2 de mayo: santa Viborada, la niña que no quiso ser monja y se enclaustró - Alfa y Omega

2 de mayo: santa Viborada, la niña que no quiso ser monja y se enclaustró

La primera mujer canonizada por la Iglesia siguiendo un proceso fue martirizada en la celda en la que vivió 14 años y donde aconsejó a reyes de toda Europa

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
'Santa Viborada'. Biblioteca de la catedral de San Galo (Suiza).
Santa Viborada. Biblioteca de la catedral de San Galo (Suiza).

Hay santos a los que la llamada vocacional les llegó ya desde niños. A Viborada también le pasó, aunque en su caso se concretó después de muchos vaivenes y de descartar las opciones de consagración que se estilaban por su época. Nacida a mediados del siglo IX, se desconoce tanto el año exacto de su nacimiento como el lugar donde vio la luz. Lo que sí se sabe es que perteneció a una distinguida familia de Turingia, en el corazón de Alemania. Una de sus hermanas murió siendo niña, lo que impactó mucho a Viborada y le dejó la impresión de que la vida era un tesoro que no se podía desperdiciar.

Siendo adolescente tomó su primera decisión consciente de elegir al Señor por encima de las vanidades del mundo. Sus padres la vistieron y adornaron para ir a Misa un día de fiesta; era una buena ocasión para que las familias vecinas la consideraran de cara a un futuro matrimonio con algún joven del lugar. Con ese fin la subieron a un caballo, pero a mitad de camino ella se apeó y se arrancó todos los abalorios que llevaba encima. Ese fue el último día de su vida en el que sus padres la vieron adornada para los demás; en adelante lo haría solo para Dios.  

Poco a poco empezó a emerger en su interior la idea de consagrarse al Señor, pero la vida religiosa que conocía se reducía a ser monja y vivir en un convento con una regla y bajo la autoridad de una abadesa, mientras que su corazón anhelaba una existencia menos pautada. Aun así, su decisión vocacional tuvo que esperar, porque a la muerte de su padre se dedicó a cuidar de su madre, ya anciana. Y cuando esta murió se fue a vivir con su hermano Hitto, que se había hecho sacerdote en San Galo, un cantón suizo de habla alemana. Allí cuidaba de la parroquia, atendía las necesidades del coro y encuadernaba con esmero los libros parroquiales y los misales, motivo por el cual Viborada es considerada hoy en Suiza patrona de los bibliotecarios.

Una decisión definitiva

Junto a Hitto peregrinó a Roma y vio algo de mundo, pero a la vuelta él, aconsejado por su hermana, ingresó en el monasterio benedictino de San Galo. Ella permanecería en el mundo todavía seis años más, antes de decidirse por un camino vocacional concreto. Ese tiempo de discernimiento lo pasó entre ayunos y vigilias, durmiendo en el suelo y haciendo penitencia en unión con la Pasión de Cristo. Rechazó la proposición de su obispo de unirse a un monasterio junto a otras mujeres, hasta que en el año 912 tomó la decisión definitiva: recluirse en una celda que mandó construir al sur del monasterio donde vivía su hermano. 

Dicen las crónicas que el día que se encerró acudió todo el pueblo a acompañarla; ya no saldría de allí sino muerta, 14 años más tarde. Dentro tenía todo lo necesario para vivir: una manta áspera para acostarse en el suelo y una piedra para apoyar la cabeza. Viviría de lo que la generosidad de  la gente quisiera hacerle llegar. 

Lejos de llevar una existencia aislada, hasta la celda de Viborada llegaron gentes de toda Centroeuropa, desde campesinos a reyes pasando por sacerdotes, monjes y miembros de la nobleza, y hasta delincuentes y asesinos que pedían su ayuda y su intercesión. Ella tenía una ventana que abría de vez en cuando para comunicarse con el exterior y dar consejos a todo el que se lo pedía. De esta manera predijo con meses de antelación la invasión de los húngaros del año 926. La población pudo escapar y los monjes salvaron su vida y los tesoros de su biblioteca, pero ella se negó a abandonar su celda.

Cuando llegaron los invasores prendieron fuego a su refugio, pero de manera inexplicable el incendió se extinguió enseguida. Entonces tomaron una escalera y destrozaron el tejado. Al entrar se encontraron a la santa y de tres hachazos acabaron con su vida. Pocos años después, el obispo de Augsburgo ordenó escribir su vida y contó incluso con el testimonio de su hermano Hitto. Este documento sirvió de base para un proceso que concluyó en el año 1047 con su subida a los altares de manera oficial. Se convirtió así en la primera mujer canonizada oficialmente por un Papa siguiendo un proceso.

Una experiencia para hoy

En 2021 se construyó una réplica en madera de la celda de la santa en el lugar donde se cree que estuvo su emplazamiento original. La iniciativa, conocida como Proyecto Viborada, permite a quien lo desee recluirse durante una semana y vivir lo que ella vivió. Por allí han pasado numerosas personas que destacan la sanación que les ha producido esta experiencia.

«A mí no me faltó de nada», contó la pastora evangélica de San Galo Hildegarda Aepli, impulsora del proyecto, tras su semana a solas. Sin móvil ni ordenador, destacó «la intensidad del silencio y la relación con Dios» en ese tiempo, en el que también atendió a través de una ventana a muchos que se acercaron a hablar sobre su vida y pedir su oración.