Sant'Egidio impulsa una alianza para denunciar el trato a los ancianos durante la pandemia
Personalidades internacionales como los presidentes Felipe González y Romano Prodi, el filósofo Jürgen Habermas o el economista Jeffrey Sachs firman un llamamiento de la Comunidad de Sant’Egidio en el que alerta de la «sanidad selectiva» que amenaza las vidas de los mayores durante la emergencia sanitaria. «No podemos dejar morir a la generación que luchó contra las dictaduras, que trabajó por la reconstrucción después de la guerra y que edificó Europa», afirma
«Durante la pandemia del COVID-19 los ancianos están en peligro en muchos países europeos y de otros continentes. Las dramáticas cifras de muertos en residencias hacen estremecer», ha denunciado la Comunidad de Sant’Egidio en un llamamiento titulado Sin ancianos no hay futuro y al que se han adherido numerosas personalidades internacionales.
Políticos como Romano Prodi o Felipe González, pensadores como Jürgen Hasbermas, el economista Jeffrey Sachs, el cardenal Matteo Zuppi o la directora de la UNESCO Stefania Giannini, además del propio fundador de Sant’Egidio Andrea Riccardi, han firmado un documento que recoge «las tristes historias de mortandades de ancianos en residencias» durante la pandemia, que dan lugar a pensar «que se pueden sacrificar sus vidas en beneficio de otras».
Sant’Egidio lamenta así que «en muchos países, ante la necesidad de atención sanitaria, está surgiendo un modelo peligroso de sanidad selectiva que considera residual la vida de los ancianos».
De esta manera, «su mayor vulnerabilidad, su avanzada edad y el hecho de que pueden ser portadores de otras patologías justificarían una forma de elección a favor de los más jóvenes y de los más sanos», pero esta solución es «humana y jurídicamente inaceptable», no solo según «una visión religiosa de la vida» sino también «desde los derechos humanos y la deontología médica».
En este sentido, pensar que tener una menor esperanza de vida comporta una reducción legal de su valor es, para los firmantes del documento, «una barbaridad desde un punto de vista jurídico». Y si se hace a través de «una imposición del Estado o de las autoridades sanitarias» constituye «un intolerable atropello de los derechos de la persona».
Por eso, hay que «revisar los sistemas sanitarios públicos y las buenas prácticas necesarias» para asegurar «los principios de igualdad de tratamiento y de derecho universal a la asistencia sanitaria conquistados en los últimos siglos», dedicando si es preciso «todos los recursos que sean necesarios para proteger el mayor número de vidas posible», porque «el valor de la vida es siempre igual para todos».
Para Sant’Egidio, es fundamental «la solidaridad entre generaciones», por lo que «no podemos dejar morir a la generación que luchó contra las dictaduras, que trabajó por la reconstrucción después de la guerra y que edificó Europa». De ahí que espera que se desate «una revuelta moral» que cambie la dirección en la atención sanitaria a los ancianos «para que jamás sean considerados un peso o, aún peor, inútiles».