impedir un atentado terrorista en su parroquia de Lahore

María Martínez López
2 Los padres de Akash Bashir, Emmanuel y Naz-Bano, con su hermano Ramish. Foto: CNS.

«Moriré, pero no te dejaré entrar en la iglesia», exclamó Akash Bashir. El joven voluntario de seguridad, de 20 años, agarró a un hombre con aspecto sospechoso que se dirigía a la parroquia de San Juan, en Youhanabad, barrio cristiano en Lahore (Pakistán). Resultó ser un terrorista suicida con el cuerpo cubierto de explosivos. Pulsó el botón.

El templo tembló en plena Misa. El padre Francis Gulzar, el párroco, la interrumpió inmediatamente y acudió a la puerta. «Era el caos», relata. Vio tendidas en el suelo a varias personas; entre ellas un vendedor ambulante de legumbres y Amol Mariam, de 6 años, que había salido de la iglesia a beber agua de la fuente. «En medio de la gente que gritaba y corría aterrorizada, Akash yacía en el suelo», con la ropa blanca manchada de sangre y sin el brazo derecho. Pero su cara estaba «iluminada con la paz de Dios», y quedó «grabada en mi mente y mi corazón para siempre».

«Su vida y su martirio transformaron a la comunidad católica. El número de fieles ha aumentado»
Francis Gulzar
Párroco de Youhanabad

Ese 15 de marzo de 2015, otro terrorista atacó la iglesia anglicana. Murieron 15 personas, a las que luego se sumaron dos musulmanes linchados por una turba de cristianos. Entre las víctimas, Akash puede ser el primer pakistaní en subir a los altares. Este martes, siete años después, se abrió en Lahore la causa de canonización, en presencia de obispos y jóvenes de todo el país.

Naz-Bano, la madre de Akash, estaba en casa el trágico día. Oyó la explosión e instantáneamente temió por su hijo. Solo cuatro meses antes, habían discutido por su decisión de entrar en el servicio de seguridad que la parroquia había decidido poner en marcha por precaución, a pesar de no haber recibido ninguna amenaza. «Mamá, ¿por qué tienes tanto miedo?». «¿Que por qué? ¡Hay atentados en todas partes!». A lo que el joven replicó que «si Dios me dejara, salvaría muchas vidas sacrificando la mía. ¿No serías feliz?».

«Fe firme y coraje heroico»

«Lo que más me impacta es cómo este sencillo joven fue fuerte para afrontar el mal y combatir la violencia» con «una fe firme y un coraje heroico», destaca el salesiano Pierluigi Cameroni, postulador de la causa. Más llamativo aún cuando Akash había sido un niño débil, cuya madre llegó a temer que no saldría adelante. Pero con el tiempo se transformó, según el párroco, en «un joven lleno de vida y energía, siempre motivado y activo». Amable y cariñoso, destacaba su buena relación con los niños y su deseo de ayudar a las personas necesitadas o con discapacidad. Se había aficionado al deporte y le gustaba estar en forma. En su día soñó con ser soldado, y según su madre se planteaba ser sacerdote. Lo único que se le resistía eran los estudios. Como último recurso, entre septiembre de 2010 y febrero de 2011 acudió al Instituto Técnico Don Bosco de Lahore, fundado para chicos rechazados por las escuelas tradicionales. Académicamente no sirvió de mucho, pero «el contacto con el carisma salesiano reforzó en Akash la bondad y la generosidad que había aprendido en su familia y en la parroquia», asegura Cameroni a Alfa y Omega. Por eso, la congregación aceptó cuando el arzobispo de Lahore, Sebastian Shaw, les pidió que se hicieran cargo de la causa, «por ser la primera del país y para acompañarla en la fase romana».

Protesta en la parroquia de San Juan, de Youhanabad, el día siguiente al atentado. Foto: Efe / Rahat Dar.

El rector mayor de los salesianos, Ángel Fernández Artime, presentó a Akash en septiembre como «un ejemplo para todos los jóvenes» de que «ser santo hoy es posible», y como «bandera, signo y voz» de los cristianos perseguidos. De hecho, «su vida y su martirio han transformado a la comunidad católica», subraya el padre Gulzar. Comparte que en ningún momento los cristianos de Youhanabad cedieron al miedo. No se cerró el templo, ni se escuchó a las voces que pedían que Akash fuera enterrado de noche. «No era un ladrón y lo enterraremos con honores», respondió la archidiócesis. La asistencia fue masiva.

Además, «el número de fieles ha aumentado» y cada año celebran más de 800 bautizos. «La comunidad se ha unido más», y han surgido vocaciones sacerdotales y religiosas. Los jóvenes se implican, y también ha crecido el número de voluntarios de seguridad. Incluido Ramish, hermano de Akash. «Con los jóvenes de la comunidad y de Don Bosco organizamos muchas cosas, como por ejemplo ir a su tumba», añade el párroco. También en el recinto parroquial hay un monumento en su honor. Cada año celebran su aniversario, y «la gente ya le reza». Hasta los pocos vecinos musulmanes «valoran lo que hizo». Pero no pasa solo en el barrio católico de Lahore. «Gente como Akash da nueva vida a la Iglesia» en todo el país. Esa Iglesia que sigue sufriendo «muchos incidentes» pero a la vez sigue trabajando por el bien común del país en ámbitos como la sanidad o la educación.