Razones para la esperanza - Alfa y Omega

Así titulaba uno de sus libros el sacerdote, periodista y escritor José Luis Martín Descalzo. Una virtud necesaria en nuestros días y en este tiempo tan singular. Una esperanza basada en razones que nos permiten seguir reconociendo la presencia del Señor resucitado, que guía y alienta la misión de la Iglesia en este momento de la historia. La Palabra de Dios en estas últimas semanas del año litúrgico nos abren a la esperanza. Como decía Benedicto XVI en Spe salvi, «ya desde los primeros tiempos, la perspectiva del juicio ha influido en los cristianos, también en su vida diaria, como criterio para ordenar la vida presente, como llamada a su conciencia, y al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de Dios».

En este mes de noviembre, en el que tenemos muy presentes a nuestros difuntos y rezamos por ellos, también en nuestro seminario lo hacemos por los que han fallecido víctimas de la COVID-19: colaboradores, benefactores y amigos que son expresión de esa esperanza viva que se hace ofrenda de caridad y nos permite reconocer la grandeza de la vida, «que hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20, 35); esperanza que reconocemos en la vida de los 14 nuevos seminaristas que han iniciado su proceso de formación en nuestro seminario, en la etapa propedéutica. Jóvenes ilusionados que dejan proyectos personales y profesionales por seguir la voz del Maestro que les dice: «Ven y sígueme», reconociendo así el gozo del que encuentra el tesoro de su vida. Esperanza que se manifiesta en la entrega de tantos seminaristas que cada fin de semana se disponen a servir a sus hermanos en las distintas experiencias pastorales que realizan en nuestra diócesis: acompañan a grupos de jóvenes y de matrimonios, visitan a enfermos, colaboran en diversas tareas y, sobre todo, viven y celebran la fe con la esperanza cierta de que Jesucristo ha vencido a la muerte. Esperanza que se hace presencia amiga en medio de los más necesitados compartiendo las incertidumbres e inquietudes de la vida, los límites y las debilidades, por medio de seminaristas que en este curso acuden todas las semanas a diferentes proyectos de Cáritas: casa de acogida San Agustín y Santa Mónica, proyecto de menores no acompañados, centro de día-residencia Nuestra Señora de Valvanera, Cañada Real y Cedia; a la casa de las misioneras de la Caridad, al comedor de las hijas de la Caridad… Por todo ello y más, podemos seguir diciendo: hay razones para la esperanza.